Una úlcera por presión es una lesión que se produce en la piel o el tejido subyacente, que se encuentra generalmente sobre una prominencia ósea, y que surge por la presión que ejerce el propio cuerpo en la zona, viéndose incrementada por otros factores externos.
Como señala el Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (@GNEAUPP), no son un problema menor, ya que estas tienen múltiples consecuencias negativas que inciden no solo en la salud y en la calidad de vida del paciente, sino además en una situación de sobrecarga asistencial para los cuidadores y profesionales de enfermería, suponiendo un coste adicional a los servicios de salud. En cuanto a la prevalencia, dicho organismo señala que más del 70% de las personas mayores de 70 años son candidatos a desarrollar úlceras por presión.
Cruz Roja Española (@CruzRojaEsp) recuerda que estas lesiones cutáneas, similares a una llaga, se presentan principalmente en adultos mayores con problemas de movilidad. Se estima que en más del 90% de los casos, las úlceras son evitables. Por eso, insistir en las medidas preventivas es una absoluta prioridad.
Es la combinación de dos factores principales lo que provoca la aparición de las úlceras: la presión y el tiempo. Esa presión, que soporta un área del cuerpo durante un tiempo prolongado, acaba afectando a la circulación periférica de la zona, a cuyos tejidos llega una menor cantidad de oxígeno, algo que incide en el inicio de su deterioro. Esta realidad puede agravar de forma considerable cualquier enfermedad que padezca una persona mayor, suponiendo, en los casos más graves, un riesgo para la propia vida por el posible desarrollo de procesos infecciosos.
Personas mayores que pasan largos periodos de tiempo en cama o sentados en una silla de ruedas por falta de movilidad son las más proclives a la aparición de estas úlceras, que pueden prevenirse fomentado el movimiento en lo posible o facilitando los imprescindibles cambios de postura. Entre los factores que aumentan el riesgo de aparición de úlceras por presión los hay de índole diversas, entre otros:
Son solo algunos de los factores que pueden contribuir al desarrollo de una úlcera, pero hay que insistir en que detrás de cualquiera de ellas está la falta de movimiento y la consecuente presión que sufre un área corporal determinada. Codos, coxis, talones, rodillas, espalda, caderas, glúteos… Dependiendo de la postura que adopte una persona inmovilizada durante horas, las úlceras aparecerán en puntos de apoyo determinados.
El Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid (@SaludMadrid) insiste en la importancia de determinar el nivel de riesgo de úlceras por presión que puede presentar una persona mayor, tanto en los casos de ingreso hospitalario, como en aquellos en los que se realiza una asistencia domiciliaria o los cuidados esenciales corren a cargo de un familiar. Existen distintas escalas que miden ese grado de riesgo. Entre las más utilizadas destaca la Escala Norton modificada que valora, entre otros aspectos, el nivel de movilidad, el estado físico y mental general o la posible incontinencia.
Esa valoración previa es esencial a la hora de establecer un plan de medidas preventivas personalizado, pues existen multitud de actuaciones y sencillos gestos que pueden evitar las úlceras si se tienen en cuenta las necesidades concretas. Los cuidados son amplios y abarcan desde la higiene e hidratación de la piel, hasta la correcta colocación de una persona que permanece en cama gran parte del día, distribuyendo de manera proporcionada su peso corporal entre distintos puntos de apoyo.
Siempre serán los profesionales sanitarios los que establezcan el protocolo que evite la aparición de este tipo de lesiones y determine el tratamiento idóneo que logre su curación. Aun así, hay algunas medidas de aplicación genérica que pueden resultar de interés: