Salud

La personalidad condiciona cómo y qué ejercicio disfrutamos

Violeta Qi

Domingo 17 de agosto de 2025

6 minutos

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La personalidad condiciona cómo y qué ejercicio disfrutamos
Violeta Qi

Domingo 17 de agosto de 2025

6 minutos

Encontrar motivación para ponerse a hacer ejercicio suele ser la barrera más grande. No es casualidad que menos de una cuarta parte de la gente alcance las metas de actividad propuestas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las directrices de la OMS recomiendan que los adultos sanos acumulen al menos 150 minutos semanales de actividad (ya sea de fuerza, resistencia o mixta). Aun así, apenas el 22,5% de los adultos y el 19% de los adolescentes en todo el mundo cumplen estos niveles.

Esa inactividad física se ha convertido en un factor de riesgo clave para la salud física y mental a lo largo de la vida, por lo que urge encontrar métodos que fomenten la participación. Entender cómo los rasgos de personalidad se relacionan con la práctica de actividad física podría mejorar las intervenciones y orientar la educación física en las escuelas para promover emociones positivas y el placer al entrenar.

Una vía para hacer el ejercicio más disfrutable es elegir actividades que encajen con nuestra personalidad. Investigadores del Reino Unido estudiaron precisamente esto: cómo la personalidad influye en el tipo de ejercicio que preferimos y en la constancia con la que lo practicamos. "Descubrimos que nuestra personalidad puede influir en la forma en que nos involucramos con el ejercicio y, en particular, en qué formas de ejercicio disfrutamos más", relata la primera autora, la doctora Flaminia Ronca, del Instituto de Deporte, Ejercicio y Salud del University College de Londres (UCL).

"Comprender los factores de personalidad a la hora de diseñar y recomendar programas de actividad física probablemente sea muy importante para determinar el éxito de un programa y si las personas lo mantendrán y se pondrán en forma", añade el autor principal, el profesor Paul Burgess, del Instituto de Neurociencia Cognitiva de la UCL.

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Principales conclusiones 

El trabajo muestra que ciertos rasgos pueden favorecer la elección de unos ejercicios sobre otros y que, además, algunos perfiles sacan mayor beneficio del ejercicio en la reducción del estrés. Los resultados se publicaron en Frontiers in Psychology. En el estudio, participantes pasaron pruebas de laboratorio para evaluar su estado físico inicial. Después se dividieron en dos grupos: uno siguió un plan de ocho semanas en casa con ciclismo y entrenamiento de fuerza (grupo de intervención) y el otro mantuvo su vida habitual (grupo de control).

Durante la evaluación se les preguntó, desde la primera semana y tras finalizar la intervención, cuánto habían disfrutado cada sesión. Los rasgos analizados incluyeron extroversión, responsabilidad (conciencia), amabilidad, neuroticismo y apertura. "Nuestros cerebros están conectados de diferentes maneras, lo que determina nuestros comportamientos y cómo interactuamos con nuestro entorno. Por lo tanto, no es sorprendente que la personalidad también influya en cómo respondemos a diferentes intensidades de ejercicio", explica Ronca.

En términos prácticos, los individuos con alta extroversión tendían a preferir sesiones intensas en grupo, como deportes de equipo. Los con mayor neuroticismo preferían entrenamientos privados: aceptaban la intensidad, pero precisaban descansos cortos entre rondas. Los más conscientes y los más abiertos practicaban ejercicio, independientemente de si lo disfrutaban o si su motivación era la curiosidad.

Un hallazgo llamativo fue la interacción entre personalidad, mejoría física y estrés: ambos grupos partían con niveles de estrés similares, pero al acabar la intervención los participantes con puntuaciones altas en neuroticismo evidenciaron una reducción notable del estrés. "Es una noticia fantástica, ya que demuestra que quienes más se benefician de una reducción del estrés responden muy bien al ejercicio", incide Ronca.

Los autores subrayan que lo esencial es encontrar una actividad que se disfrute y no desanimarse si una modalidad concreta no encaja. "No importa si no disfrutamos de una sesión en particular", advierte Ronca. "Podemos probar algo diferente".

"Esperamos que si las personas encuentran actividades físicas que disfruten, se sientan más dispuestas a practicarlas", concluye Burgess. "Después de todo, no tenemos que darle la lata a los perros para que salgan a pasear: ser tan inactivos físicamente que empecemos a sentirnos mal podría ser algo peculiarmente humano. En efecto, nuestro cuerpo nos castiga haciéndonos sentir mal. Pero por alguna razón, muchos humanos parecemos no captar bien estos mensajes que envía a nuestro cerebro".

Sobre el autor:

Violeta Qi

Redactor en prácticas

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