

Fomentar las relaciones intergeneracionales: una necesidad para una sociedad cohesionada
José De Juan SaboyaJueves 1 de mayo de 2025
4 minutos

Jueves 1 de mayo de 2025
4 minutos
Acaba de concluir la Semana Global Intergeneracional, una iniciativa que durante los últimos días ha impulsado en todo el mundo acciones destinadas a fomentar las relaciones entre personas de distintas generaciones. Esta celebración nos ofrece una oportunidad perfecta para reflexionar sobre la importancia de construir puentes entre jóvenes y mayores en una sociedad cada vez más diversa en términos de edad.
Vivimos en un momento histórico en el que conviven simultáneamente al menos cuatro generaciones distintas. Solo en España, por ejemplo, coexisten alrededor de 9 millones de personas menores de 19 años y otros 9 millones mayores de 64. Esta riqueza generacional podría ser una fuente inagotable de aprendizaje, innovación y cohesión social. Sin embargo, la realidad es que nuestra sociedad, aunque multigeneracional, no siempre promueve de manera activa las relaciones intergeneracionales. Muchas veces, generaciones distintas viven en mundos paralelos, con escasos puntos de encuentro que permitan el intercambio de saberes, valores y experiencias.
Las relaciones intergeneracionales son mucho más que simples encuentros puntuales entre personas de diferentes edades. Se trata de compartir conversaciones, vivencias y actividades de forma continuada en el tiempo, generando vínculos afectivos y espacios de aprendizaje mutuo. Cuando este tipo de relaciones se fomentan de manera estructurada a través de programas intergeneracionales, los beneficios son múltiples y afectan positivamente tanto a las personas mayores como a los jóvenes.
Para las personas mayores, el contacto frecuente con generaciones más jóvenes supone una fuente de vitalidad y autoestima. Estos encuentros promueven el envejecimiento activo, incrementan el sentimiento de utilidad y participación social, y ayudan a combatir la soledad y el aislamiento, dos de los grandes desafíos de la vejez contemporánea. Además, al identificar a los jóvenes como una fuente de innovación y conocimiento –especialmente en áreas como la tecnología– se estimula la curiosidad y se mantiene activa la capacidad de aprendizaje en edades avanzadas.
Por otro lado, para los jóvenes, interactuar con personas mayores supone una oportunidad inigualable para adquirir habilidades sociales esenciales como la empatía, la tolerancia y el respeto hacia lo diferente. Los mayores se convierten en una fuente positiva de sabiduría y experiencia, capaces de transmitir tradiciones, cultura popular y consejos valiosos para el futuro. Este intercambio favorece la responsabilidad y puede ayudar a mejorar la adaptación de los jóvenes al entorno académico y social, contribuyendo a prevenir situaciones de marginalidad.
Además, fomentar relaciones intergeneracionales contribuye a combatir los estereotipos que frecuentemente afectan tanto a jóvenes como a mayores. La imagen de los jóvenes como superficiales y la de los mayores como personas desfasadas se diluyen cuando ambos grupos tienen la oportunidad de conocerse realmente y de descubrir el valor y la riqueza que cada uno puede aportar. Se favorece así una percepción más realista y positiva de cada grupo de edad, basada en el conocimiento mutuo y no en prejuicios.
Los programas intergeneracionales también destacan por su impacto social. Son una herramienta eficaz para construir sociedades más cohesionadas, donde el respeto, la solidaridad y el sentido de comunidad trascienden las diferencias de edad. Proyectos que faciliten el trabajo conjunto en ámbitos socioemocionales, tecnológicos, educativos o de entretenimiento tienen la capacidad de transformar comunidades enteras.
Pero, ¿cómo lograr conectar generaciones de manera efectiva? La experiencia demuestra que para que las actividades intergeneracionales sean exitosas, es clave una buena planificación. Preparar las actividades con anticipación, coordinarse entre las diferentes áreas implicadas, adecuar la comunicación a cada público y contar con espacios físicos de encuentro adecuados son factores esenciales.
Cada vez más municipios desarrollan actividades que promueven este tipo de relaciones, sensibilizando a la sociedad sobre su importancia. Pero necesitamos un compromiso sostenido que integre la perspectiva intergeneracional en el diseño de políticas públicas, programas comunitarios, proyectos educativos y acciones culturales.
La interdependencia entre generaciones es un hecho: las sociedades más resilientes son aquellas que reconocen que jóvenes y mayores no solo pueden convivir, sino enriquecerse mutuamente. En un mundo donde los cambios sociales, tecnológicos y demográficos son vertiginosos, construir lazos sólidos entre generaciones es apostar por un futuro más humano, inclusivo y solidario.
En el diálogo y la cooperación entre quienes abren camino y quienes lo continuarán, reside gran parte de nuestra esperanza común.