Agus Calvet
Tecnología
Aparatos que transmiten radiaciones y debemos evitar tener cerca
Agus Calvet
Foto: BigStock
Domingo 5 de septiembre de 2021
ACTUALIZADO : Martes 28 de septiembre de 2021 a las 10:35 H
4 minutos
No existen estudios que corroboren los efectos negativos de radiaciones que nos acompañan cada día

Cuando en nuestra vida diaria hablamos de las radiaciones es importante entender que en el ambiente se generan de forma natural. La tierra, de por sí, ya genera cierto tiempo de radiación.
Siendo puristas, el fenómeno de la radiación es la propagación de la energía en forma de ondas o partículas a alta velocidad. Las más comunes y, por las que muchos consumidores se preocupan a la hora de adquirir equipos eléctricos y electrónicos para el hogar, son las radiaciones procedentes de los campos electromagnéticos.
La primera ‘advertencia’ que hay que tener en cuenta cuando se habla de radicaciones en el hogar es la tranquilidad. La seguridad de los aparatos eléctricos y electrónicos ha aumentado de forma notable en las últimas décadas y las posibles precauciones que podríamos tomar son un plus a la poca incidencia que, de por sí, ya podrían tener sobre nuestro cuerpo o nuestra salud.
Por defecto, todos los aparatos domésticos que requieren electricidad generan un campo magnético (llamado CEM) que decrece rápidamente conforme nos alejamos del aparato.
Estos campos no ionizantes están presentes en todas las partes de casa y también en los lugares de trabajo. Por ejemplo, las redes inalámbricas, como el WIFI, están siempre encendidas. En torno a dichos campos se han generado muchos bulos y noticias falsas sobre su incidencia en la aparición de enfermedades, y más concretamente en el caso del cáncer. Sin embargo, no existe ningún estudio médico serio que demuestre que este tipo de campos pueden causar enfermedades.
En el hogar los aparatos de radio y las antiguas televisiones de tubo funcionan con radiofrecuencias más bajas que las que utilizan los teléfonos móviles, pero en dosis muy pequeñas. Y en el caso de las televisiones modernas y monitores de ordenador, su emisión electromagnética es mínima.
¿Y qué ocurre con los teléfonos móviles? Numerosos estudios han comprobado que su emisión e incidencia sobre los seres humanos es inapreciable. Más dudas siempre han generado las torres de telefonía, instaladas en muchas ocasiones en las azoteas de los edificios. Sin embargo, ocurre lo mismo que con los terminales: no hay ninguna evidencia científica que concluya que las ondas emitidas por dichas antenas dañen la salud.
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Caso similar es el de las torres de alta tensión. Vivir en las cercanías o estar un tiempo prolongado junto a una de ellas no genera ningún problema de salud derivado de la emisión electromagnética. Los posibles riesgos vendrían derivados de otros peligros, como pueden ser el impacto visual de dichas torres o su capacidad para atraer los rayos durante las tormentas eléctricas.
Y llegamos a un ‘clásico’ de la mala fama en cuanto a la radiación en el hogar: el microondas. Estos hornos funcionan a radiofrecuencias más altas que las de los teléfonos móviles, pero, para tranquilidad de todos, cuentan de fábrica con una protección y blindaje que reducen la posible radiación que podría afectarnos. Eso sí, si tenemos una avería en uno de estos equipos o ha sufrido algún golpe muy fuerte, lo mejor es consultar con el servicio técnico o comprar uno nuevo.
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Sin embargo, sí que existen una serie de radiaciones electromagnéticas a las que hay que prestar atención, y son las llamadas ionizantes. Son capaces de afectar a nuestro organismo y son utilizadas en equipos de diagnóstico o medicina nuclear, rayos X. En este caso, su uso está muy controlado y realizado con seguimiento médico, por lo que es improbable que, de forma accidental o en el hogar, podamos resultar afectados por este tipo de radiación.