El río Segura nace en la sierra de Segura, a 5 kilómetros de Pontón Bajo, en una pequeña aldea llamada Fuente Segura, en el municipio jienense de Santiago-Pontones y discurre, a lo largo de 325 kilómetros hasta su desembocadura en la localidad alicantina de Guardamar del Segura, por las provincias de Jaén, Albacete, Región de Murcia y Alicante.
Cuando el Segura llega a la Región de Murcia comienza su curso medio y en esta zona el lecho se sitúa a una altura inferior a los 200 metros sobre el nivel del mar pese a que queda todavía un largo tramo hasta su desembocadura, de ahí que el recorrido sea sinuoso, formando meandros, y que las aguas discurran lentas ya desde la Vega Alta.
Dentro de la Región de Murcia, los municipios que atraviesa el río Segura se encuentran en las comarcas de la Vega Alta, Vega Media y Huerta de Murcia y las poblaciones más destacadas que atraviesa son de norte a sur: Calasparra, Cieza, Abarán, Blanca, Ojós, Ulea, Villanueva del Río Segura, Archena, Lorquí, Ceutí, Las Torres de Cotillas, Molina de Segura, Alcantarilla, Murcia y Beniel.
Hoy realizaremos una ruta que nos llevará a estas 15 localidades, que hemos dividido en dos entregas, para conocer su patrimonio cultural y su gastronomía. En esta primera etapa visitaremos Calasparra, Cieza, Abarán, Blanca, Ojós, Ulea, Villanueva del Río Segura.
Calasparra
Nuestra primera parada está en Calasparra, en la comarca del Noroeste de la Región de Murcia y una vez allí resulta obligatoria una visita al Santuario de la Virgen de la Esperanza.
Este Santuario guarda dos imágenes de la Virgen de la Esperanza, Patrona de Calasparra, a la que se les rinde culto juntas.
La ermita primitiva que se levantó en el siglo XVII estaba en una cueva sobre el río Segura, un abrigo natural de pastores, a la que se le han ido agregando nuevas salas y edificios con la expansión del culto. A la creación de terrazas hasta el río, ha sucedido modernamente la creación de zonas de servicios: aparcamiento, restaurante, hotel... Y a pesar de las ampliaciones sigue siendo un bello lugar de esparcimiento y oración, declarado 'Lugar de interés geológico'.
Este Santuario, en el que en el año 1996 tuvo lugar la Coronación canónica de las imágenes de la Virgen, está entre los cinco más visitados de España y recibe a cerca de un millón de visitantes al año.
También en Calasparra se encuentra la Iglesia del Convento de la Merced que fue fundada en el siglo XVI sobre las ruinas de la antigua ermita de la Concepción. La invasión de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia acarreó el expolio del templo el año 1808 y su posterior quema, también a manos del ejército francés, en 1812. Tras la guerra su estado era ruinoso y llevó a su exclaustración y posterior venta a un particular en 1849 siendo utilizada como almacén de esparto hasta mediados del siglo XX cuando fue restaurada y reabierta al culto en el año 1959.
La iglesia tiene una sola nave, con cuatro tramos con embocaduras laterales de arcos de medio punto. Su planta es de cruz latina, está cubierta con una bóveda de lunetos y el crucero está cubierto con cúpula con linterna y óculos.
Por lo que a la cocina de esta localidad murciana se refiere, estar en Calasparra y no probar su arroz es simplemente imperdonable porque estamos hablando del primer cereal del mundo reconocido, en el año 1986, con una Denominación de Origen Protegida.
Estar en Calasparra y no probar su arroz es simplemente imperdonable porque estamos hablando del primer cereal del mundo reconocido, en el año 1986, con una Denominación de Origen.
El arroz de Calasparra es un cultivo de montaña, normalmente a una altura de 450 metros, donde el riego se hace mediante terrazas y su maduración se alarga en el tiempo, un 30% más que el resto de arroces. Unido esto a que las variedades utilizadas son 'bomba y 'balilla' y requieren un mayor tiempo de cocción, nos encontramos ante un arroz extraordinario cuyos granos se hinchan más al cocinarlo logrando de ésta forma impregnarse mucho más de los sabores del resto de productos que le acompañen en el cocinado.
