Cartas a la directora

Carta desesperada de un pensionista a Sánchez y Belarra

Francisco Garoz

Miércoles 12 de enero de 2022

ACTUALIZADO : Miércoles 12 de enero de 2022 a las 10:05 H

6 minutos

Carta desesperada de un pensionista a Sánchez y Belarra
Francisco Garoz

Miércoles 12 de enero de 2022

6 minutos

Cartas al director (cintillo)

 

Me llamo Francisco Garoz Fernández de Soto y tenía un estudio de fotos en Carabanchel, el cual entró en quiebra en los años 2008-2009-2010, como le ocurrió a miles de estudios y tiendas (se cree que 15.000 tiendas de mi gremio cerraron sus puertas en un par de años), con lo que tuve que despedir a mis tres empleados, dándoles la indemnización que marcaba la Ley de entonces y decidí cerrar el negocio y solicitar mi jubilación anticipada el 4 de agosto de 2010, cuando acababa de cumplir 62 años, dado que la Ley me lo permitía.

No tuve más remedio que tirar la toalla tres años antes de cumplir 65, y no era por capricho, sino porque entré en una crisis económica muy grave que acabó en quiebra irremisible, ¡TRAS 46 AÑOS COTIZANDO!, de los cuáles más de 30 fueron como trabajador y el resto como Autónomo desde 1992.

La sorpresa fue cuando me dijeron en la oficina de la Seguridad Social de Carabanchel que mi pensión se quedaría reducida a 572,64 euros pues me iban a descontar el ocho por ciento anual de la pensión, multiplicado por tres de anticipo jubilar.

En resumen: un 24% DEL TOTAL DE LA PEQUEÑISMA PENSIÓN DE JUBILACIÓN que me quedaba, ¡después de trabajar y cotizar por 46 años!

Mi sorpresa fue inmensa y la cantidad a descontar me pareció excesiva y así se lo expuse al funcionario que me atendió pues se atenía a la NORMATIVA LGSS aprobada por R. D Leg. del 1/1984 de 20 de junio.

Me pareció una injustica ese exagerado descuento a una persona que se jubila antes de tiempo, teniendo en cuenta mis 46 años de cotización, pero no tuve más remedio que aceptar pues el mantener el estudio era inviable, a la vez que pensaba que a los tres años, cuando cumpliera 65 años me dejarían de descontar ese 24 %.

Pero no fue así y ahora que tengo 74 años no hago más que pensar que ese descuento era un castigo por jubilarme antes de tiempo, ¿pero un castigo de por vida?

¡No es justo, ni democrático, ni constitucional ni humano! Yo coticé durante 46 años para tener mi pensión completa después de los 65, aceptando ese descuento del 24% que me impusieron durante tres años, según yo pude entender.

Mi atrevimiento a escribir esta CARTA ha sido a raíz de que veo que se está debatiendo en todo el país y en el Parlamento todo lo relativo a las subidas de las pensiones máximas y mínimas, contributivas o no, viendo que el Gobierno “ha cogido el toro por los cuernos” y está consiguiendo paliar el asunto de las pensiones de las personas que hemos dado la gran parte de nuestras vidas al confort y progreso de las siguientes generaciones, realizando cambios sustanciales en un tema que era tabú para otros gobernantes.

Quizás con mi escrito consiga que mi caso y todos los que ocurren en el país, sean revisados y puestos al día con la pensión que merecemos y se elimine el aparente castigo que en su momento algún ministro o secretario general nos impuso con la nefasta LGSS aprobado por R. D. Leg. 1/1984 del 20 de junio.

¡Ojalá que mis palabras no caigan en saco roto y sacudan las conciencias de ustedes los gobernantes! Yo sé que mi CARTA puede acabar en la papelera del despacho de algún director de periódico, de canal televisivo o de algún Sindicato de trabajadores, aunque me quedan las redes sociales y el servicio de Correos de España, haciendo llegar hasta las entrañas del mismísimo palacio de la Moncloa, o aparecer sobre la mesa de la vicepresidenta o de algún ministro que sé, se preocupa por los ciudadanos con cualquier problema que pueda tener solución. ¡En ellos confío!

También sé que como mi caso habrá unos cuantos españoles más que fueron autónomos; que se hubiesen arruinado; que solicitaron la Jubilación Anticipada sugerida por el Gobierno de la época; que le descontaran el 24 % de la escuálida pensión de 753,47 euros y que se quedó en 572,64 euros DE POR VIDA; que hubiesen cotizado como yo por 46 años ininterrumpidos, que tuvieran que abandonar el país, la vivienda y el negocio que con tanto cariño montaron (en mi caso en 1992), convirtiéndose en emigrante “casi” forzado.

Por eso solicito de usted, señor presidente del Gobierno de España y de usted, señora vicepresidenta segunda y ministra de lo Social que revisen mi caso y que se me abone con carácter retroactivo la diferencia de ese 24 % que me llevan descontado durante ocho largos años, puesto que los tres anteriores lo daría por bueno, aunque sigo pensando que era injusto descontar ningún porcentaje por el mero hecho de jubilarme anticipadamente como marcaban las Normas.

¡Y si hay que cambiar las NORMAS, los DECRETOS o algún párrafo de alguna LEY, que se cambien, ahora que, por fin un Gobierno se ha atrevido a pensar en los jubilados y sus pensiones! Así se hace patria, ¡pero dense prisa, mi vida no puede ser mucho más larga!

Yo ahora vivo en Ecuador, desde el 2010 en que me tuve que venir con mi esposa de origen ecuatoriano a su ciudad Santa Rosa, en la provincia de El Oro.

Fue una acertada decisión, pues nos vinimos en plena crisis económica española y aquí hemos podido sobrevivir gracias a que mi esposa tenía casa propia y se pudo recolocar en su profesión.

Es maestra de música y con su pequeño sueldo y mi escasa pensión vivimos de un modo austero, pero tranquilo, a pesar de que en este país la pandemia y la crisis económica han golpeado muy duramente a su pueblo.

Por todo ello, le ruego a usted, a su vicepresidenta y ministro de Asuntos Sociales y a su ministro de la Seguridad Social que revisen esas NORMAS tan draconianas e injustas (según mi criterio) como es el descontar un veinticuatro por ciento de la pensión que tan merecida tenía después de 46 años de cotización.

Creo que desde que cumplí 65 años la pensión se tenía que haber puesto al día y si consideran que es de justicia, me pongan al mismo nivel de los que se jubilan a los 65 años cobrando lo que me corresponda una vez estudiado mi caso. Favor que me atrevo a pedir, esperando se me conceda.

Carta director

Sobre el autor:

Francisco Garoz