Proteger a los mayores en un mundo que envejece
Blanca NarváezViernes 21 de junio de 2024
2 minutos
Viernes 21 de junio de 2024
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En España, el envejecimiento de la población es un fenómeno con profundas implicaciones sociales, económicas y jurídicas. En 2022, la población mayor de 64 años en España ascendía a 9,5 millones de personas. Este grupo demográfico ha experimentado un aumento constante en los últimos años. Si se siguen manteniendo las tendencias demográficas actuales, se espera que la población de 65 años o más represente el 30% del total en 2050, con una esperanza de vida que aumentará a 84 años para los hombres y 89 para las mujeres.
Esta longevidad es una buenísima noticia, pero plantea nuevos desafíos, no sólo por el volumen de personas mayores, sino también porque estas personas desean seguir participando activamente en la sociedad. Esto ha llevado a identificar una necesidad crítica: la protección y el respeto hacia las personas mayores en un mundo que envejece rápidamente.
Por ello, la aplicación del Derecho en relación con las personas mayores es una cuestión esencial. La calidad de vida en la vejez es una demanda creciente y requiere una adaptación en nuestras políticas y prácticas legales. Para dar respuesta a ello, es necesario abordar en profundidad la desprotección que enfrentan las personas mayores bajo la legislación actual y conocer cómo las pérdidas cognitivas, la disminución de la movilidad y la energía, y las circunstancias personales adversas pueden hacer a las personas mayores más vulnerables.
El edadismo, definido por la Organización Mundial de la Salud, comprende acciones directas o indirectas que resultan en la exclusión o infantilización de las personas mayores, privándolas de su capacidad de obrar y de su dignidad. Un ejemplo cotidiano de edadismo es cuando decimos: "Deja mamá, que tú ya no sabes. Yo lo hago por ti". Este tipo de actitud, aunque bien intencionada, despoja a las personas mayores de su autonomía y capacidad de tomar decisiones. Para evitarlo, resulta fundamental sensibilizar y educar a la sociedad sobre estas prácticas, ante la necesidad de un cambio cultural y legislativo.
Desde el punto de vista legislativo, el reto es global y es necesario un enfoque integral que cubra las múltiples vulnerabilidades derivadas del edadismo. Debemos influir en Europa para que esta preocupación cale en la legislación española. Y para ello es necesario sensibilizar al colectivo jurídico en que entienda bien, desde una perspectiva 360º, la situación de su cliente mayor.
Los abogados deben comprender en profundidad las circunstancias de sus clientes mayores para asesorar y proteger sus derechos de manera efectiva. Solo así podremos garantizar un futuro en el que las personas mayores (que todos seremos) recibamos la mejor atención posible. Un futuro en el que los ciudadanos y ciudadanas de la sociedad puedan envejecer con la dignidad y respeto que merecen.