Sociedad

¿Por qué me tiemblan las manos?

Ramón Sánchez-Ocaña

Foto: Bigstock

Sábado 15 de mayo de 2021

6 minutos

Aunque el temblor es frecuente en el mayor, no tiene por qué asociarse con la vejez

¿Por qué me tiemblan las manos?
Ramón Sánchez-Ocaña

Foto: Bigstock

Sábado 15 de mayo de 2021

6 minutos

Todos sabemos lo que es el temblor. Es ese movimiento anormal, involuntario, que nos obliga a una oscilación rítmica de alguna parte de nuestro cuerpo. Evidentemente pueden ser de muchos tipos, y los especialistas elaboran largas listas. Unos obedecen a enfermedades propiamente dichas y otros son ocasionales o al adoptar determinadas posturas.

El temblor en reposo, característico por ejemplo de la enfermedad de Parkinson, se manifiesta teniendo la extremidad apoyada y relajada. Por el contrario, el temblor postural surge cuando hay una contracción muscular concreta. Y este es al margen de temblores esenciales o asociados con enfermedades de otro tipo, el más frecuente. Se produce en personas sanas, sin ningún otro condicionante, y ve cómo poco a poco ese temblor se va instaurando en su actividad sin que haya un por qué concreto.

Suele manifestarse al apoyar por ejemplo una muñeca sobre un borde, al levantar la taza para beber un café, o al acercar a la boca algo que comer. 

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Ni vejez, ni alcohol

La verdad es que en muchas ocasiones se asocia el temblor a la edad. Y de hecho se acepta que a partir de los 65 años surja ese temblor que popularmente se conoce como tener “mal pulso”. En edades más tempranas suele aparecer después de un esfuerzo muscular o después de haber mantenido los músculos en una determinada tensión. También es significativo que si aparece en las manos, sea en la mano dominante. Pero no se puede asociar el temblor exclusivamente con la edad.

La creencia popular de que ese temblor postural está motivado por el abuso de alcohol tampoco es cierta. De hecho, especialistas muy cualificados sostienen que la posibilidad de que el alcoholismo induzca temblor esencial es una hipótesis que no ha sido probada. Lo que sí parece claro -y este es un riesgo evidente- es que esos temblores no provocados por beber, sí desaparecen con pequeñas dosis de alcohol. Un vaso de vino, por ejemplo, puede hacer desaparecer el temblor durante tres o cuatro horas, remedio que muchos pacientes conocen y emplean cuando tienen que mostrarse en público o realizar alguna tarea en que no quieren aparecer con el temblor. El riesgo de este “tratamiento” es evidente ya que si el temblor es continuo exigirá también la bebida de manera intermitente, con el riesgo de adicción que conlleva. La recomendación válida es que quien lo padezca acuda a una consulta de neurología en donde se le pueda imponer el tratamiento correcto y adecuado sin los efectos indeseados que el alcohol puede comportar.

Temblor esencial

Se llama así al de tipo heredofamiliar, que puede aparecer a cualquier edad y que no tiene más síntomas que el del propio temblor. Como suele ocurrir en medicina, cuando se denomina esencial, quiere decir que se desconocen las causas. Suele aparecer en la edad media de la vida y se acentúa según se van cumpliendo años. Se evidencia, sobre todo, al estirar los brazos; o al oponer en un plano horizontal y sin apoyo las manos enfrentando los dedos índices sin llegar a tocarse. Otra demostración se basa simplemente en coger un papel por un extremo con el brazo extendido.

Sin embargo, así como en el caso del Parkinson el paciente tiende a escribir con la letra muy pequeña (porque necesita sentir la mano apoyada), en el temblor esencial no aparece esta característica.

Se sabe, sí, que es tres veces más frecuente que la enfermedad de Parkinson y que según los estudios realizados en España (Hospital de Móstoles y 12 de Octubre) prácticamente dos tercios de la población española mayor de 65 años con temblor esencial no están diagnosticados. Como decía el Dr. Bermejo-Pareja, uno de los autores de este trabajo, “el temblor esencial es el hermano pobre de los trastornos del movimiento a pesar de su frecuencia “

El problema es que no se sabe por qué se produce, aunque hay varias teorías que se inclinan por la existencia de algún defecto bioquímico. 

Temblor de escritura y voz

Al margen de los temblores asociados a enfermedades neurológicas, o que pueden ser síntoma de ellas, hay alteraciones del movimiento que surgen durante una acción específica y solo en esa circunstancia. Y se pone de ejemplo el temblor al escribir, y no, por ejemplo, ante una postura concreta o durante un movimiento. Al colocar el brazo para escribir (o para cualquier cosa que exija esa postura) surge el movimiento rítmico e involuntario . 

No se debe confundir ese temblor con el llamado “espasmo del escribiente”, aunque pueda compartir con ese síntoma algunas características. El espasmo es una distonía que dificulta el arranque de la acción, pero no cursa con temblor. 

También al hablar puede aparecer el temblor sin otras dolencias asociadas. Puede ser una derivación de temblor esencial, aunque los especialistas señalan que en ese caso suele haber  una historia familiar de casos similares.

Sin diagnóstico

La mayoría de los temblores están sin diagnosticar. Y es lógico si se piensa que una gran parte de ellos no alteran la calidad de vida de los pacientes. Es una ligera molestia que el que la sufre trata de remediar con mil y un trucos (normalmente valiéndose de las dos manos). Cuando influye en la calidad de vida es cuando acude en busca de solución. Y aunque la alteración de esa calidad es un valor muy subjetivo, se puede comprobar con unas pruebas elementales: mantener en vilo un vaso de agua lleno, dibujar una espiral, seguir paralelamente una línea al escribir...

Se pueden adoptar una serie de medidas no farmacológicas.

En principio, para desarrollar las actividades que originan el temblor, se puede mantener apoyadas las manos para evitar ese movimiento. Si no se quiere medicar, lo aconsejable, por ejemplo para tomar líquidos es hacerlo en un bol o en una taza, sin emplear la cuchara. El uso de pajas o de vasos con tapa en algunas circunstancias también puede ser una solución.

Cuando el temblor dificulta tareas habituales como abrocharse o atarse los zapatos, se debe utilizar el velcro.

Si se decide un tratamiento farmacológico es el especialista el único capacitado para prescribirlo

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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