Aunque el lavavajillas es el electrodoméstico estrella de nuestras casas, aún hay muchas personas que prefieren seguir lavando a mano sus platos, vasos y utensilios de cocina. Además, aunque tengas lavavajillas, es cierto que hay cierta vajilla o menaje que es preferible lavarlo a mano para un mejor resultado. En esos casos, vamos a darte algunos consejos para que tu limpieza sea lo más eficaz posible.
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), para clasificar un detergente debemos fijarnos en la cantidad de tensioactivos que contienen, es decir, aquello que hace que tenga más o menos espuma. Cuantos más tensioactivos tenga, más limpia quedará nuestra vajilla. Pero, no solo existe un tipo de tensioactivos, sino que existen varios:
La cantidad de uno u otro hace que a la hora de limpiar nuestros platos necesitemos más o menos producto. De ahí que sea importante fijarnos en este detalle en las etiquetas, más allá del precio, ya que será el que realmente nos haga que gastemos más o menos producto mientras fregamos.
Si aún no entiendes para qué se usa cada estropajo vamos a tratar de aclarártelo, ya que cada uno de ellos tiene una función diferente.
El verde, el más habitual, está diseñado para limpiar las manchas sin problema. Sin embargo, en algunos platos o utensilios delicados, este tipo de estropajo podría dañar y arañar la superficie, por ello, es aconsejable utilizar el de color azul. Con este podremos limpiar las copas de vino, la vitrocerámica o algunos otros objetos más sensibles.
Además de estos dos anteriores, sin duda los más habituales de encontrar, existe otro de color negro diseñado para aquellas tareas de fregado más duras que requieren de más fuerza y precisión.
Es importante para una buena desinfección y limpieza de nuestros platos que los estropajos que utilicemos estén en perfectas condiciones. Por ello, te recomendamos que tras cada uso lo enjuaguemos y lo escurramos bien para evitar la aparición de malos olores y bacterias.
Además, para ahorrar agua durante tu lavado es aconsejable que los platos estén previamente lo más limpio posible y sin restos de comida. Para ello, ayúdate de una servilleta para retirar los alimentos que queden. Igualmente, puedes reducir el gasto de agua si primero enjabonas todos los platos y los vas colocando en un barreño para posteriormente enjuagarlos todos juntos. Es muy útil si colocas los utensilios que aún tienen espuma debajo de los que están siendo aclarados para aprovechar el agua que vaya cayendo.