David Vargas
Sociedad
‘Green houses’, las residencias que vencieron al virus
España es el tercer país del mundo con mayor índice de defunciones en residencias por la Covid-19
A estas alturas, a nadie se le escapa que el coronavirus se ha cebado con las residencias de todo el mundo. En España, han muerto 30.000 mayores que vivían en residencias, con un índice de defunciones que nos coloca en el tercer puesto con mayor incidencia del mundo. Y Bélgica el país que más residentes ha perdido: el 9,38%.
Desde antes de la pandemia, ya se debatía un cambio de modelo en la atención a las personas mayores, basado en la necesidad de personalizar la atención y desplazar el centro de la misma de criterios técnico-profesionales, que promueven la seguridad y la salud, hacia otros más individuales basados en preferencias y deseos. Es lo que se conoce como “atención centrada en la persona”, una filosofía que está generando el surgimiento de diferentes modelos en distintos países.
En Estados Unidos se puso en marcha en 2003 el proyecto Green House, una iniciativa que ha revolucionado el concepto de residencias y que ahora ha demostrado que se ha defendido mejor que bien ante la pandemia: el 94% de los 300 establecimientos que pertenecen a esta red no ha registrado ni un solo positivo entre sus residentes, algo inaudito.
La clave: sentirse como en casa
En España, el modelo mayoritario de residencias es el que podríamos denominar como hospitalario-hotelero, muy protocolarizado y altamente precarizado, con unos sueldos para los auxiliares que a duras penas alcanzan los mil euros brutos al mes.
Algo totalmente opuesto a lo que sucede en el modelo de “casas verdes”, donde los profesionales cobran unos 2.500 euros, algo impensable en otras residencias. Además, cada centro green house consta de varias casas, con unos 10-12 inquilinos cada una, que funcionan como unidades independientes. Cada residente dispone de habitación individual, con baño propio y salida al exterior. Y algo muy importante: cada casa tiene un huerto o jardín donde los residentes pueden pasear, realizar actividades y recibir visitas con seguridad.
Otra de las características esenciales del proyecto Green House son los profesionales que trabajan en ellas. Aparte del estímulo del sueldo, los auxiliares de enfermería también limpian, cocinan…, lo que se traduce en menos gente en las instalaciones, menos interacciones y, por lo tanto, en menos virus.
Por último, cabe destacar que uno de los éxitos de estos centros es la creación de una dinámica donde no se imponen normas ni rutinas y se implica a los mayores en la vida cotidiana. La idea es que se cuente con su opinión en todas las decisiones. Aquí no hay camas separadas por cortinas, baños compartidos, comedores con horarios inflexibles o cocinas industrializadas. Por eso los recién llegados de otras residencias afirman que estar en una green house es como estar en casa.