Mariola Báez
Medicina general
¿En qué consiste la prueba de la mesa basculante?
Averiguar el origen de desmayos o síncopes, que se repiten sin causa conocida, es su objetivo
Somos conscientes de los avances en el campo de la medicina ocurridos en el último siglo y, aún así, hay unas pocas pruebas diagnósticas que se utilizan desde hace décadas y siguen resultando muy útiles, manteniendo su esencia, aunque se les hayan incorporado las lógicas modificaciones que han hecho que resulten todavía más eficaces.
Es el caso de la prueba de la mesa basculante o tilt test, que empezó a utilizarse a finales del siglo XIX y, hoy en día con las técnicas actuales, sigue resultando muy práctica para averiguar las causas de los desvanecimiento o síncopes que, como explica la Fundación Española del Corazón (@cuidarcorazon), son dos términos que hacen referencia a una pérdida repentina de la conciencia que se prolonga por un periodo mínimo de tiempo.
¿Cómo se realiza esta prueba y qué información ofrece?
Es el departamento de electrofisiología donde tiene lugar esta prueba mínimamente invasiva que, como norma general, no entraña riesgo alguno para los pacientes. La Clínica Universidad de Navarra (@ClinicaNavarra) detalla que esta rama de la medicina se encarga de estudiar la fisiología de los procesos bioeléctricos, que tienen lugar en el organismo y que están íntimamente relacionados con el funcionamiento del corazón y el sistema nervioso.
Saber porqué una persona experimenta un síncope en un momento determinado es básico para su salud, para prevenir posibles caídas y/o detectar graves enfermedades. La prueba de la mesa basculante puede ayudar a averiguarlo. Detrás de esos desmayos repentinos puede que exista un descenso en la presión arterial o quizás sea una braquicardia (disminución anormal del ritmo cardiaco) lo que los provoca. Fuertes migrañas, otras patologías cardiacas, enfermedades neurológicas, epilepsia no diagnosticada... Las causas pueden ser diversas y su detección no siempre fácil.
En la prueba de la mesa basculante, el paciente se tumba en una camilla debidamente monitorizado, para controlar la evolución de su tensión arterial y realizar, durante el desarrollo de la misma, un electrocardiograma. Además, se implanta una vía por si fuera necesario administrar alguna medicación o hacer un análisis de sangre.
La idea es observar los cambios que se producen en el organismo manteniendo determinadas posturas corporales. Tras permanecer unos minutos en posición horizontal, la camilla se incorpora dejando al paciente en vertical, en un ángulo de unos 70º. Los cambios en el ritmo cardiaco y la tensión darán la información a los especialistas para conocer el origen de los síncopes y establecer así el tratamiento más adecuado. La duración de la prueba no suele superar los 60 minutos y las molestias, normalmente, son mínimas.