Cieza
Nuestra segunda parada en la ruta del río Segura es Cieza. Allí merece la pena conocer las pinturas rupestres que hay en varias cuevas de la localidad y realizadas en diversos periodos de la prehistoria. Destacan las de la Cueva de la Serreta, con vistas al Cañón de Almadenes y en cuyo interior hay además restos de una villa romana, la única hallada dentro de una cueva en la península ibérica, y las de los abrigos del Barranco de los Grajos, pues en ambos casos se hallan incluidas en el Catálogo de Arte Rupestre del Arco Mediterráneo, y por tanto, declaradas Patrimonio de la Humanidad.
Por supuesto, una vez en Cieza también hay que rendir visita al
de la Inmaculada Concepción. Se fundó en 1750 y las primeras religiosas que lo habitaron procedían del vecino Monasterio de la Encarnación de Mula. En años posteriores se siguieron haciendo obras de ampliación y mejora en el convento que pronto resultó incapaz para albergar al alto número de religiosas.
El convento y la iglesia de Madres Clarisas, es una obra barroca del siglo XVIII, donde es de destacar su iglesia. Se trata de un conjunto organizado en torno a un patio cuadrado, en donde destaca por su calidad arquitectónica. En el interior del convento, se conservan pinturas, esculturas y enseres de diferentes artistas.
La iglesia está compuesta por una sola nave sin fachada a la calle. Todo el edificio es de mampostería y revocado con algunas aplicaciones de sillería en las partes de mayor resistencia y fortaleza como esquinas, pilastras, jambas y asientos de cimientos.
Por lo que a la gastronomía se refiere hay que señalar que muchos amantes de la gastronomía se desplazan hasta Cieza para conocer y sobre todo, degustar los platos más típicos de la zona, elaborados con las verduras que se cultivan en la localidad. El arroz, los caracoles, las gachas migas o el potaje ciezano son algunas de las recetas que más se elaboran en el lugar. Eso sí, hagas lo que hagas, no puedes irte de Cieza sin probar la trenza ciezana, las tortas de pan dormido y los rollos de naranja.
La trenza ciezana es el dulce típico de la zona y se elabora con masa de hojaldre y se rellena de yema, pasas maceradas, nueces y melocotón de Cieza.
Las tortas de pan dormido sustituyen a las famosas monas de pascua, y no faltan en los hogares de todos los murcianos durante la Semana Santa y la Pascua.
Los rollos de naranja es una de las recetas más famosas de Cieza, sobre todo durante Navidad y Semana Santa.
Por último conviene también recordar al melocotón de Cieza porque esta localidad murciana es líder en la producción de melocotón con más de 330 millones de kilos que se recolectan de junio a agosto.
Abarán
También bañado por el emblemático río Segura y en el carismático Valle de Ricote, se encuentra Abarán, una localidad famosa por sus históricas norias.
La conocida como Noria Grande es la noria en funcionamiento de mayor diámetro de Europa, su construcción se remonta a 1805 y está en funcionamiento desde 1808. Se encuentra en el margen izquierdo del río Segura. Su diámetro es de 11,92 metros, está construida en hierro dulce y madera y fue rehabilitada en 1951.
La Noria de la Hoya de Don García ya estaba referenciada en los primeros años del siglo XIX. Tiene un diámetro de 8,20 metros, se construyó de madera y metal y como la anterior se rehabilitó en 1951.
La Noria de Candelón, fabricada enteramente de hierro y documentada desde 1838, tiene 6 metros de diámetro y su rehabilitación se llevó a cabo en 1968.
La Ñorica, la cuarta y última noria a visitar, un pequeño tesoro, enteramente de hierro, que lleva instalado desde antes de 1850 y que se recuperó gracias a la rehabilitación que se hizo en 2016.
