Jesús Cubero
Opinión

Los cuidados intermedios: acreditación por niveles (5/11)

Jesús Cubero

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“Así como la verdad se produce por la medida, así la medida se produce por la verdad”. Con esta frase ilustraba Agustín de Hipona, más conocido como San Agustín, la necesidad de medir las acciones de nuestra vida para vernos reflejados frente a nuestra realidad.

Y es que una cosa es lo que pensamos que somos, y otra lo que realmente somos. En el mundo de la dependencia no debemos seguir hablando de residencias de mayores sin más, donde todos los centros sean iguales, donde no haya una diferenciación clara de marca, donde no haya segmentos de calidad, donde no haya tramos de atención a los mayores en función de la capacidad funcional y grado de profesionalización de los centros.

Por ello estamos solicitando al Gobierno a través de su Secretaría de Estado y del Imserso, que se inicie el camino hacia un sistema de recogida de información centralizado (concepto desarrollado ya en el anterior artículo), que nos  permita realizar una acreditación de los centros por niveles.

Así, nos encontraremos con centros residenciales que sean fácilmente medicalizables, medicalizables con cierta dificultad, y no medicalizables. La necesidad de ofrecer una mayor atención sanitaria a los mayores dentro de los centros ha quedado fuera de toda duda hoy en día, aunque en última instancia la atención sanitaria compleja será proporcionada por el Sistema Público de Salud. Se trata, por tanto, de crear el segmento de "cuidados intermedios", ofreciendo un mayor nivel de cuidados sanitarios sin que lleguen en ningún caso a sustituir los ingresos hospitalarios cuando sean requeridos. 

Este sistema (ya implantado en alguna Comunidad Autónoma desde hace años) provocará que los operadores del sector salgan de su zona de confort para adaptarse a las necesidades reales y diarias de las personas mayores. Al tiempo que ofrecemos una atención de más calidad a los mayores, esta medida supondrá un ahorro al Sistema Público de Salud, al ahorrar multitud de estancias hospitalarias de cuidados intermedios que ahora podrán ser atendidas en los centros residenciales. Para ello se requiere un esfuerzo en redefinir ratios de atención, niveles de cuidados, contratación de más personal sanitario, gestión autónoma de la farmacia, historia clínica interoperable, instalaciones de gases en los centros, y lo más complicado... poner sobre la mesa la verdadera voluntad de cada centro de avanzar hacia el futuro y ofrecer soluciones reales a los problemas reales que nos demandan los mayores.

Seguro que este modelo contará con muchos detractores. Como siempre que se avanza, cada cambio requiere vencer resistencias y miedos. Requiere vencer prejuicios e incapacidades de personas y organizaciones que se escudarán en que “lo importante es cuidar con mucho amor a los mayores”. Pues miren, además del amor y del sumo cuidado hay contar con profesionales de verdad, acreditados, bien formados, bien pagados y en número suficiente para atender las necesidades del centro. Además, hay que invertir en los centros, renovarlos, mantenerlos siempre en buenas condiciones, y contar siempre con la última tecnología al servicio de las personas para hacer más eficientes nuestras organizaciones. Creo que por el bien de las autoridades sanitarias y de servicios sociales, por el bien de los mayores y por el bien del sector, debemos comenzar a interiorizar términos como gestión adecuada, eficiencia, medición de resultados, modelos de calidad, profesionalidad, y transparencia. 

Al igual que en el mundo sanitario hoy en día nadie cuestiona la Cirugía Mayor Ambulatoria (CMA) como método eficaz y eficiente para realizar procesos quirúrgicos de mediana complejidad en los que el paciente acude al hospital el mismo día de la intervención y regresa posteriormente a su domicilio; dentro de unos años nadie cuestionará el modelo de acreditación por niveles para ver cómo podemos ser más eficientes y ofrecer una mejor a atención a los
mayores mediante un simple proceso de adaptación, de transformación de nuestros centros y plantillas, en organizaciones modernas y preparadas. Seguro que en sus fases iniciales, la CMA contó con múltiples detractores. No todos los centros sanitarios pueden ni deben contar con una Unidad de CMA. Eso sólo marca la diferencia entre unos centros que ofrecen una serie de servicios adecuados a las necesidades los pacientes, y otros donde, sencillamente no se pueden ofrecer. Y no pasa nada, cada centro se especializa en un tipo de intervenciones y en función de las capacidades de los centros, los pacientes eligen dónde tratarse.

Los sindicatos y las entidades más profesionalizadas apuestan por realizar un esfuerzo de adaptación y ofrecer los servicios sanitarios encuadrados en los cuidados intermedios que requieren las personas mayores. Eso supondrá un esfuerzo inversor por parte del Gobierno y de las Comunidades Autónomas, pero conllevará un ahorro sanitario mucho mayor que la inversión realizada, la creación de nuevos puestos de empleo, y lo que es más importante:
podremos ofrecer la atención integral que requieren nuestros mayores, sin que tengan que moverse de su lugar de residencia. A eso, querido lector... yo le llamo ofrecer una Atención Adecuada Centrada en la Persona (AACP).


Jesús Cubero (@JCuberoHerr), Secretario General de AESTE (@AESTE_oficial).

Sobre el autor:

Jesús Cubero

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Jesús Cubero es secretario general de AESTE.

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