Las redes sociales se han convertido en un espacio donde los usuarios comparten sus quejas, experiencias o historias emocionantes que creen que merece la pena que la gente conozca. Hace unos días, la psicóloga Elizabeth Clapés, compartió en sus diferentes perfiles una que la conmovió por diferentes motivos.
Los protagonistas de esta historia son la propia Clapés y Antonio, uno de los muchos viajeros que cada día acuden a una de las estaciones madrileñas para subirse a un tren o un autobús para llegar a su lugar de destino: "El otro día, en la estación de Atocha, había un señor mayor intentando pasar el control de seguridad, pero no le dejaban porque no llevaba billete", empieza contando.
Al percatarse de la situación, Clapés se acercó con intención de ayudar al hombre, y se dio cuenta de que "llevaba una tarjetita colgada en el cuello con su foto, su nombre, de dónde venía, a dónde tenía que ir y a qué hora tenía que llegar. Por el otro lado de la tarjeta: el nombre de sus hijos, sus teléfonos y dónde vivían".
"Me pareció una idea maravillosa porque gracias a esa información pude dirigirme a él por su nombre y utilizar el nombre de sus hijos, que eso siempre les calma", comenta la psicóloga, que estuvo en todo momento con Antonio "esperando a su hija, y cuando llegó muy preocupada, pero muy contenta porque todo había salido bien", comentaba la psicóloga.
"Tuvo que ser un gran padre"
Aunque esta historia ya tiene su final feliz, no acaba aquí: "La cosa es que me habló por WhatsApp para darme las gracias por haber estado con su padre, y me contó lo que estaban haciendo cada día para mantener a su padre orientado en tiempo y espacio, ya que tiene un deterioro cognitivo", explica Clapés al tiempo que comparte alguna de las tarjetas que sus hijos han creado para su padre, como un menú con las comidas, un calendario con el día, mes y año en el que nos encontramos, o una serie de recordatorios para que su padre sepa lo que significa, por ejemplo, la temperatura que hace en la calle y en su casa.
"A raíz de ahí de esto he estado pensando dos cosas: una, que él tuvo que ser un gran padre para que sus hijos lo quieran de esta manera. Y otra, que el ciclo de la vida con nuestros padres empieza con ellos ayudándonos a andar, y acaba con nosotros ayudándolos a andar a ellos", reflexionaba la joven.
"Gracias a Antonio por ese ratito acompañándome y a su familia, por ser un claro ejemplo de amor y respeto a nuestros mayores. Ojalá más familias con esa suerte", terminaba la psicóloga.
Y como suele pasar en estas historias, entre los comentarios algunos usuarios han querido compartir lo que ellos han hecho para ayudar a sus familiares con deterioro cognitivo: "Una tarjeta similar llevaba mi abuelo en el bolsillo de su camisa. A veces se le olvida su nombre, pero leía su tarjetita despacito y contestaba con una sonrisa de oreja a oreja 'ya sé quien soy, Soy Crescencio y aquí viene mi dirección'. Fue un magnífico abuelo, progenitor, tutor, maestro, profesor y padre".
"Yo soy cuidadora y tengo muchos pacientes con demencia y muchas de esas técnicas las veo implementadas en sus casas. Son de gran ayuda. Gracias de mi parte por tenderle una ayuda. Son seres que eran y son maravillosos" o "Yo hice lo mismo con mi madre. Le apunté en una cartulina que pegue tras la puerta de casa todo lo que se debía llevar cuando salía de casa sola, sin mi padre, e iba a la peluquería en taxi, siempre la recogía y llevaba el mismo, lo habíamos hablado con él. Yo, la podía llevar, pero ella insistía en ir sola. Se trataba de promocionar su autonomía", son algunas de las experiencias que se han compartido, y que quizá puedan ayudar a alguien.