Y después de recorrer las norias de Abarán toca reponer fuerzas con la gastronomía local cuya cocina típica gira alrededor de los tradicionales "guisos de olla" (olla gitana, olla mentirosa, pebre, arroz y garbanzos, arroz y alubias, cocido de pelotas,...), arroces en paella (arroz y conejo, arroz y pollo, arroz y verduras), asados de cordero y las gachasmigas, elaboradas con harina, sardinas, tocino y pimiento seco.
También destacan recetas típicas de tapeo como son la fritá, el zarangollo murciano, la ensalada murciana, el chapeo, el pisto de bacalao seco... Destacan igualmente los platos elaborados con carne de caza.
La huerta, como no podía ser de otra manera, siempre está presente. Hortalizas y verduras completan la mesa, formando sensacionales ensaladas donde el tomate de huerta combina muy bien con el pepino, lechuga, alcaparras, tallos, caparrones, sin que por ello olvidemos probar la berenjena "adobá" en vinagre.
No puede faltar la gran variedad de fruta local, presente durante todo el año según la estación: melocotón, albaricoque, ciruelas, nectarinas, paraguayos -por allí también conocidos como "chatos"-, naranjas, mandarinas...
Blanca
Blanca, conocida antiguamente como La Negra, recibe su nombre por el color de la roca donde se asienta.
Entre los restos históricos de la localidad, destaca el castillo coronando la villa, construido en el siglo XII por los musulmanes, ante él se muestra el valle lleno de esplendor. Es accesible desde el casco antiguo de la población, donde el viajero podrá conocer la estructura de la antigua villa medieval al igual que disfrutar del calor de sus gentes.
Destacan también, entre sus edificaciones, la Iglesia de San Juan Evangelista, del siglo XVI; la Ermita de San Roque de estilo barroco; la casa La Favorita, construida en estilo ecléctico durante el siglo XIX; la casa del Conde, fiel muestra del neoclasicismo del XIX y, por último, el Teatro Victoria, en el que se realizó una importante restauración y modernización de sus instalaciones a finales de la década de los 90.
De obligada visita es la Fundación Pedro Cano, que se encuentra situada en una extraordinaria construcción a orillas del río Segura y alberga algunos de los mejores trabajos de este artista blanqueño. Además, cuenta con salas para exposiciones temporales, talleres, biblioteca y auditorio.
También es interesante para el visitante el Centro de Interpretación de la Luz y el Agua, que expone el aprovechamiento hídrico a lo largo de la historia del municipio.
Blanca, donde se mezcla la belleza de la naturaleza y el recuerdo de la tradición, ofrece al viajero la posibilidad de disfrutar de un municipio perdido en el tiempo y también de degustar un vino elaborado en el vecino Ricote acompañado de las típicas aceitunas Mollar que aquí, como en Cieza, se producen y que tienen un sabor fuerte y amargo que no deja indiferente a quienes la prueban.
Además, Blanca es un lugar espléndido para probar el famoso zarangollo, un plato tradicional muy ligado a la huerta de esta zona. Se trata de un plato que, además de delicioso, es muy saludable protagonizado por la cebolla, el calabacín y los huevos que se come especialmente en primavera, aunque es delicioso para comerlo durante todo el año.
Ojós
Entre la ladera gris de la montaña y el río Segura, con su verde huerta, emerge la localidad de Ojós, que toma su nombre del árabe Hosos, que significa huertos.
Ojós permite disfrutar del encanto de antaño en un grupo reducido de población, donde todavía se mantienen vivas muchas tradiciones, algarabías de muchachos por las calles, el buen hacer de la cocina al fogón...
Unos fogones en los que se suelen elaborar, según una receta cuatro veces centenaria, los famosos bizcochos borrachos de Ojós, así llamados porque están empapados en almíbar y vino.
Según cuentan, un hombre llamado Lino fue el creador de esta receta que se lleva elaborando desde el año 1600 y que es el postre típico que nació en Ojós y terminó extendiéndose por todo el Valle de Ricote.
Y ya, con el regusto del borracho que es imprescindible probar, podemos rendir visita a la Iglesia de San Agustín, patrón del municipio, de estilo mudéjar, sin olvidar que muy cerca está el embalse del Mayés, cuyas aguas y bellos paisajes son un buen reclamo para el viajero.
