Lidia Lozano
Ocio
La curiosa historia del Monopoly: de criticar el capitalismo a defenderlo
La primera versión era anticapitalista
El Monopoly, el famoso juego de mesa basado en la acumulación de bienes arruinando a los otros jugadores, nació en 1903 como 'The Landlord's Game' (El juego del terrateniente). Su creadora, Elizabeth Magie -inventora, poeta y activista por los derechos de las mujeres-, se basó en las ideas económicas de Henry George, defensor de la teoría del geoísmo basada en la distribución equitativa de la riqueza obtenida de la naturaleza.
Las reglas de este primer juego podían ser dos: unas antimonopólicas, en las que cuando un jugador adquiría una propiedad, los demás ganaban algo y acababa cuando el que empezaba con menos fondos los duplicaba; y otras monopólicas, que establecían como prioridad acaparar el mayor número de propiedades y dejar al resto de jugadores sin fondos. Esta última es la versión que ha acabado extendiéndose, perdiendo así su objetivo primigenio, mostrar las ventajas del modelo económico de George y advertir de los males del capitalismo.
Convertirse en el dueño de todas las propiedades del tablero y arruinar al resto es el objetivo actual del juego, sin pensar en teorías económicas ni en moralejas. El de Magie no obtuvo un gran éxito comercial, pero logró patentarlo en 1905. En 1936, la empresa impresora de juegos Parker Brothers le compró la patente por 500 dólares, aunque un año antes, el ingeniero Charles Darrow había patentado un juego muy similar con la palabra 'Monopoly' en el centro del tablero. La empresa también le compró la patente, pero su contrato incluía pagos por derechos de autor, así que él se hizo millonario.
Éxito en la II Guerra Mundial y en la Unión Soviética
Una vez comercializado por Parker Brothers, el Monopoly alcanzó una fama mundial, adaptándose a cada lugar y cada época. En 1941, en plena Segunda Guerra Mundial, la Cruz Roja británica comenzó a incluir en sus paquetes de ayuda este juego de mesa junto con el resto de suministros para los soldados prisioneros en territorio enemigo. Como las autoridades no ponían trabas a su entrada, la inteligencia británica comenzó a enviar tableros con mapas ocultos, brújulas y documentos de escape. Estos secretos introducidos en las casillas y tarjetas con sumo cuidado, demostraron ser eficaces y ayudaron a más de un prisionero a fugarse de las cárceles alemanas.
Más tarde, en la Unión Soviética de la década de 1970, el Monopoly logró un éxito inesperado, ya que estaba basado en el capitalismo y la propiedad privada. Sin embargo, comenzó a importarse de manera ilegal hasta convertirse en un símbolo cultural entre la población soviética. Al ser comercializado ilegalmente, la escasez de juegos originales condujo a los ciudadanos a crear sus versiones caseras con materiales improvisados y calles y propiedades de la zona. Estas versiones se han convertido en objeto de colección al sobrepasar las barreras ideológicas y culturales en un contexto en el que el comunismo era la única vía válida de pensamiento.
Hoy en día cualquiera puede tener un Monopoly en casa. Hay versiones de series como 'Juego de Tronos' o 'Friends', de ciudades como Madrid o Barcelona, de películas como 'Toy Story' o 'Star Wars', de videojuegos como 'Mario Kart' o 'Fortnite', de equipos de fútbol como la selección española, de grupos de música como Queen o Metallica, y muchas más; pero siempre manteniendo esa ideología capitalista de arruinar al otro y ser el que más acumula.