Mónica Ramos Toro
Opinión

¿Por qué nadie quiere reconocerse como persona mayor?

Mónica Ramos Toro

Miércoles 1 de octubre de 2025

8 minutos

¿Por qué nadie quiere reconocerse como persona mayor?

Miércoles 1 de octubre de 2025

8 minutos

En el Día Internacional de las Personas Mayores (1 de octubre) desde el Grupo Social UNATE queremos reflexionar sobre una compleja paradoja: la longevidad se ha convertido en un hecho sin precedentes en la historia de la humanidad y mundial —mucho más en el Norte global—, lo que nos permite disfrutar de una esperanza de vida que supera la media de los 80 años y que en el caso de España nos sitúa entre los países más longevos del mundo, pero parece que nadie se siente a gusto identificándose como “una persona mayor”. Sabemos que las identidades son relevantes en la construcción individual —de sexo-género, de orientación sexual, de origen étnico…—, ¿pero qué pasa con la identidad a través de la edad? ¿Por qué identificarse como joven es positivo —se sea o no joven— e identificarse como mayor es negativo? 

La explicación es bien sencilla: nadie quiere formar parte de a quienes se les identifica como población dependiente, improductiva, enferma, frágil y vulnerable, asexuada, ni deseable ni deseada, sin atractivo ni belleza, triste, sola y aislada, torpe, incapaz y sin criterio propio, como una carga para el estado del bienestar y para las familias, entre otras valoraciones cargadas de estereotipos edadistas, es decir, asociados exclusivamente al hecho de haber logrado ser mayor. Claro está que además, esta discriminación no anda sola, se interrelaciona con otras muchas haciendo que este imaginario social empeore todavía más en el caso de las mujeres, las personas LGBTIQ+, las racializadas o las migrantes. 

Las preguntas que debemos hacernos serian: ¿quién contribuye a construir este imaginario social negativo sobre las personas mayores? ¿quién tiene más responsabilidad en esta tarea? Incluso, ¿quién tiene la capacidad de perpetuar estos estereotipos? La respuesta simplista es “la sociedad”, es decir: todas y todos nosotros. Y, en parte, esto es cierto, ya que el imaginario se transmite de generación en generación. Pero también sabemos que determinados agentes tienen más “responsabilidad”, nos referimos especialmente a los medios de comunicación como fuente que cimienta las representaciones sociales y visiones estereotipadas que generan prejuicios hacia las personas mayores. Pero además, la pregunta más importante que debemos formular es: ¿este imaginario negativo que reproducen los medios de comunicación sobre las personas mayores, les afecta en cómo se perciben a sí mismas? En este caso, la respuesta es rotunda: sí les afecta, aunque todo este imaginario negativo opera más de forma inconsciente que consciente, y para darse cuenta hay que hacerse preguntas y reflexionar sobre ello. 

Esto es lo que hemos hecho en el Grupo Social UNATE a través del primer estudio realizado en Cantabria, con financiación del ICASS, en el que hemos analizado siete medios de comunicación para comprobar cómo se representa a las personas mayores en dos períodos de tiempo centrales: alrededor del Día Internacional de las Personas Mayores y las fechas previas y posteriores a la Navidad. El análisis se ha centrado en las informaciones publicadas y/o emitidas que hacían referencia a personas mayores, en total 87, lo que supone ya una primera conclusión: apenas se han publicado/emitido 2,02 notas periodísticas al día en dos periodos especialmente propensos a que las agendas informativas incorporen informaciones sobre personas mayores. Para analizar las piezas periodísticas hemos diseñado una metodología de evaluación a través de un cuestionario con enfoque de género que contemplaba 24 parámetros en relación con esta temática que abarca el lenguaje utilizado, las fuentes, el tratamiento de las personas mayores y las imágenes, entre otros.

Algunos de los resultados más destacados de este análisis son los siguientes: en el 55,2 % de las notas el tono y el enfoque de la información es negativo y se centran fundamentalmente en temáticas como: la soledad no deseada, el coste para el estado de bienestar del sistema de pensiones o el envejecimiento demográfico como un problema social. En el 70 % de las imágenes se muestra a las personas mayores como frágiles, dependientes o solas, hay una ausencia total de personas mayores diversas (racializadas, migrantes, LGBTIQ+) o de temáticas como vida sexoafectiva, actividades de aprendizaje, de ocio activo, de participación ciudadana o de asociacionismo y las voces de las personas mayores solo son la fuente periodística en un 26,36 %. Además, hay una diferencia evidente en cómo aparecen las mujeres y los hombres mayores. Solamente en un 34.5 % de las piezas se habla de mujeres mayores, por lo que hay una sobrerrepresentación de los hombres en una sociedad donde ellas son mayoría (56.6 %). 

Dado que sabemos que las propias personas mayores interiorizan el edadismo a través de mensajes y estereotipos negativos que les llegan en gran medida por la información que transmiten los medios, en este estudio hemos preguntado a cerca de 450 personas mayores —que responden al perfil sociodemográfico y territorial de Cantabria— a través de una encuesta aplicada en 19 municipios y de 11 grupos focales realizados en 9 municipios por el impacto que les generan los mensajes edadistas que se filtran en los medios y sus respuestas son demoledoras. El 68,6 % de las personas encuestadas considera que los medios de comunicación refuerzan la idea de que las personas mayores son incapaces para tomar sus propias decisiones o que las infantilizan, el 81,2 % cree que refuerzan la idea de que son frágiles o dependientes, o el 61,6 % considera que se las muestra como personas solas y aisladas. De hecho, cuando se les pregunta por su percepción sobre los temas que los medios de comunicación relacionan con las personas mayores, el 53,4 % señala la soledad y el aislamiento, el 51,6 % considera que se habla de las personas mayores como víctimas de estafas o robos o un 44 % cree que se publican noticias sobre personas mayores cuando se habla de pensiones, pero no cuando se habla de otras temáticas. 

