Joaquín Ramos López
Opinión

¡Ayuda!

Joaquín Ramos López

Martes 9 de septiembre de 2025

3 minutos

¡Ayuda!

Martes 9 de septiembre de 2025

3 minutos

Nunca hasta ahora, o así quiero creer, se ha usado tanto esta significativa palabra. Bonita también, por lo que representa como mensaje y recurso humanitarios. Debilidad, en búsqueda de reparar una necesidad con una altruista solución. 

Ayudar es cooperar y es socorrer. Prestar ayuda es dar amparo por algo o para alguien necesitado de ser asistido. La ayuda que yo priorizo es aquella que se presta para aliviar al que no le responden sus esperanzas.

Y pedir ayuda pudiera ser gastar la última prueba de un pundonor; el recurso final a restituir una carencia vital sobrevenida, una salida a la desesperación.

En tiempos que ahora corren veloces, todo que los días duran lo mismo de siempre, lo de pedir ayuda se ha pluralizado y banalizado hasta el extremo de ser considerado como un recurso imprescindible de mejor sobrevivencia. Pienso, para disfrazar la capacidad de hacerlo naturalmente.

Sí, porque el común actor humano de esta moderna sociedad aspirante al disfrute de una vida intensa y feliz, donde la meta deseada es conseguirlo pronto y no quedarse atrás en el gozo de todo lo que nos llega, estima que un posible determinante para ello debe ser “las ayudas”. 

Es bastante repetido, que personas solas o sus agrupaciones profesionales, ciudadanas o corporativas, recurran y hagan ruido reivindicando esa tal mejora, o solucionar aquél desquiciado servicio público, para que sean resueltos con ayudas públicas.

O bien, los propios políticos, cuya responsabilidad es gestionar honesta y hábilmente los recursos legales que tienen atribuidos para financiar esta vapuleada “sociedad del bienestar” que nos hemos dado, recurren a otorgar ayudas, sacando de donde nos costará sangre, el dinero para satisfacerlas.

Pero eso parece estar bien, y si no para qué esta Papá Estado más que para ayudarme a conseguir el favor en tener lo que merecemos; pues yo y los demás somos los que importamos. Lo de donde venga, solo es cosa de otros.

Y ¿por qué haber trabas como el esfuerzo y el sacrificio tengan que ser las bases de conducta y responsabilidad personales ante la prosperidad individual y la cooperación social? No, no, lo óptimo es la disponibilidad para todos.

Además, no puede exigirse como antes que el mérito ganado sea lo que posibilite el ascenso y mejora de mi calidad de vida. Y, sobre todo, por qué debo renunciar a un mejor ocio y mayor descanso. Ya trabajaron más otros anteriormente.

Hemos pasado queriendo vivir mejor en un sentido global, de una menor entrega al vigor de ánimo para obtener los premios a lo sobresaliente, a una conformidad de esfuerzo relativo y buscar el complemento de la ayuda.

No dejaré de tener en cuenta que tengo a mi alrededor muchas muestras de logros personales en curso y desarrollo –los consolidados no entran aquí ahora– con claras metas importantes de superación. Y si he generalizado hasta aquí, es debido a tener una impresión bien asumida de esa machaca social de “las ayudas” como algo impropio de una comunidad integral en su conjunto.

Y creo que las ayudas que deben existir, las becas que necesitamos se otorguen, las subvenciones que merecen destinarse a proyectos de interés nacional, estratégico o de oportunidad de desarrollo, han de promoverse con decisión y justificarse en el mérito, la investigación, el desarrollo y nunca en favoritismos, además de ser supervisadas y evaluadas pragmáticamente.

Vuelvo a los políticos, ya que, por oficio, están llamados a aguantar las críticas por lo que no hacen, o lo hacen mal, y a no ser reelegidos en castigo de su incompetencia o falta de sensibilidad hacia sus votantes, por haberles fallado. Y digo también que, por prometer ayudas para corregir incontinencias y no cumplirlas debieran ser causa automática de dimisión

Por cierto ¿qué me dicen de esas ayudas a la nada justificada, al amiguismo de turno, a los problemas de otros lares, a corporaciones sindicales, políticas, gremiales, culturales de mínimos, proyectos ilusorios y otros subterfugios? ¿Acaso es nuestro deber sostener lo que otros deben resolver con sus medios por sus convicciones? 

Deseo hayan vuelto bien de sus vacaciones y no necesiten ayudas para un malavenido síndrome post vacacional.

Sobre el autor:

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López es abogado, vicepresidente de la Comisión Séniors del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB) y autor del blog Mi rincón de expresión.

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