
Una asociación de mayores sueca... en España
La primera asociación sueca de sénior en el extranjero se encuentra en la Costa del Sol española

En una parada de autobús en Fuengirola, un grupo de mayores suecos espera con ansias el inicio de una nueva excursión. Este lugar, situado entre Málaga y Marbella, se ha convertido en el punto de encuentro de una comunidad de personas mayores provenientes de Suecia. En esta ocasión, el plan es visitar la zona vinícola de Manilva.
Dentro del autobús todo es risas y charlas, mientras Milla, la guía de la excursión, va conversando con todos para que escuchen el itinerario del día. El paisaje se va volviendo cada vez más bonito mientras el autobús se dirige al destino. Montañas por un lado, el mar por el otro.
Llegando a las Bodegas Nilva, los recibe Archimedio, un emprendedor que lleva una década al frente de este proyecto. Este forma parte de una iniciativa local que busca preservar el cultivo artesanal de vid frente al avance urbano.
Durante la cata de vino Moscatel, la guía les plantea una curiosidad a todos los presentes. “¿Sienten que el vino tiene cierta salinidad gracias al agua del mar?”, mientras los asistentes disfrutan de queso y vino al aire libre.
Tras conocer la bodega y probar el vino, los mayores se dirigen a un restaurante donde los espera un almuerzo de arroz con mariscos, algo muy similar a una paella. Los cocineros preparan este manjar mientras todos los presentes no dejan de disfrutar el momento.
Muchos comparten su amor por vivir en España. Leif Wallin, de Hudiksvall, cuenta que desde los años 80 soñaba con mudarse al sur. “En ese entonces viajaba por Suecia y veía anuncios de casas en España. Recuerdo que pensé: ‘¡Quiero eso cuando me jubile!’”.
Su sueño se volvió realidad. Tal y como cuenta el diario sueco Senioren, Leif y su esposa Susanne viven desde hace tiempo en un piso en Fuengirola. “La vida es tan fácil aquí. Ni siquiera necesitas aprender español. Sabemos un poco, pero a menudo responden en inglés. Contamos con un consultorio médico sueco afiliado a la Agencia Sueca de Seguro Social en nuestro país. La visita cuesta 20 euros, se firma un papel y luego se encargan de todo”, explica Susanne.
Leif añade: “Funciona de una manera que no funciona en Suecia. Vas allí y consigues una cita de inmediato”.
Si bien muchos de ellos podrían acudir a un centro de salud español como ciudadanos de la Unión Europea, la mayoría prefiere usar el sistema médico sueco por un tema de familiaridad.
Los mayores suecos destacan una gran cantidad de beneficios de vivir en nuestro país. “Aquí es donde debes estar si quieres vivir bien. Comemos una dieta mediterránea, pasamos mucho tiempo al aire libre y hacemos ejercicio. Compro calamares cuando están en el mostrador de pescado y los cocino con ajo, perejil, cebolla y aceite de oliva”, cuenta Pia, una de las suecas que se mudó a España y disfruta cada día de las actividades y la gastronomía.
Pía lleva seis años aquí y Hasse, su pareja, más de dos décadas. Cuando se conocieron, él vivía en Mijas, pero decidieron empezar de cero y comprar un piso juntos en Fuengirola. “Vivimos en un edificio de 60 apartamentos donde sólo cuatro no son propiedad de españoles. Así que pasamos el rato con la gente aquí. También nos gusta conocer suecos, por supuesto”, cuenta Pia, quien reconoce que aprender el idioma ha sido un reto. “Siempre digo que sé ‘un poco’”.
También admiten que el costo de vida, a pesar de que ha subido tras la pandemia y la inflación, sigue siendo atractivo. “Sí, se ha vuelto más caro... Pero salir a comer fuera sigue siendo más barato que en casa”, dice Susanne. Leif remata: “Pero la mayor razón por la que vivimos aquí es la luz y el clima. Es maravilloso poder caminar por la playa incluso en otoño e invierno. Y tenemos mucha socialización en la colonia sueca. Cuando vienes al extranjero, los suecos son más abiertos entre sí”.
Antes de volver a casa, el grupo de mayores hace una parada en el Castillo de la Duquesa, una fortaleza histórica junto al puerto de Manilva. Allí, uno de los asistentes sufre una caída y se lastima la ceja. De inmediato, sus compañeros lo asisten y lo ayudan con mucho cuidado, demostrando la solidaridad que hay en la comunidad.

Una asociación con historia
Inger e Ivar Karlsson, dos de los presentes, cuentan que hace aproximadamente 40 años, un sueco de la zona tuvo la idea de fundar una asociación sueca para mayores. “Hace unas cuatro décadas había un hombre sueco que era muy activo aquí en la costa. Se le ocurrió la idea de crear una asociación sueca aquí. A los mayores de SPF (Sveriges Pensionärsförbund, Asociación Sueca de Pensionistas) les pareció una buena idea y así empezó todo”, dice Inger, hoy presidenta del grupo.
Actualmente, la asociación cuenta con 185 miembros y unos 40 simpatizantes más. “Soy miembro de la asociación Costa del Sol, mientras que mi esposa es miembro de nuestra asociación en Uppsala. Hay más gente que se dedica a ello, lo que significa que en la práctica somos más de 185”, comenta Magnus Berg, vicepresidente y tesorero adjunto.
Se estima que hay unos 3.500 jubilados suecos en Fuengirola, y que muchos de ellos inician su experiencia acudiendo a la Iglesia Sueca, donde encuentran orientación. “Incluso recibí ayuda para traducir algunos documentos al principio”, recuerda Magnus.
Una de las principales actividades es el viaje anual que realizan, llamado “Out in the Blue”, con un destino sorpresa. “Es gratis, así que suele venir mucha gente. Para poder asistir, es necesario haber sido miembro y haber pagado una cuota el año anterior”, aclara Inger.