Medicina preventiva

El 16% de la población española padece dolor neuropático: ¿cómo se manifiesta en los mayores?

Teresa Rey

Foto: Bigstock

Miércoles 11 de diciembre de 2019

7 minutos

Posee unas características específicas y se vincula a movimientos repetitivos o posturas forzadas

Enfermedad de Crohn
Teresa Rey

Foto: Bigstock

Miércoles 11 de diciembre de 2019

7 minutos

El dolor neuropático afecta a entre un 7% y 10% de la población general europea, y hasta un 16% de la española, según datos del laboratorio farmacéutico Grünenthal, que ha colaborado con la Asociación Española de Especialistas en Medicina del Trabajo (@AeemtCom) en la elaboración de la guía: El dolor neuropático en salud laboral. En esta misma, este tipo de dolor se define como “el resultante de una lesión o enfermedad que afecta al sistema somatosensorial”. Según su localización, se puede clasificar como central o periférico, por su distribución, localizado o difuso, además de por su etiología o por los mecanismos de producción.

Más que el ámbito laboral

Esta molestia se encuentra muy vinculada al ámbito laboral, ya que suele ser consecuencia de manipulación de cargas, movimientos repetitivos o posturas forzadas, entre las que destacan, por ejemplo, las que afectan al túnel carpiano o atrapamiento del nervio en las correderas anatómicas de los codos, las manos, hombros, muslos o pies. Sin embargo, también se asocia a la radiculopatía, un trastorno que se produce por la pérdida o disminución de la función sensitiva o motora de los nervios que parten de la columna vertebral.

En estos casos los datos apuntan a que su prevalencia podría situarse entre un 37% y un 40% de la población general y afectar a personas comprendidas en edad laboral, entre 18 y 65 años.

Los expertos apuntan también a que una tasa alta, de entre el 25-40% de la población general​, con patologías crónicas como la diabetes o el cáncer, presentan “síntomas importantes en forma de dolor neuropático dentro de sus complicaciones evolutivas”.

Hombre con dolor de cabeza

De hecho, tal y como se especifica en la guía, este trastorno responde a etiologías muy diversas como cirugía, quimioterapia, herpes, traumatismos, infección por virus de hepatitis C, o puede derivarse de la complicación de otras patologías (diabetes, esclerosis múltiple...), compresión en canalopatías, toxicidad (laboral o ambiental) o ser idiopático, es decir, de causa desconocida.

Esta clase de molestias posee unas características específicas, como el hecho de que no hay un estímulo nocivo evidente para que se desarrolle. De este modo, el paciente no lo puede definir claramente y se manifiesta con síntomas que pueden ser focales o generalizados. Ahora bien, “en el 60% de los casos de dolor neuropático, este se localiza y afecta a un área específica y claramente circunscrita del cuerpo (dolor neuropático periférico localizado) y se relaciona con una sensibilidad anormal de la piel y/o síntomas espontáneos característicos".

Una de sus singularidades es que, a día de hoy, la comunidad científica no ha conseguido establecer una definición precisa sobre cuál es su fisiopatología subyacente. Por ello, son varias las teorías que le dan una explicación, como la sensibilización del sistema nervioso central y periférico, la desaferencia o interrupción de la transmisión de los impulsos nerviosos desde una parte del sistema nervioso a otra, la inflamación neurogénica y la teoría de la conclusión.

Sin embargo, sí hay unanimidad respecto al hecho de que su diagnóstico es clínico y requiere un enfoque muy preciso para su evaluación, que comprende un historial detallado, un examen físico completo y pruebas de diagnóstico apropiadas.

Mejoras en el diagnóstico

En opinión de la doctora Teófila Vicente Herrero, especialista en Medicina del Trabajo, una parte de la solución para conseguir una mejora del diagnóstico es, por un lado, desarrollar “una vigilancia de la salud del paciente o del trabajador desde su incorporación a la empresa y reconocimientos específicos de manera periódica en función de los riesgos del puesto, y ante la aparición de nuevos síntomas o empeoramiento del dolor".

De igual modo, sería idóneo hacer lo mismo en “el seguimiento de pacientes con patologías crónicas, como las relacionadas con esta patología, y el concepto de “especial sensibilidad” cuando el paciente que trabaja, por sus condiciones físicas o psicológicas derivadas del dolor neuropático o de los efectos adversos de sus terapias se encuentra mermado en sus capacidades laborales”.

Como ya se ha comentado, las causas desencadenantes son múltiples, desde una lesión grave de la médula espinal, hasta un accidente cerebrovascular, la esclerosis múltiple y otras afecciones que afectan el sistema nervioso central. Por ello, los criterios diagnósticos son fundamentales, ya que favorecen su encuadre y tipificación.

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Otras complicaciones

En cuanto al tratamiento, también se torna complejo por todo lo descrito, por su variada etiología, entre otros. Por ejemplo, en ocasiones se asocian otros síntomas que pueden dificultar la terapia. Estos son sobre todo la ansiedad, la depresión, el insomnio, la discapacidad y una reducción importante de la calidad de vida. Así, un tratamiento convencional puede no resultar del todo efectivo pues solo proporcionará un alivio leve del dolor.

“Este tipo de dolor todavía presenta un gran desafío diagnóstico y terapéutico a pesar del considerable progreso en la comprensión de sus mecanismos, y la eficacia y la seguridad de los fármacos utilizados en el tratamiento sintomático”, según indican los expertos en la guía. Otro de los inconvenientes que se apunta en este documento y que añade más complicación a este trastorno es que se diagnostica con menos frecuencia de lo que se reconoce en los estudios epidemiológicos, de modo que muchos pacientes no logran los resultados deseados con el tratamiento.

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Teresa Rey

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