Diego Fernández
Opinión

Doña Carmen de La Mancha

Diego Fernández

Domingo 22 de marzo de 2020

3 minutos

Doña Carmen de La Mancha

Domingo 22 de marzo de 2020

3 minutos

La mala noticia ha llegado y no por esperada es menos mala. Mi abuela Carmen tiene coronavirus. Ahora a la medicación y a sus fuerzas les toca trabajar y a su familia nos toca intentar mantener la calma. Como no puedo estar junto a ella, para sentirla cerca, y porque prefiero llorar palabras a lágrimas, os voy a explicar quién es mi abuela Carmen.

Carmen tiene 88 años, nació en un lugar de La Mancha  del que sí quiero acordarme, Tembleque. Ella es la culpable de que el que les escribe, tenga una pedrada importante en la cabeza. Cuando todavía realizaba mis micciones en orinal, Carmen decidió que era buena idea dejarme sentado sobre él, encima de la cama. Tras la caída, el sujeto presentó un traumatismo en forma de chichón en la cabeza y el resto, los que me conocen, han tenido que aguantarlo.

Carmen es superviviente de una guerra, la Civil. Mi abuela la sobrevivió como la mayor de tres hermanas, con un padre en el frente, una madre enferma, un tío fusilado y su casa ocupada por el bando nacional. Quizá por eso, siempre me ha dicho aquello de “no os señaléis”, refiriéndose a que hablara de mis ideas políticas, mejor con gente de confianza. Sabe que nunca le he hecho caso, porque es muy lista. 

Tanto que Carmen es el único miembro y la letra A mayúscula de su propia RAE. Ella es la inventora del término "sinoes"”. Esta palabra define un lapso de tiempo indeterminado, que es el que mi abuela necesita para hacer las cosas. Por eso, cuando está liada con algo y la interrumpes te dice: "Dame un sinoes".

También suele utilizar a menudo la expresión “cógeme eso de ahí”. Una vez, para averiguar a qué se refería, la familia contrató los servicios del intrépido arqueólogo Indiana Jones, nunca más supimos de él.

Ahora que vais teniendo confianza con ella, os diré que otra de sus expresiones favoritas, utilizada para referirse a mi hermano y a mí, es "hermoso". Una palabra que si comparamos el canon de belleza particular de mi abuela con el índice de masa corporal, sería sinónimo de sobrepeso, pero ella tan contenta de vernos así y ofrecernos comida sin parar. Incluso de su plato. Si le sirves, te está diciendo "para, para, para" antes de que un solo fideo de sopa haya salido de la olla. Y si tienes vino, que sepas que querrá probarlo, luego seguro que dice que está fuerte y le echa gaseosa. Aprovecho para saludar a los esforzados enólogos, pero no la vais a convencer. 

Carmen tiene una fortaleza y un sentido del humor, igual de grandes. Hace casi 10 años falleció su marido,  mi abuelo Diego, por culpa del alzheimer. Después del funeral íbamos en el coche, mi tía, mi hermano, mi abuela y yo. Mi tía recordó que no habíamos pagado al tanatorio, a lo que mi abuela respondió: “ ¡Buah, no te preocupes,  se han quedado al abuelo de señal, total ná!”. Cierto, todavía tenían que incinerar al buen hombre.

Desde hace algún tiempo, Doña Carmen de La Mancha, autora de las mejores croquetas y guisos del mundo, para caminar, se apoya en dos muletas que le sirven de Rocinante. En este momento, en una cama de hospital, se enfrenta a sus gigantes, pero ella sabe que no son más que molinos y, como es manchega, está muy acostumbrada a ellos. Seguro que es capaz de vencerlos en un “sinoes”. 

P.D: Acabamos de hablar con ella por teléfono porque se ha hecho amiga de la compañera de habitación, le ha prestado el móvil y sabe de memoria el número de mi padre. Parece que está mejor. Doña Carmen de La Mancha uno, gigantes cero.


Diego Fernández es periodista de La Sexta Columna (La Sexta).

Sobre el autor:

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Diego Fernández es periodista en La Sexta Columna (La Sexta).

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