Planes de pensiones

¿Qué es mejor, la renta vitalicia o un plan de pensiones?

Toni Esteve

Foto: Bigstock

Sábado 19 de diciembre de 2020

4 minutos

Ambos productos tienen incentivos fiscales y suelen ser más rentables cuanto mayor es la aportación

¿Qué es mejor, la renta vitalicia o un plan de pensiones? (Foto Bigstock)
Toni Esteve

Foto: Bigstock

Sábado 19 de diciembre de 2020

4 minutos

Buscar ingresos alternativos que complementen la pensión pública de la Seguridad Social en el momento de jubilarnos siempre es una buena idea si queremos mantener nuestro nivel de vida cuando dejemos de trabajar. En el mercado encontramos múltiples productos que persiguen ese objetivo, entre los que encontramos la renta vitalicia y los planes de pensiones. No se trata de productos incompatibles ni excluyentes. Ambos cuentan con incentivos fiscales y suelen ser más rentables cuanto mayor inversión de capital realizamos, de modo que es conveniente no esperar para contratarlos cuando ya estemos demasiado cerca de nuestra jubilación.

Es habitual que la renta vitalicia la comercialicen empresas aseguradoras, puesto que su funcionamiento es parecido a un seguro de ahorros a largo plazo. Y una cosa muy importante que debes saber es que la inversión en este producto no está garantizada: no hay que confundir renta fija con depósitos a plazo fijo. Las aseguradoras invierten ese dinero en el mercado de renta fija, lo que significa que, si los intereses que se consiguen son inferiores a la inflación, no podremos recuperar todo el capital aportado. Del mismo modo si esa inversión va a parar a deuda pública de países (en principio, una inversión conservadora y de poco riesgo), podría verse comprometida por una crisis de deuda soberana del país en cuestión. Además, los seguros de rentas vitalicias no están protegidas por el Fondo de Garantía de Depósitos.

 

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Cuando contratas el seguro de renta vitalicia abonas una prima única a una compañía aseguradora, a cambio de obtener un renta para complementar la pensión pública una vez te jubiles. Una de las ventajas del producto es que esta aportación de capital tiene un trato fiscal muy favorable, ya que los ingresos que suponen la renta una vez nos hemos jubilados tributan muy poco. Pero eso sí, al igual como puede pasarte con los planes de pensiones, si intentas rescatar ese dinero antes de tiempo, lo más probable es que tengas una penalización que recorte tu capital.

Distintos perfiles de ahorrador

También debes tener en cuenta que hay muchos tipos de renta vitalicia, y algunas modalidades pueden sorprenderte, ya que, aunque se llamen “vitalicias”, ese ingreso puede no estar garantizado mientras vivas. Así, en algunos casos, la renta dura hasta que se termina el capital, de modo que si vivimos muchos años, esa renta se nos podría terminar antes de fallecer.

Tampoco todos los planes de pensiones son iguales. Están los que, en función del perfil del ahorrador, invierten en activos que garantizan total o parcialmente el capital aportado (pero con una baja rentabilidad); los que invierten en renta variable con el objetivo de obtener una rentabilidad mayor con inversiones más arriesgadas (no tan recomendable para quien lo contrata ya cerca de la edad de jubilación); y los mixtos: que diversifican la inversión en una cartera que incluye renta fija y variable. La rentabilidad aquí tampoco está garantizada, ya que depende de la habilidad de la entidad que lo gestiona para generarla con las inversiones en activos que haga con el dinero de los planes. El gran atractivo de los planes de pensiones radica en sus ventajas fiscales, ya que las aportaciones a planes de pensiones de hasta 8.000 euros anuales desgravan en el Impuesto sobre la Renta de las Personas Física (IRPF).

Decidir entre contratar un seguro de renta vitalicia o un plan de pensiones (o ambos) puede depender de nuestro perfil como ahorrador, de el objetivo de rentabilidad que nos marquemos, de si ya contamos con otros productos de inversión y, teniendo en cuenta que se trata de inversiones a largo plazo, de tener muy en cuenta las comisiones y los gastos extra (penalizaciones, por ejemplo) que vayan asociados a un producto u otro.

Sobre el autor:

Toni Esteve

Toni Esteve es redactor especializado en temas de economía y consumo.

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