En Italia le conocen como el Robinson Crusoe italiano. Su nombre es Mauro Morandi, tiene 81 años y llegó a la isla de Budelli, al norte de Cerdeña, en 1989. Desde entonces ha vivido allí solo por voluntad, ha sido el único habitante de la isla durante más de tres décadas. Pero ahora ha publicado en Facebook: "Me iré con la esperanza de que en el futuro Budelli esté protegido como lo he protegido durante 32 años", al parecer, presionado por las autoridades italianas para hacerlo.
El único habitante de la paradisiaca isla Budelli, parte del archipiélago de la Magdalena y famosa por su playa de arena rosa, vivía tranquilamente su buscada soledad cuando el año pasado las autoridades, cuenta Mauro, le conminaron a que abandonase la isla.
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Morandi era profesor de educación física en Módena y, como confesó hace tres años a la BBC siempre fue "un poco rebelde. Estaba muy cansado de muchas de las cosas de nuestra sociedad: el consumismo y la situación política en Italia... Y decidí mudarme a una isla desierta en la Polinesia, lejos de toda civilización. Quería empezar una nueva vida cerca de la naturaleza".
Junto a un grupo de amigos que compartían sus mismas ideas y forma de ser Morandi compró un viejo catamarán y lo restauraron, pero tras hacerlo comprendieron que no les quedaba dinero para hacerse con el barco a la mar y llegar hasta Polinesia. Así que pusieron rumbo al más cercano archipiélago de la Magdalena para reunir allí trabajando el dinero que les permitiese realizar s sueño.
"¿Crees que podría ocupar tu lugar?"
Pero de camino, y puesto que debían pasar cerca, decidieron visitar Budelli donde conocieron al guarda de la isla al que le faltaban pocos días para jubilarse. Morandi, cuenta en Outlook, no lo dudó y rápidamente le preguntó: "¿Crees que podría ocupar tu lugar?"
Y allí se quedó, cuidando su isla y charlando de vez en cuando llegaban turistas en verano. "Encontré mi propia Polinesia a las puertas de mi casa", asegura.
A Budelli se podía llegar hasta 1994, pero aquel año pasó a convertirse en parque nacional y a día de hoy, en número de visitantes está extremadamente restringido porque los turistas tenían la fea costumbre de llevarse la fina arena rosa de su playa.
Amenazas y presiones
Desde entonces Mauro ha tenido que enfrentarse a varias amenazas de desalojo. De hecho, en 2020, Fabrizio Fonnesu, director del Parque Nacional de La Magdalena, declaró en la cadena CNN que Morandi había remodelado sin permiso su pequeña choza, una antigua emisora de radio durante la segunda Guerra Mundial.
Pero los intentos de desalojo fueron rápidamente contestados desde la plataforma Change.org desde la que se elevó una petición ciudadana al gobierno, con más de 73.000 firmas, para que Mauro pudiese continuar en la isla.
Sin embargo, el domingo pasado el Robinson Crusoe italiano anunció que las presiones para que abandonase la isla eran ya demasiado fuertes. "Me he hartado, me marcho", explicó. Y en unas declaraciones concedidas a The Guardian, el antiguo profesor aventurero aclaró que pensaba mudarse a un pequeño piso en otra isla cercana. "Mi vida no cambiará demasiado, seguiré viendo el mar", declaró.