Estado de Mal Estar
José Antonio HerceFoto: BigStock
Miércoles 31 de diciembre de 2025
5 minutos
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Miércoles 31 de diciembre de 2025
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Herce, sobre el examen de la AIReF: Del aprobado raspado a la Matrícula de Honor
Si España es hoy un Estado de Bienestar, que venga Dios y lo vea. No les voy a contar las “Kalendas” del martirologio, pero les voy a dar un repaso, siempre personal y a vuelapluma, antes de que se acabe el año, a lo que me parece que justifica, desde hace lustros y reforzada con los años, una situación social y económica de profundo “Mal Estar”. O “Malestar”, o “Estar Mal,” como prefieran. Todo menos “Estar Bien”.
Esto a causa de las equivocadas acciones, o simples omisiones, de los gobernantes, sus aliados y los inefables interlocutores sociales, y a pesar de las, infantiles, malintencionadas y, en general, inútiles querellas, de los protagonistas políticos de los últimos 25 años. O si lo prefieren, en los periodos que van desde 2000 a 2013 y de 2013 a 2025. No son periodos marcados por legislaturas únicas. Mejor, porque así, espero, cada cual tendrá que esforzarse un poco para situarse.
Tampoco les voy a contar las hazañas bélicas (la cuenta de resultados) del periodo. Solo me entretendré en contarles el balance a 31/12/2025. La foto fija, vamos, tal y como yo, un tanto melancólico a estas alturas, lo veo. El vídeo, si eso (como diría el castizo), para una serie de TVE.
Mal Estar es legislar sin freno (excepto cuando este te lo ponen tus socios de legislatura o, lo que es peor, de gobierno) para parir leyes vacías de contenido sustantivo y, sobre todo, de ficha financiera que garantice su aplicación. Como la reforma de la Ley de Dependencia, que aporta unos cientos de millones de euros cuando se necesitan dos órdenes de magnitud más (un orden de magnitud: multiplique por 10, vid infra).
Mal Estar es prometer bonos de transporte a los jóvenes que apenas les resuelven el problema de su movilidad (medios estatales de tercera clase), cuando hay trabajadores que no llegan a fin de mes y deben desplazarse cada día a trabajar lo que no está escrito por un salario que se ajusta a una pobre productividad.
Mal Estar es prometer, año tras año, viviendas a saldo y por cientos de miles, para no cumplir y acabar denunciando… ¡desde el mismo gobierno, que el principal problema de los españoles es el de la vivienda! Con los alquileres (o la cuota hipotecaria) comiéndose la mitad del ingreso efectivo de un hogar medio.
Mal Estar es dejar de mantener desde hace lustros las principales infraestructuras educativas, sanitarias, de dependencia y de movilidad, al tiempo que se multiplica el número de usuarios de estos servicios en toda la geografía nacional a causa de la enorme afluencia de personas nacidas en otros países, no sin el apoyo de una inexistente política migratoria, para empezar europea.
Mal Estar es que el PIB real (PIB nominal deflactado por su índice de precios) crezca al X%, la población (ocupada o no) crezca al (X+Y)%, los salarios por debajo de Z% y los precios por encima de ese mismo Z%, de forma que la renta por habitante en poder adquisitivo disminuya.
Mal Estar es que en la cena de ayer o antes de ayer, el padre recién jubilado en el Régimen General de la Seguridad Social compruebe que su paga mensual es mayor que el salario de su hijo, treinta años menor, y que este sospeche que sus cotizaciones, acrecentadas por el impuesto sin contrapartida que, en el fondo, es el Mecanismo de Equidad Intergeneracional y la "Cuota de Solidaridad” (lean: “equidad”, “solidaridad”), se va directo a una ridícula hucha de pensiones que se llena con el producto de la deuda.
Mal Estar es que los trabajadores de 55 años y más sufran un desempleo cada vez más “entumorado”, sin opciones (y regado por una prestación indefinida que te pone un grillete en los tobillos), que ya supera, como diría la portavocía del gobierno, “por primera vez en la historia”, al desempleo de los menores de los trabajadores de 25 a 54 años. Ambos por encima del 9%.
Mal estar es que el 10,45% de desempleo general actual escamotea unos cuantos puntos porcentuales de los “fijos discontinuos”, digan lo que digan. Y refleja una más que proverbial tendencia hispana a merodear a la espera del paraíso, en un limbo en el que las culpas se comparten en una sociedad digna del tiempo del Lazarillo de Tormes.
Mal Estar es que las pensiones se lo coman todo y, aun así, el sistema siga teniendo hambre para cuadrar su déficit contributivo y deba dedicarse toda la emisión neta de deuda (el déficit) para financiarlas. Todo porque la solidaridad intergeneracional, que es unidireccional, exige que no se cambie, de momento, la aberrante fórmula con la que se calculan las pensiones en España. Que nadie, nadie, nadie, va a cambiar in the foreseeable future.
Mal Estar es que la voracidad del sistema de pensiones deja famélico al SAAD, que en árabe, al parecer, significa salud. Es decir, nuestro Sistema para la Autonomía y la Atención a la Dependencia, que debería manejar recursos de unos 30 millardos (miles de millones) al año, maneje una tercera parte, casi toda de las familias y las CCAA, apenas del Estado.
Más Estar es que, faltando ya 100.000 plazas residenciales para personas dependientes severas (hay apenas 400.000), nadie quiera ver en las alturas que en 2050, es decir, 25 años a partir de ahora, por si no se dan cuenta, se necesitarán 800.000 plazas. Con casi 2,5 millones de personas dependientes (y más envejecidas) frente a los 1,8 actuales.
Mal Estar es que la educación, cada vez más descuidada, está sesgando las opciones de los jóvenes hacia grados y másteres universitarios sin salida, una FP que está a años luz de lo que proclaman los apóstoles de la FP Dual “alemana” y una formación continua de la que los sindicatos y las patronales se han olvidado desde hace años. Tan malas, que si la sanidad española fuese tan igual de mala, estaríamos todos muertos.
Como diría el clásico: ¡vale!



