
Basta con comer un solo huevo a la semana para reducir el riesgo de alzhéimer
Los investigadores creen que este vínculo se debe a su contenido de colina y omega-3

Dos fármacos contra el cáncer, esperanza contra el alzhéimer
¿Puede la dieta MIND reducir el riesgo de tener problemas de memoria?
Uno, dos, tres… Escalfados, duros, fritos, los huevos finalmente están siendo reivindicados tras décadas de culpa por el colesterol. Pero, al parecer no son los villanos dietéticos que se les ha atribuido durante tanto tiempo.
Sabemos que el El alzhéimer (EA) es una enfermedad neurodegenerativa que supone la primera causa de demencia a nivel mundial. Se estiman unos 40 millones de personas en el mundo afectadas de demencia atribuible a ella. En España, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), podrían existir unas 800.000 personas con esta patología.
El papel de la dieta
Las intervenciones dietéticas efectivas tienen el potencial de disminuir la carga de la EA desde el punto de vista de la atención médica y la calidad de vida. Las yemas de huevo son una fuente dietética rica en colina, ácidos grasos omega (ω)-3, luteína y otros nutrientes que se cree que afectan la salud cognitiva, como refleja un estudio de 'Nutrients'.
Y son, además, la principal fuente de colina un nutriente esencial que es precursor del neurotransmisor acetilcolina y un componente crítico para muchos fosfolípidos que comprenden las membranas celulares, como indica un ensayo de 'Journal of Dietary Suplemments'. Las acciones neurprotectoras de la ingesta dietética de colina han sido revisadas recientemente por expertos en el campo]. En algunos trabajos se ha planteado la hipótesis de que la ingesta dietética de colina rescata esta pérdida en la función colinérgica . Al mismo tiempo, la evidencia sugiere que los ácidos grasos ω-3 tienen el potencial de modular una serie de procesos moleculares y celulares que afectan la salud cerebral y visual, así como las reacciones inflamatorias.
A todo ello se suma que un estudio de N'ature Medicine' demostró que las concentraciones de 10 lípidos validados (8 de los cuales contienen colina y ácidos grasos ω-3) en la sangre periférica predicen la fenoconversión a deterioro cognitivo leve amnestésico o EA en un plazo de 2 a 3 años. Y al mismo tiempo, se ha constatado en un trabajo de ‘Neuroepidemiology’ que los huevos son una estrategia práctica de intervención dietética para adultos mayores, debido a su mayor palatabilidad en comparación con otros alimentos de origen animal
Si bien son ricos en nutrientes, relativamente económicos y fáciles de conseguir, han sido objeto de mucha controversia en el ámbito de la salud y el bienestar a lo largo de los años, como comentábamos al principio del trabajo
Nuevas evidencias
Sin embargo, un nuevo estudio cuyos resultados aparecen en 'The Journal of Nutrition' podría ayudar a restablecer su buena reputación. Según los autores, comer un huevo a la semana se asoció con una reducción del 47% en el riesgo de alzhéimer, en comparación con comer huevos menos de una vez al mes.
También demostraron que quienes comían huevos presentaban una menor acumulación de proteínas tóxicas asociadas a la enfermedad. Antes de entrar en detalles, cabe mencionar que algunos de los autores recibieron financiación del Egg Nutrition Center, la división de educación en ciencia y nutrición de la American Egg Board.
Además, como explican los autores, "la colina modula la expresión de genes clave relacionados con la memoria, el aprendizaje y las funciones cognitivas mediante mecanismos epigenéticos. Si bien nuestro cuerpo puede sintetizar colina, no puede sintetizar la suficiente para satisfacer todas sus necesidades, por lo que es necesario ingerirla a través de la dieta"
Además de la colina, los huevos contienen ácidos grasos omega-3 esenciales, que contribuyen a la salud cerebral a medida que envejecemos.
Menor acumulación de proteínas
El estudio reciente incluyó datos de 1,024 adultos mayores con una edad promedio de 81,4 años. Todos los participantes vivían en comunidades de jubilados y residencias en Illinois. Asistieron a chequeos anuales y completaron cuestionarios de frecuencia alimentaria, y los investigadores les realizaron un seguimiento durante un promedio de 6,7 años.

Durante este tiempo, poco más de una cuarta parte de ellos desarrolló la enfermedad. Tras el análisis, los científicos descubrieron que las personas que consumían al menos un huevo a la semana tenían un 47 % menos de riesgo de desarrollarla durante el seguimiento, en comparación con quienes consumían un huevo al mes o menos, como hemos mencionado anteriormente.
En la segunda parte de su estudio, analizaron los cerebros post mortem de 578 participantes. Descubrieron que quienes comían uno o más huevos a la semana tenían mayor probabilidad de presentar una menor acumulación de proteínas asociadas al Alzheimer.
Sinergia de colina y omega-3
En general, los autores sugieren que consumir al menos un huevo a la semana puede ayudar a reducir el riesgo la patología, Explican que la colina y los omega-3 presentes en los huevos podrían tener un efecto sinérgico, ya que se combinan para proteger la salud cerebral durante el envejecimiento. Entre el 39% y el 40% del efecto protector se atribuyó a una mayor ingesta de colina en la dieta. Las yemas de huevo también contienen ácidos grasos omega-3, con propiedades neuroprotectoras reconocidas. La combinación de colina y omega-3 podría ser especialmente beneficiosa para la salud cerebral”.
También señalan investigaciones previas que demuestran que las personas con Alzheimer tienen mayor probabilidad de presentar deficiencia de omega-3 y colina. En general, los científicos concluyen que,"una vez replicados en otras cohortes prospectivas y confirmados mediante ensayos clínicos, estos hallazgos podrían tener importantes implicaciones para la salud pública al reducir el riesgo de enfermedad de Alzheimer en la población". Si los resultados se replican, podría ser una intervención muy útil y de bajo costo.
Sin embargo, el estudio presenta ciertas limitaciones. Por ejemplo, el seguimiento fue relativamente corto: tan solo 6,7 años. Esto, como explican los autores, aumenta el riesgo de causalidad inversa.