Saber lo que uno va a comer. No es mucho pedir, pero poder leer adecuadamente información básica como los ingredientes o la fecha de caducidad de las etiquetas de los alimentos envasados – que además es obligatoria–, sigue siendo aún una quimera para muchos mayores, y una asignatura pendiente para la mayoría de productos que consumimos en supermercados. Según denuncia un nuevo estudio de la Organización de Consumidores y UsuariosOCU(@consumidores), pese a las propuestas de cambio por parte de varias asociaciones de consumidores y otras plataformas, ni autoridades, ni marcas, han hecho nada aún por que el acceso a esta información mejore.
Todo ello, más de un año después de que 65YMÁS se hiciese eco de estas dificultades de lectura de las etiquetas, especialmente para las personas mayores con problemas de visión, que respaldado por expertos, asociaciones de mayores, o el impulsor del movimiento 'Soy Mayor, no idiota', Carlos San Juan, demostraban que la información básica de las etiquetas "no hay quien las lea".
El estudio de la OCU refleja que gran parte de las marcas todavía no han modificado en 2024 aspectos de diseño inclusivo, como aumentar el tamaño de la letra, la posición o el contraste de la información básica de las etiquetas. Y lo peor es que, como opina Carlos San Juan, "no se esperan cambios". "No me sorprende que no haya habido cambios en este tiempo. Esto demuestra, una vez más que los mayores somos invisibles" y reconoce que al supermercado él siempre va con una lupa para poder leer esta información.
Fuente: OCU
Una dificultad que afecta al 70% de los mayores de 60 años
Hablamos de datos básicos y obligatorios por la normativa (Reglamento 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor), que van desde los ingredientes, la fecha de caducidad o el contenido en azúcares que pueden ser de vital importancia, especialmente para la salud de las personas mayores, pero que son ilegibles. Según el estudio de la OCU, la letra demasiado pequeña es una de las principales razones para que la mitad de los consumidores no lean las etiquetas, una dificultad que afecta al 70% de los mayores de 60 años.
Además, el nuevo estudio de la asociación destaca que esta información obligatoria suele trasladarse a la parte trasera o a los laterales del envase con una letra tan pequeña que resulta difícil de leer y que apenas ocupa el 30% del etiquetado. El 70% restante corresponde a información publicitaria y al marketing del producto, según el análisis de la OCU y pone ejemplos con una decena de productos.
Fuente: OCU
Legibilidad deficiente en más de una decena de etiquetas
Desde la OCU explican que en 2015 realizaron un estudio de la legibilidad del etiquetado de 10 productos de alimentación en un laboratorio tecnológico. Nueve años después, en 2024, han repetido el análisis y han comprobado que la legibilidad "sigue siendo deficiente". Las etiquetas elegidas son muy variadas: desde un pan de molde, una bebida refrescante de naranja, unos cereales de desayuno, una salsa de tomate, un "chorizo" vegetal, un yogur líquido, unas lonchas que parecen queso, unas salchichas, unas galletas y unos caramelos.
"Nuestra reivindicación de que los fabricantes nos proporcionen a los consumidores etiquetas completas y detalladas de poco sirve si la etiqueta resulta difícil de leer, si hay que estar dando vueltas al envase buscando la denominación del producto, si se utilizan tantos idiomas que por fuerza la información ha de ir en letra minúscula, si el envoltorio de plástico donde se ha impreso la información tiene brillos o está cortado en mitad de una frase... de nada sirve", opinan desde la OCU. Por ello, vuelven a insistir a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (@AESAN_gob_es) – dependiente del Ministerio de Consumo– para que, en colaboración con las autoridades europeas, se reforme la actual normativa y se modifique al menos el tamaño de la letra de las etiquetas.
Fuente: OCU
Cuatro propuestas de cambio
En muchas etiquetas, según señala la OCU, "los mensajes comerciales ocupan más espacio, son más visibles y se leen mejor que la información obligatoria". De ahí que proponen cuatro cambios normativos en el etiquetado con la intención de ayudar al consumidor a hacer la compra bien informado:
1. Tamaño de letra más grande: en la actualidad la letra x debe medir 1,2 mm como mínimo. Piden que el tamaño mínimo sea de 3 mm. Además del tamaño de la letra, hay otros factores que influyen en la facilidad de lectura: el tipo de letra, el espacio entre letras y líneas, el grosor del trazo, el color de la impresión, el material sobre el que se imprimen los datos, etc.
2. Denominación en el frontal del envase: la normativa exige que aparezcan en el mismo campo visual la denominación del alimento y la cantidad neta (también el grado alcohólico en el caso de las bebidas con más de un 1,2 % en volumen de alcohol), pero no dice sobre qué superficie. Piden que la denominación figure en el frontal del envase, de manera que en un primer vistazo sepamos exactamente qué estamos comprando, sin tener que mirar en la parte de atrás, en la lista de ingredientes.
3. Porcentaje del ingrediente destacado en el frontal del envase: si un producto se anuncia "con aceite de oliva" o cualquier ingrediente de valor, piden que en la misma frase y con el mismo tamaño de letra nos detallen el porcentaje exacto. Esta salsa pizza por delante anuncia que lleva aceite de oliva, y por detrás, en la lista de ingredientes se desvela la cantidad que emplea: "un irrisorio 0,38%". También piden que los productos aromatizados utilicen la palabra "sabor a" en el frontal y en el mismo tamaño de letra.
4. Definición de "natural", "casero" y "artesanal": otra reivindicación es que la normativa recoja el significado exacto de estas palabras para saber qué aportan al alimento. ¿Qué tiene de especial un pan natural 100%? "No lo sabemos: a los consumidores nos suena bien, pero nada más. La utilización sesgada de los términos del etiquetado es un apartado más que influye en la legibilidad y que no podemos pasar por alto. Pedimos que se regule su uso", defienden desde la OCU.
Fuente: OCU
"Beneficiaría no solo para los mayores sino a todos los ciudadanos"
Desde la Plataforma de Mayores y Pensionistas (@PlataformaPMP) celebran la incitativa de la OCU a favor de la legibilidad, que recuerdan "no es nueva", –ya que ya se planteó hace más de una década– pero confían en que esta vez se pueda conseguir un cambio regulatorio o al menos por parte de las marcas. "Cada vez hay más conciencia social sobre alimentación saludable, autocuidado y prevención de enfermedades – con especial foco en los mayores y el envejecimiento saludable– por lo que ahora sí puede ser el momento".
Informar adecuadamente a los consumidores debería ser una prioridad que beneficiaría "no solo para los mayores sino para todos los ciudadanos", opinan desdela Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España Mayores (@MayoresUDP). Al mismo llaman a poner fin a la publicidad engañosa. "Más allá del tamaño de la letra,la información debería ser adecuada y no caer en mensajes engañosos sobre la salud con supuestos beneficios que luego no están demostrados científicamente", concluyen.
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.