Chema Molina León: "Los abuelos son los mejores profesores que tenemos en nuestra vida"
Publica 'Y sabía seguir huellas de lobo', una novela que explora el lazo entre abuelos y nietos
Chema Molina León, Doctor en Filosofía por la Universidad de Sevilla, máster en Asesoramiento Educativo Familiar por la Complutense y profesor con más de treinta años de experiencia, publica Y sabía seguir huellas de lobo, una novela que parte de una relación tierna y profunda entre un abuelo y su nieto.
Molina reconoce que el libro está escrito desde su aula y para su aula. “Este libro lo he escrito literalmente para ellos. Cada capítulo se lo iba leyendo en voz alta a mis alumnos, y así percibía cuándo se estaba convirtiendo en un rollazo o cuándo les estaba enganchando. Ha sido un trabajo en equipo”, explica a 65YMÁS.
La historia de un abuelo y su nieto
El autor explica por qué eligió ese vínculo como eje central de la novela: “La realidad incuestionable de que son los abuelos quienes más y mejor nos educan. Son los mejores profesores que hemos tenido en nuestra vida. Un abuelo te apoya en todo y siempre ayuda a encontrar respuestas a los interrogantes de la vida de sus nietos. Precisamente porque no tienen prisa en educar. Son geniales”.

Portada de 'Y sabía seguir huellas de lobo'
El personaje del abuelo está inspirado en su propio padre, ingeniero agrónomo, cuya presencia en su vida marcó su comprensión de la educación. “Mis padres lo son todo para mí. En el caso de mi padre, el modelo venía servido. Siempre ha sido alguien cercano. Hoy estamos viviendo una crisis de la figura paterna, un error gravísimo. No conozco a ningún adolescente que no necesite a su padre como referente”. Señala además que muchos padres no son conscientes de la importancia que tienen: “El drama es que ni los propios padres se dan cuenta de la importancia que tienen en la vida de sus hijos. Y eso es fundamental: que se atrevan a ser amigos de sus hijos. Amigos, ojo, no colegas”.
En la novela, la naturaleza aparece como una metáfora constante. “La naturaleza es un libro abierto. Es el origen de la vida y lleva millones de años generando respuestas válidas para sobrevivir. Pienso que es pura inspiración”. Molina defiende que pasear por el campo o por la playa no solo relaja, sino que reconecta con algo primario: “Como decían los clásicos griegos, el alma humana también es animal y vegetal. Por eso caminar por la naturaleza nos hace conectar con nuestros orígenes más profundos”.
El sabio papel de los abuelos
En la novela, el abuelo representa un refugio emocional. “Si tenemos tan cercano a alguien con tanta experiencia, ¿por qué no aprovecharlo? Son quienes mejor nos comprenden porque ya han vivido lo mismo. Además, son las personas que más nos quieren. Sus consejos pueden convertirse en auténticos tesoros. Mis alumnos ven a sus abuelos como auténticos líderes. Apoyo. Familia. Refugio. Sabiduría. Confianza. Experiencia. Pero, sobre todo, amor. Mucho amor”.

La novela se sostiene sobre la idea de que las generaciones pueden enseñarse mutuamente. “La gente joven es pura vitalidad. Tienen toda la vida por delante. Cuando he ido con mis alumnos a visitar ancianos, me asombro del poder que tienen solo con su edad. La gente mayor rejuvenece con mirarlos”, cuenta. “En algunos aspectos, más que aprender, los jóvenes hacen que los mayores disfruten recordando sus momentos más felices”, añade.
Y en medio de esta conversación también afloraron recuerdos del propio autor, señales de la huella que dejaron en él. “Mi abuela hacía unos albondigones al horno para chuparse los dedos. Nunca he vuelto a probar algo así. Mi primera oración consciente se la debo a mi abuelo. Fue el Bendita sea tu pureza. Cuando la rezo, aún escucho su acento andaluz”. El autor además reconoce que siempre lleva consigo la alianza de bodas de su abuelo: “No necesito más”.
Bullying: un tema necesario
La novela aborda un episodio de acoso escolar. Molina, con su larga experiencia educativa, explica “Hay que concienciar de que los insultos no son ni cosas de niños ni cosas de adultos. Mientras siga habiendo casos de acoso, es fundamental educar y ayudar a sanar las heridas recibidas”.
Describe también las señales que deberían alertar a las familias: “Desconfianza. Tristeza al salir y llegar a casa. Soledad. Cambios repentinos de humor. Inexpresividad. Tendencia a encerrarse en sí mismo. Ninguna persona se merece esto”.
Como educador y escritor, Molina explica cuál es la reflexión que le gustaría dejar en sus lectores: “Si son jóvenes, que me recuerden como el profe que les daba de leer cada día y les ayudaba a crecer como personas reflexivas y maduras. Si no lo son, quisiera abrirles una ventana a la contemplación de la naturaleza como fuente de inspiración y remanso de paz”.
Además, recuerda a esos maestros que confían incluso cuando nadie más lo hace: “Cuando hemos encontrado profesores que han confiado en nosotros, aun cuando nadie daba un duro por ese alumno que éramos, eso nos ha dado alas para volar”.



