La soledad no deseada es un cáncer que lleva años acechando al mundo moderno. Por desgracia, la pandemia ha agrandado aún más este problema y, concretamente, en España el 30 y el 50% de los mayores de 65 años que viven solos sufre este mal. Con estos datos, lo que realmente preocupa a los expertos son los daños emocionales y mentales que el aislamiento puede acarrear, sobre todo, por su efecto negativo en la calidad de vida de la persona. Dicho esto, la situación comienza a ser dramática para gran parte de la población. Por ello, vamos a enumerar los tres tipos de soledad que existen y cómo debemos afrontarlos, según la psicóloga Suzanne Degges-White.
Suzanne Degges-White ha publicado un artículo en 'Psychology Today' en el que afirma que “la soledad refleja la ausencia de la conexión, no la ausencia de las personas”. Es por esto que muchas personas pueden sentirse solas estando rodeadas de gente. De esta forma, la psicóloga hace hincapié en que brindar apoyo es fundamental para evitar que alguien de nuestro entorno sufra ese sentimiento de soledad no deseada.
A continuación, estos son los tres tipos de soledad que, según la experta, todos podemos experimentar en algún momento de nuestras vidas.
Soledad existencial
Degges-White describe este tipo de soledad como “una parte inevitable de la experiencia humana” y que, un poco de ella "es bueno para el alma", pero que también puede despertar sentimientos negativos. Forma parte de nuestros pensamientos más profundos, pues son las conocidas como dudas existenciales que todo ser humano ha tenido alguna vez.
“El dicho de que naces solo en este mundo y te vas solo, sugiere que la soledad existencial es un aspecto ineludible de la vida”, añade la psicóloga. Entonces, ¿cómo podemos luchar contra ella? Realmente, la experta dice que el miedo al aislamiento, la muerte o la falta de libertad, es inevitable que todos los experimentemos en determinados momentos de nuestra vida. Por ello, la mejor manera de librar esta batalla es reconocer ese temor y utilizarlo como algo positivo. Centrarnos en vivir el presente es el arma principal para combatir esos pensamientos que nos afectan.
Soledad emocional
La soledad emocional consiste en la falta de afección. Un ejemplo claro es cuando todo el entorno de la persona, excepto ella, tiene pareja. Entonces, se le despierta esa necesidad de cariño que tiene el resto. La psicóloga también afirma que sucede cuando alguien muy cercano –ya sea pareja o miembro de la familia– se marcha y deja ese vacío en su vida.
Tal y como expone Degges-White, una buena forma de atenuarla es “mantener un sistema de apoyo saludable”, es decir, que la persona se rodee de buenas relaciones y se implique en ellas. Esto no puede hacer “que suceda una ‘amistad instantánea’ o encontrar un ‘alma gemela’ de la noche a la mañana”, dice, pero sí ayuda a crear lazos más fuertes con el entorno para que este sea de verdad, que le apoye y sea su respaldo ante estos momentos.
Soledad social
La sufre aquel que no tiene relaciones sociales o, si las tiene, se siente solo igualmente, ya que no se siente escuchado, valorado o tiene miedo a ser rechazado. Por ello, el no contar con ese apoyo social por parte de amigos, familia o pareja, puede provocar que la persona experimente ese sentimiento.
La psicóloga recomienda que, si se trata de una relación de pareja, traten de cambiar su rutina: “Apuntaos a una clase de baile de rumba, foxtrot o salsa para principiantes”, por ejemplo. Por otro lado, también aconseja buscar otro círculo con el que compartir intereses similares. Esto último, “es una de las formas infalibles de iniciar una nueva amistad”, concluye.