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No tires tu dinero: 8 mitos de la cosmética anti-edad

María Liébana

Viernes 15 de mayo de 2020

4 minutos

No necesitamos la mayoría de sus efectos milagro porque, básicamente, no funcionan.

Cuidado con el uso de algunas cremas y cosméticos: podrían provocar erupciones y lesiones cutáneas
María Liébana

Viernes 15 de mayo de 2020

4 minutos

El bombardeo que recibimos de productos cosméticos con efecto milagroso es constante. Y mucho se ha hablado ya de las técnicas de marketing que usan estas marcas para hacernos creer que sus productos son verdaderamente efectivos.

Y si bien es cierto que ya recibimos estos mensajes con escepticismo, en ocasiones nos provocan cierto sentimiento de culpabilidad por no estar haciendo todo lo posible para cuidar nuestra piel. 

Tal es el caso de los aclamados productos anti-edad, que renuevan sus componentes de forma constante, dejando obsoleta cualquier rutina de belleza que ya hubieramos incorporado a nuestro día a día. 

Pero ¿funcionan de veras los productos antiarrugas? A continuación, te contamos algunos de los falsos mitos que los rodean:

1. El Ácido Hialurónico rellena arrugas

El gran valor de esta sustancia es su capacidad para atraer y retener agua, y este gran poder hidratante le convierte en uno de los ingredientes estrella en productos de belleza. Y son muchas las cremas anti-edad que publicitan su alto contenido en ácido hialurónico como parte de su fórmula anti-edad.

Pues bien, el ácido hialurónico no es efectivo para reducir las arrugas a través de la dermis. Solo surge efecto mediante inyecciones no invasivas, y su este efecto es temporal, pues su duración no va más allá de un año. Tendríamos que ir haciendonos retoques asiduamente para mantenerlo.

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2. Cremas con “efecto”

Todos conocemos las aclamadas cremas efecto lifting, láser, peeling o botoxlike. Pues bien, es una falacia. Los expertos aseguran que hoy en día no existe ninguna crema que contenga toxina botulínica (lo que conocemos como botox), ni los efectos del láser para conseguir pulir la dermis.

3. Serpiente, caracol, caviar o extracto de seda

Estas sustancias no pueden ser absorbidas a través de la piel. Otra vez puro marketing.

4. Ampollas efecto flash

Prometen actuar sobre nuestro rostro en cuestión de segundos y eliminar los signos de fatiga, las arrugas, las manchas... Las hay incluso con efecto maquillaje. Sus compuestos activos, formados por proteínas y polímetros de alto peso molecular, forman una película sobre nuestra piel que hace que veamos resultados más rápido que con sérums e hidratantes habituales.  

Sin embargo, por mucho que prometan, ni sus efectos son tan intensos como anuncian ni su efecto es duradero. Todo lo contrario, es muy fugaz.

5. Retinol y Ácido Retinoico son lo mismo

En numerosas ocasiones se usan como sinónimos, pero tienen una eficacia muy diferente. Ambos derivan de la vitamina A, pero el Ácido Retinoico es mucho más efectivo que el Retinol, aunque irrite más. El Retinol, que irrita mucho menos y es más agradable al aplicarlo, es mucho menos eficaz. De hecho, hay pocos estudios que demuestren que el Retinol ejerce algún efecto antienvejecimiento mientras que del Ácido Retinoico se encuentran miles.

6. Las cremas naturales no dan alergia

Que su origen sea natural y no contengan productos químicos no las exime de provocar alergias. De hecho, a menudo sucede al revés. Y es que los cosméticos que utilizan aditivos de origen químico pasan muchos más controles. Además, las grandes casas de cosmética invierten más en estudios para conseguir productos hipoalergénicos.

7. Cosméticos por vía oral

Si bien es cierto que una alimentación equilibrada y rica en vitaminas y minerales ayuda a mantener el buen aspecto en la piel, no está demostrado que la ingesta de productos orales, como colágeno o antioxidantes, tengan efectos positivos sobre nuestra piel.  

8. Las cremas caras son más efectivas

A la hora de evaluar la calidad de una crema tenemos que centrarnos en sus componentes y la proporción de estos, en sus activos, y en cuáles son nuestras necesidades. Los efectos de los cosméticos son limitados y no hacen milagros. Por ello más allá de que nos protejan del sol, nos hidraten, sean agradables en la aplicación y no produzcan efectos secundarios, no debemos dejarnos engañar por sus promesas milagrosas, formatos, envases, y mucho menos por su precio. 

Sobre el autor:

María Liébana

María Liébana es redactora especializada en temas de economía.

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