Teresa Rey
Medicina preventiva
Un estudio revela que la conducta inhibitoria se modifica durante el envejecimiento
El deterioro cognitivo que surge con los años podría mermar la capacidad de controlar las respuestas
La conducta o el control inhibitorio es la capacidad que tenemos los seres humanos para controlar conductas y respuestas automáticas o impulsivas, cuando la situación lo requiere. En condiciones normales se reacciona mediante el raciocinio y la atención se reordena con el fin de evitar la dispersión que genera la falta de este control. Es uno de los componentes básicos de lo que en psicología se conocen como funciones ejecutivas, que se interrelacionan y permiten el desarrollo de otras actividades más complejas como el razonamiento, la resolución de conflictos y la planificación. Dichas funciones están formadas, por tanto, por el control inhibitorio, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva.
Envejecimiento e inhibición
Recientemente una nueva investigación realizada por la Universidad de Liverpool (Reino Unido) y publicada en la revista PeerJ, asegura que a medida que envejecemos la inhibición se pierde, y por ende tendemos a mostrar en general comportamientos que resultan más inhibidos.
Según los investigadores las personas mayores sanas experimentan un deterioro cognitivo con el paso del tiempo que incluye un control inhibitorio incompleto. No obstante, esta condición no se detecta con facilidad pues los efectos del envejecimiento sobre esta función ejecutiva dependen mucho de cada persona, y por ello no se diferencia respecto de la desaceleración propia de los años.
Estos expertos crearon un nuevo sistema de medición del control inhibitorio mejorado, en el que se partió del análisis de los movimientos oculares. En el trabajo se incluyeron a dos grupos de personas: de 19 a 27 años, y de 50 a 72 años. La prueba consistió en fijar la mirada en un punto situado en el centro de un ordenador y luego tenían que mirar a otro punto que aparecía a la derecha o izquierda del central, pero solo cuando este desaparecía. Para medir los movimientos oculares se empleó un rastreador infrarrojo.
Los resultados reflejaron que las personas mayores tendían a mirar más el punto cuando aparecía, pero no cuando deja de estar en la pantalla, sin embargo eran más lentos que los jóvenes. Lo que muestra todo esto es que a los mayores les cuenta más controlar sus acciones, según los investigadores, incluso tras valorar la desaceleración general que se produce durante el envejecimiento.
Este descubrimiento es importante para el abordaje de algunos trastornos comportamentales en mayores. Hay que tener en cuenta que la inhibición frena ciertos comportamientos y reacciones automáticas que no son correctas, sustituyéndolas por otras razonadas y que se adaptan a cada situación.
Clave para el día a día
El conjunto de habilidades que comprenden las funciones ejecutivas resulta clave para la cotidianidad, y de forma específica es importante para lograr éxitos académicos, sobre todo, cuando se es joven.
Las personas que tienen este problema no responden de forma racional ante determinadas circunstancias, son impulsivas y no suelen tener objetivos a largo plazo. Esto es lo las define desde un punto de vista conductual. Sin embargo, también esta alteración también se puede manifestar por medio de una atención insuficiente, de modo que esta no se mantiene correctamente y se dispersa con facilidad. Al mismo tiempo, los afectados se suelen mostrar nerviosos, incapaces de quedarse quietos durante periodos prolongados, mostrándose inquietos y con la necesidad de moverse.
Aunque probablemente no nos lo hayamos planteado nunca, constantemente empleamos la inhibición y esta nos impide llevar a cabo ciertos comportamientos que no se consideran apropiados según las circunstancias. En muchas ocasiones nos vemos obligados a no expresar en voz alta un pensamiento, porque sabemos que pude dañar a la persona o no es apropiado manifestarlo en ese momento. Otro caso claro es cuando nos ha picado un insecto y sabemos que no debemos rascarnos para evitar que nos quede una marca. Las personas que posean un buen control inhibitorio serán capaces de no hacerlo a pesar de lo mucho que les pueda molestar.
Estos son solo algunos ejemplos, pero hay otros muchos momentos en la vida en donde activamos este autocontrol y este facilita miles de cosas, no solo en el ámbito académico, también en el de las relaciones personales.
Ese saber qué hacer, pese a los impulsos que a veces nos asolan, forma parte de lo que se conoce como flexibilidad cognitiva que es la que nos permite adaptarnos a circunstancias inesperadas, pero sin ser rígidos sino amoldándonos de forma coherente a las mismas y descartando los automatismos que no resultan eficaces.
Este problema puede presentarse en personas que hayan sufrido algún daño cerebral como puede ocurrir en un ictus, cuando se ve afectado el lóbulo prefrontal. También en traumatismos cranoencefálcicos y en tumores que perjudiquen esta parte. Es propio de las personas con Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH, y en el caso de padecer un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Las conductas desinhibidas surgen igualmente tras realizar una ingesta excesiva de alcohol u otras drogas ya que la zona se altera.