José Antonio Herce
Opinión

Las pensiones públicas y sus entusiastas

José Antonio Herce

Foto: Europa Press

Jueves 23 de junio de 2022

ACTUALIZADO : Lunes 27 de junio de 2022 a las 15:39 H

8 minutos

Herce: "Las pensiones públicas y sus entusiastas"

Foto: Europa Press

Jueves 23 de junio de 2022

8 minutos

Este va a ser un artículo muy personal, ya lo anuncio. Y me apresuro a decir que creo que hago más por defender las pensiones públicas criticando razonablemente al sistema y a sus responsables que defendiéndolos a ultranza o, especialmente, pidiéndoles que hagan lo que todos sabemos que no pueden hacer. Para mí, y también me apresuro a decir esto otro, los defensores a ultranza de las pensiones públicas son sus “entusiastas” que, en mi opinión también, acabarán por cargárselas si no lo impide alguien.

Soy pensionista, jubilado por una figura poco conocida y menos aún publicitada por la Seguridad Social: la jubilación activa. Esta es una figura normativa de la Seguridad Social, lo que no es, por cierto, la pre-jubilación, que ya es como mucha gente denomina a la jubilación anticipada, tomando impropiamente prestado el vocablo de las prácticas de multitud de empresas para ajustar sus plantillas más añosas. Confusión en la que caen, igualmente, hasta algunos responsables del sistema público de pensiones. Permítaseme este excurso, porque confusión sobre las pensiones hay mucha.

El debate de las pensiones, en mi opinión, navega malamente en las aguas procelosas de la ignorancia, el estigma de la influencia viciosa y la mala fe.

Ignorancia, incluso deliberada

Porque muchos agentes relevantes se niegan a ver (y entender) otra cosa que no sean pensiones públicas en el perímetro previsional de una sociedad avanzada, lo que ni de lejos sucede en el mundo real. Desde luego en países verdaderamente avanzados, con los que España aspira a igualarse.

Esta negación se produce, generalmente, a causa de la equivocada percepción del monopolio moral de la izquierda ideológica que estos agentes incorporan a su genética, como si las pensiones públicas fuesen moralmente superiores a las pensiones de empleo o personales (mal llamadas pensiones privadas) por algún tipo de dogma divino. Cuando estamos hartos de ver que los dogmas, especialmente los humanos, son más dañinos que beneficiosos.

Influencia viciosa

Una influencia viciosa que los entusiastas de las pensiones achacan a los agentes privados que, por lo visto, trabajan sin descanso para minar (conceptualmente, entiéndase) las bases financieras de la Seguridad Social, con ánimo de crear margen para que se cuelen por ahí los, al parecer, bastardos intereses privados. Y, claro, donde esté la superioridad moral de lo público pues… no se hable más. No, esta no es una manera de ver el tema de las influencias o, si se quiere, el lobby del sector previsional español, porque ni el interés privado se expresa generalmente de esa manera ni deja de expresarse un “interés social” de una manera bastante castiza, por decirlo suavemente. Esto requiere algo de detalle.

Afirmo que, durante demasiado tiempo, demasiados agentes cualificados de la industria española de las pensiones han utilizado la advertencia, ridícula y contraproducente, sobre “la quiebra de la Seguridad Social” para promocionar los productos de la industria. Bueno, pues ni la Seguridad Social ha quebrado ni los productos previsionales complementarios que se ofrecían como alternativa han prosperado como se advertía, sino que han tenido que avanzar en campos minados por el encono ideológico.

¿Quiere esto decir que la Seguridad Social española está en condiciones de pagar lo que promete? No, no lo quiere decir. De hecho, la Seguridad Social española no podrá pagar lo que promete si los entusiastas se salen con la suya, e iniciará una espiral de gasto susceptible de acabar con la sostenibilidad de la deuda pública española y quién sabe si provocar una intervención exterior. Hay precedentes por ahí fuera.

Hay un problema. La Seguridad Social española tiene una fórmula que devuelve 1,7 euros por cada euro cotizado. Y esto es una fórmula explosiva. Toda medida que quiera allegar recursos al sistema, y estos recursos adicionales sigan conllevando este retorno tan desorbitado, solo va a producir un deterioro de sus ratios financieras que, al trasladarse a la deuda soberana, desatarán, eventualmente, la intervención de las autoridades europeas.

Mala fe, por último

Una mala fe que no descarto esté presente en las declaraciones de algunos de los intervinientes en este debate, por cada lado claro. Para mí, la mala fe consiste, en su forma más grave, en decir cosas que no son verdad a sabiendas de que no lo son.

Un grado medio es achacar intenciones aviesas a quienes decimos cosas que son verdad acusándonos de paso de ser lacayos de los intereses privados, además de cobrar de estos, al parecer, sumas desproporcionadas.

Como si fuéramos los James Buchanan o Martin Feldstein patrocinados con docenas de millones de dólares por los Koch Brothers hace décadas en los EEUU para cargarse la Seguridad Social y la educación pública. Lo que no lograron, por cierto.

Un grado bajo de mala fe, por último, por todas las partes, consiste en ignorar deliberadamente los buenos análisis de los adversarios (que también los hacen) solo porque no encajan en los marcos mentales que quienes actúan de esta forma. A esto último se le llama “sesgo de confirmación” y es más habitual de lo que se cree.

