La anemia es una afección que hace que nuestro torrente sanguíneo no cuente con la suficiente cantidad de glóbulos rojos para transportar el oxígeno que necesitan nuestros órganos y tejidos. Los expertos indican que es una enfermedad frecuente en personas de edades avanzadas, por una conjunción entre factores diversos: el propio envejecimiento, la falta de apetito, a veces general, y también la toma frecuente de un número considerable de medicamentos.
La Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) explica que la anemia no es igual en todos los casos, pero siempre presenta síntomas comunes y reconocibles como la debilidad, el cansancio prolongado, los dolores de cabeza, los mareos, los problemas de concentración o las uñas quebradizas.
La anemia puede tener distintos orígenes, la mayoría de ellos relacionados con alguna carencia de vitaminas y minerales. En el caso de las personas mayores, las más frecuentes son:
Además de esta clasificación básica hay otras variantes de esta enfermedad que debe ser diagnosticada lo antes posible para iniciar el tratamiento que frene el deterioro que sufre el organismo de quien la padece.
Como medidas preventivas la SEHH insiste en la importancia de una alimentación sana y equilibrada que debe ir acompañada de hábitos saludables que incluyan algo de ejercicio físico a diario. En este sentido, la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) recuerda la importancia que tiene para las personas mayores seguir una dieta adecuada que evite la malnutrición y la pérdida de calidad de vida.
Una vez diagnosticado el tipo de anemia de que se trata y su nivel de gravedad, el especialista determinará las necesidades de suplementos de hierro, vitamina B12 o ácido fólico u otros tratamientos a base de fármacos específicos o transfusiones de sangre.