
Lunes 4 de enero de 2021
1 minuto

Después de un breve retiro casi espiritual por miedo al contagio, tengo ganas de deciros, sencillamente, “buenos días”. Después de contar tantas víctimas del Covid y de sospechar muchas otras, todos somos un poco supervivientes. Quizá por eso nos hemos felicitado la Navidad de forma singular. Quizá por eso nos hemos agarrado al 2021 con más ganas y más proyectos y más ilusiones. ¡Hemos conseguido sobrevivir! Si esto fuese un espectáculo, me pondría a la puerta del año con un megáfono: “pasen, señoras y señores, pasen; ante ustedes, el gran año de la recuperación; verán fantásticos datos de la economía; alegres gentes que encuentran empleo; todo el mundo inmunizado; jóvenes que vuelven a salir sin miedo; políticos que dejan de pelearse; verán cómo se esfuman los miedos y la incertidumbre”. Eso os diría, si no fuese por un inconveniente: la lista de problemas que tenemos por delante. Os juro que los había olvidado por la anestesia de Navidad. Pero no me rindo. Lo digo con más realismo: “pasen, señores, pasen; ante ustedes, el año en que nada puede ser peor”.