Obviamente, no prejuzgo mala fe en ninguno de los muchos amigos, críticos o entusiastas de las pensiones, con los que me trato en este debate desde hace muchos años.

Bien, el caso es que uno de estos amigos con quienes me trato desde hace décadas, publicó hace poco en este mismo diario una amplia crítica de los expertos que opinamos a título personal desde instituciones patrocinadas por actores destacados del sector previsional español, más concretamente institutos y “foros de expertos” (véase artículo en 65YMÁS). Su autor es Carlos Bravo, respetado sindicalista, de los pocos que desde el principio entendió la importancia de la previsión social complementaria. Me di por aludido al leer su artículo. Me dolió por su intencionalidad hacia un perfil que, estoy seguro lo tenía en mente, coincidía con el mío en los aspectos que destacaba negativamente.

Por algunas de las redes sociales que frecuento reaccioné preguntándole directamente a Carlos Bravo acerca de algunos casos de países que tuvieron problemas claramente diagnosticados y mejor o peor resueltos en sus sistemas de Seguridad Social. Problemas que, en algunos casos, reflejaban bien los excesos de los entusiastas de las pensiones.

Estas preguntas fueron: (i) ¿Crees que Holanda tiene peores pensiones que las nuestras? ¿O que Suecia hizo su reforma por capricho? ¿Crees que Grecia acertó dejando que los entusiastas ordeñasen el sistema hasta hundir al país? ¿Crees que quienes pedimos racionalidad a nuestros políticos e interlocutores sociales no nos preocupamos por las generaciones futuras?

Además, como nos acusaba a los analistas de este lado de vender nuestra opinión al mejor postor y/o nos tildaba de apóstoles de ideologías inaceptables, concluí mi interpelación en las redes sociales de esta manera: “Sabes que te respeto y te admiro y jamás se me ocurriría decir que te mueve ni el odio ideológico ni el plato de lentejas. A ti no”.

Carlos me respondió con exquisita cordialidad y como no quiero escamotear ni una coma de su respuesta solo pongo aquí el enlace al hilo que utilizó para responderme.

 

 

Venía a decirme, aparte de reiterar la amistad que nos profesamos, que cada caso que le exponía tenía sus propias raíces y que (esto es mío) “España es diferente”, pero no invalidaba ninguno de mis argumentos en aquella improvisada reacción mía.

Bien, hasta aquí mi relato. También quiero dejar constancia de que el diálogo es posible. Aunque pensar que quienes somos críticos con la Seguridad Social española solo queremos cargárnosla es un error, lo mismo que atribuirnos ganancias espurias interesadas, como si los demás no recibiesen honorarios bastante mayores por expresar las opiniones contrarias, fundadas o no, de sus propias organizaciones (ministerios, sindicatos o la propia Seguridad Social). Organizaciones y opiniones que no veo por qué van a ser mejores que las demás. Vaya, que no les veo el aura moral, solo por exhibir una determinada orientación ideológica.

Quizá es otra exageración decir, como digo en esta tribuna, que la Seguridad Social se la van a cargar sus entusiastas. De momento, en las últimas décadas, hemos visto casos de lo uno y de lo otro (Chile versus Grecia, por ejemplo), pero, mayoritariamente, hemos visto casos de países que han luchado contra los problemas con determinación e inteligencia (Suecia, Holanda, Australia, Reino Unido). Algo que yo, y me van a perdonar, no veo en nuestro país. España no es diferente, más vale que volvamos la mirada hacia donde están los problemas, de pensiones y otros, como el de la baja productividad, obviamente relacionados. Al tiempo.

Sobre el autor:

José Antonio Herce

José Antonio Herce

José Antonio Herce es Licenciado y Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y Master of Arts en Economía por la Universidad de Essex (Reino Unido). Es uno de los principales expertos en longevidad y pensiones en habla hispana.

Con más de 30 años de experiencia en la docencia como profesor de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, perteneció al Cuerpo de Titulados de la Comisión de la Unión Europea entre 1987 y 1991. También ha dirigido la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y ha sido socio director del área de economía aplicada de Analistas Financieros Internacionales (Afi) y, hasta 2019, senior advisor de la consultora y profesor de su Escuela de Finanzas.

Igualmente, forma parte del Foro de Expertos del Instituto Santa Lucía de Ahorro y Pensiones, preside el Consejo de Expertos del Instituto BBVA de Pensiones y es miembro del Global Advisory Board del Center for Financial Education and Capabilities de BBVA.

En la actualidad, junto a otros socios profesionales, dirige un proyecto profesional dedicado a la consultoría avanzada en materia de longevidad, jubilación y pensiones, LoRIS (Longevity and Retirement Income Solutions). Forma parte, además, del Comité de Expertos de 65Ymás.

Ha realizado numerosas publicaciones en revistas nacionales e internacionales y en revistas profesionales de economía, finanzas y seguros, es autor de ensayos y libros y un conferenciante enfocado en temas de longevidad, pensiones, mercado de trabajo y las ramificaciones y relaciones entre estas áreas y frente a los cambios sociales, los estilos de vida y el cambio tecnológico. Como consultor, ha escrito y dirigido un elevado número de monografías, informes y dictámenes profesionales. También participa habitualmente con tribunas de opinión en numerosos medios y redes sociales. 

En 2019 recibió el galardón Economista Gran Reserva 2019 del Colegio de Economistas de La Rioja por toda su trayectoria académica y profesional.

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