Además, guarda Ojós diversas casas blasonadas en su casco urbano. De las distintas casas solariegas destacan las que pertenecen a la familia Massa, de la que toma nombre un callejón del pueblo, y la de los Marín y Melgarejo, regidores de la localidad durante el siglo XVII.
Por último es también importante visitar la Pila de la Reina Mora, declarada Bien de Interés Cultural desde el año 1997.
Ulea
Ulea es tierra de contrastes, donde el verde del Valle de Ricote se mezcla con los paisajes secos de las montañas colindantes. La configuración de sus calles, estrechas y escalonadas, el rumor del agua a través de fuentes, aljibes y norias, el quehacer de la gente, tranquilo y sosegado, ponen de manifiesto la herencia musulmana que se extiende por todo el valle.
Íberos y romanos se asentaron sobre sus tierras, sin embargo, fue bajo dominio musulmán cuando se configuró la imagen de la actual población que, al igual que sus vecinos, tras la Reconquista perteneció a la Orden de Santiago hasta mediados del s. XIX.
Entre los monumentos importantes que podemos visitar destacan la Iglesia de San Bartolomé, situada en la parte más alta del municipio y que data del s.XVI, la Pila de la Reina Mora y la Plaza del Henchidor, donde cada 3 de mayo se baña la Santísima Vera Cruz.
En Ulea, localidad donde el agua del Segura recobra su fuerza y nos muestra un paisaje de gran belleza; la huerta aparece repleta de palmeras que nos recuerdan el sabor oriental de esta tierra.
Su cocina se basa principalmente en frutas y verduras de la zona, destacando sus arroces y guisos de fácil digestión, debido a la excelente climatología, que invita a este tipo de platos.
Un exponente de esta cocina es el arroz empedrao o, como se conoce comúnmente en los hogares murcianos, arroz con habichuelas. Se trata un arroz, elaborado en paella, muy diferente, sin carne, pero con ingredientes que lo hacen original y muy sabroso que se elabora con alubias, arroz, coliflor, berenjena, ajos tiernos, patata, habas tiernas, alcachofas, judías verdes, tomate grueso, bacalao torrado, pimentón, azafrán y sal.
Villanueva del Río Segura
Las culturas íbera y romana dejaron sus huellas en las cercanías de Villanueva del Río Segura, pues los vergeles que creaba el río Segura a su paso por esta parte del valle de Ricote lo hacían más que atractivo y aprovechable para el cultivo. Además, las altas montañas que lo encierran suponían un estupendo recurso defensivo para sus habitantes.
En Villanueva del Río Segura se debe rendir visita a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción que fue construida a principios del siglo XIX en estilo neoclásico con diseño de Juan de Villanueva. Sin embargo, con la desamortización de los bienes eclesiásticos no llegó a terminarse la obra y hasta los planos enviados por Villanueva se perdieron.
Con los años se retomó la construcción y del año 1859 son los planos que se conservan del arquitecto neoclásico José Ramón Berenguer que tomó como ejemplo el Oratorio del Caballero de Gracia realizado por el mismo Juan de Villanueva.
La iglesia, declarada Bien de Interés Cultural, es de estilo neoclásico, de planta rectangular cubierta por una bóveda de cañón con lunetos y dividida en tres naves con columnas de estilo dórico y su fachada está flanqueada por dos torres de planta cuadrada.
Por lo que a los fogones se refiere, el plato más típico de Villanueva del Río Segura es el tan tradicional como famoso guiso de trigo.
Se trata de un guiso de garbanzos y trigo con verduras como las judías verdes, la patata o la calabaza totanera, aunque en función de la temporada se pueden añadir otras verduras, como habas tiernas, ajetes, alcachofas.
Y si lo quieres aún más completo, puedes añadir otra legumbre, como un puñado de alubias… opción por la que hoy nos hemos decantado. Pura energía y un plato de lo más saludable, lleno de vitaminas, fibra y potasio.
Sobre el autor:
Antonio Castillejo
Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.