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Síndrome de las piernas inquietas: síntomas, principales causas y tratamiento

65ymás

Foto: Big Stock

Lunes 9 de octubre de 2023

ACTUALIZADO : Lunes 9 de octubre de 2023 a las 9:07 H

6 minutos

Hasta un 90% de las personas que lo padecen podrían estar sin diagnosticar

Síndrome de las piernas inquietas: síntomas, principales causas y tratamiento
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Lunes 9 de octubre de 2023

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El síndrome de las piernas inquietas podría afectar a 2 millones de personas en España. La Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que este síndrome afecta a un 10% de los adultos y a un 4% de los niños y adolescentes. Además, según el SEN, el 90% de estas personas que lo padecen estarían sin diagnosticar.

El síndrome de las piernas inquietas, también conocido como enfermedad de Willis-Ekbom, es un trastorno neurológico que consiste en generar una necesidad de mover las piernas que no pueden controlar. Esta necesidad se genera por una sensación de ardor, hormigueo o picazón, durante momentos de reposo, y que se reduce con el movimiento. Además, estos síntomas suelen darse durante la tarde y la noche, lo que genera problemas de sueño también.

"Puesto que los síntomas de esta enfermedad suelen darse principalmente durante el descanso o por la noche, es muy común que los pacientes experimenten dificultades para dormir o relajarse, lo que puede afectar mucho la calidad de vida del paciente", explica la Dra. Celia García Malo, Vocal del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la Sociedad Española de Neurología.

 

Recomendaciones para prevenir los problemas de sueño en mayores

 

"No en vano, el síndrome de las piernas inquietas, además de su impacto en la calidad del sueño, suele estar asociado con ansiedad y depresión, además de que puede tener un significativo impacto en las relaciones sociales y laborales", añade.

En la mayor parte de los casos, sobre todo al inicio de la enfermedad, los síntomas se presentan de manera muy discreta y fugaz, provocando que la mayoría de los pacientes no consulten sus síntomas hasta que la enfermedad ha pasado a una segunda fase. Esto genera que el diagnóstico se vea retrasado varios años, superando los 10 años de retraso en gran parte de los casos. Parte del problema en el retraso diagnóstico tiene que ver con "normalizar" la aparición de estas molestias y por la dificultad para acceder a un médico especialista que pueda esclarecer el diagnóstico.

Sobre todo, explica la doctora, "son los casos que se inician en la edad pediátrica, cuando la presencia de estas molestias en las extremidades puede ser achacadas a dolores de crecimiento o a hiperactividad, donde se dan los mayores retrasos en el diagnóstico". "Y, sin embargo, sabemos que al menos un 25% de los pacientes comienzan a experimentar los síntomas de la enfermedad en la infancia o en la adolescencia", añade.

Recomendaciones

Los casos que se inician a edades más tempranas son las que pueden llegar a convertirse en los casos más graves. Alrededor de un 20% de los casos más graves del síndrome de piernas inquietas se da en personas cuyos síntomas empezaron antes de los 20 años. "En todo caso, no se trata de una enfermedad que solo debute en la infancia o en la adolescencia. Ya que, aunque puede iniciarse a cualquier edad, en general, la gran mayoría de las personas comienzan a experimentar los síntomas a partir de la cuarta década de la vida. Además, es más común en mujeres que en hombres", afirma García Malo.

Por lo tanto, la recomendación es que todas las personas que experimenten molestias en las piernas, sobre todo cuando ocurren con tal frecuencia que dificultan el inicio o el mantenimiento del sueño, consulten con su médico para realizar un correcto diagnóstico, estudiar si existe alguna causa subyacente y tratar de forma adecuada el trastorno. Aunque aún se desconocen las causas que están detrás de esta enfermedad, se la ha relacionado con factores genéticos, deficiencias de hierro y alteraciones en los niveles de dopamina en el cerebro. Pero también puede estar asociada a ciertas enfermedades y condiciones médicas, como la insuficiencia renal, la diabetes, el embarazo, neuropatías, afecciones de la médula espinal o a enfermedades como el Parkinson o la esclerosis múltiple.

"Dependiendo de si se identifica o no algún tipo de causa subyacente, variará el tratamiento. En todo caso, por lo general, el tratamiento se centrará en abordar los síntomas y mejorar la calidad del sueño. Los enfoques terapéuticos pueden incluir cambios en el estilo de vida, como evitar el consumo de cafeína y alcohol, mantener una rutina regular de sueño, hacer ejercicio y aplicar técnicas de relajación. Y en casos más graves o cuando la enfermedad interfiere significativamente con la calidad de vida, existe medicación específica para mejorar los síntomas", explica la Dra. Celia García Malo.

"En todo caso es importante que se realice un correcto seguimiento de la evolución de la enfermedad y de sus síntomas para tratar de que esta enfermedad no vaya a más. Ya que, cuando la enfermedad evoluciona y los pacientes sufren una forma grave de esta enfermedad, es mucho más difícil dar con una pauta de tratamiento que sea efectiva".

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