Además en la encuesta indagábamos cómo este imaginario les influye directamente a ellas. Los resultados muestran que la pérdida de confianza vinculada a las imágenes negativas de la vejez es un fenómeno relevante y con matices importantes según género, edad, hábitat y estado civil. Casi una cuarta parte reconoce una merma parcial en su confianza, sobre todo en contextos urbanos, donde la exposición mediática es más intensa. La edad emerge como un factor clave: a más edad, mayor es la proporción de personas que internaliza esta pérdida de confianza, con especial incidencia en quienes superan los 75 años. Asimismo, el estado civil se revela como un eje diferenciador: las personas viudas son las que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad, mientras que las separadas o divorciadas parecen contar con mayores recursos de afrontamiento. Este panorama sugiere que el edadismo mediático no solo moldea percepciones externas, sino que también puede erosionar la autopercepción y la autoestima de las personas mayores, especialmente en situaciones de mayor percepción de soledad o fragilidad vital.

Otro dato relevante es que el 31,6 % de las personas mayores encuestadas perciben una influencia directa de los mensajes mediáticos en su autopercepción y un 4.8 % manifiesta una influencia fuerte. Asimismo, frente a la pregunta sobre si las imágenes negativas influyen en su confianza para realizar actividades, una cuarta parte (24.5 %) reconoce que en parte sí lo sienten, y un 3.7 % lo siente “mucho”. Este porcentaje crece con la edad y entre quienes tienen menos nivel educativo. Y aunque el 75.1 % afirma que sigue confiando en su capacidad de decisión, un 14.9 % reconoce que a veces duda. La duda aumenta significativamente en el grupo de 85 años o más (26.3 %), entre las mujeres, en especial las viudas o con menor nivel educativo, reportan más inseguridad y entre las personas sin estudios presentan niveles alarmantes: solo el 36.4 % mantiene su confianza, y otro 36.4 % ni siquiera se había planteado la influencia de estos mensajes.

Los grupos focales nos han permitido recabar información cualitativa que complementa la que ofrece la encuesta. Las opiniones de las personas que han participado inciden de nuevo en considerar que los medios analizados transmiten una imagen negativa, estigmatizante y reduccionista de las personas mayores centrada en la fragilidad, la enfermedad, la dependencia, la inutilidad y la soledad, reforzando la idea de que todas las personas mayores son iguales e incidiendo en que son una carga para la sociedad. Como expresa una mujer “es un panorama, una fotografía bastante desoladora… porque se escora bastante hacia la fragilidad, la soledad, el ‘pobrecita señora’”. Asimismo, consideran que el imaginario que transmiten los medios no ayuda a reforzar los vínculos ni las redes sociales de las personas mayores. 

En los grupos se indagó sobre cómo muestran los medios a los hombres y las mujeres mayores y la conclusión más relevante es que consideran que los medios proyectan imágenes diferenciadas de mujeres y hombres mayores basadas en patrones y roles de género tradicionales: destacan que la imagen de las mujeres mayores se asocia sobre todo a roles de cuidado o a la soledad no deseada y con menos visibilidad pública que los hombres; mientras que ellos son representados como sabios, activos en espacios de ocio o vinculados a trayectorias profesionales reconocidas. Otro dato relevador, es que consideran que la imagen que los medios proyectan de las personas mayores influye de manera directa en el trato que reciben de su entorno familiar, sanitario e institucional. La representación persistente de las personas mayores como frágiles, dependientes o incapaces de decidir por sí mismas contribuye a generar actitudes paternalistas y condescendientes, que muchas veces se traducen en decisiones tomadas sin contar con ellas. Se les trata como si fueran menores o niñas/os o se justifica la sobreprotección en nombre de un supuesto bienestar. 

Hay mucha más información de calidad que se desprende de este estudio pero, en definitiva, lo importante es que evidencia que existe un imaginario edadista predominante en los medios analizados de Cantabria, que incide en la autopercepción de las personas mayores, especialmente en aspectos tan íntimos como la autoconfianza, la autonomía y el sentimiento de soledad con brechas claras por género, edad, nivel educativo y hábitat. Se abre así una oportunidad estratégica para la intervención social, cultural y comunicacional, orientada a construir discursos más justos, realistas y representativos de las vejeces. 

Este 1 de octubre desde el Grupo Social UNATE invitamos a los medios de comunicación a llevar a cabo una transformación hacia una representación más justa y plural de las personas mayores para superar el edadismo y la representación estereotipada, con propuestas que reclaman un cambio de mirada que consiste en pasar de la compasión a la valoración, del silenciamiento a la voz propia, de la homogeneidad a la diversidad. Los medios, como agentes de socialización y construcción simbólica, tienen la capacidad de transformar la percepción pública de la vejez y contribuir a un imaginario social más justo, plural y enriquecedor.

Sobre el autor:

Mónica Ramos Toro

Mónica Ramos Toro

Mónica Ramos Toro es geroantropóloga feminista. Coordinadora técnica de UNATE-La Universidad Permanente y Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM).

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