
Las mujeres mayores rurales critican la falta de servicios de conciliación: "Somos abuelas canguro"
Entrevista con la presidenta de Afammer, Carmen Quintanilla

La brecha de género se acentúa en el caso de la mujer mayor rural. Según explica a 65YMÁS, Carmen Quintanilla, presidenta de la Asociación de Familias y Mujeres del Mundo Rural (@AFAMMERmujer), el colectivo, además de enfrentar problemas similares a los de las sénior que viven en el medio urbano –pensiones más bajas, peso de los cuidados, más dependencia y peor salud...–, sufriría también las consecuencias de la despoblación y de la falta de recursos. Por ello, Quintanilla reclama un pacto entre lo rural y lo urbano y pide, con motivo de este 8 de marzo, poner en valor el papel de la mujer sénior en el medio rural. "En estos momentos tenemos un reto: construir una sociedad más igualitaria. Hacemos un llamamiento a reivindicar el papel de las mujeres. Y en el contexto de una Europa envejecida, debemos reclamar que puedan envejecer con dignidad y con las mismas oportunidades", señala.
PREGUNTA - Si tuviésemos que hacer una radiografía de cuál es la situación actual de la mujer mayor en el medio rural, ¿qué nos encontraríamos?
RESPUESTA - Este año se celebra el 30 aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial de las mujeres que se celebró en la ciudad de Pekín. Las que tenían 35 años entonces, hoy tienen 65. Significó un antes y un después. Se acordó sacar la violencia de género del ámbito privado al público, hacer un screening de las leyes y fomentar el liderazgo femenino. ¿Qué ha pasado 30 años después? Pues que se ha legislado en España y en la mayoría de sitios del mundo sobre violencia y se estudia la situación de la mujer. Es decir, hoy, por ejemplo, podemos saber con datos que las mayores que residen en el medio rural no sólo suman el hecho de vivir en un entorno donde hay una escasez de servicios y de infraestructuras, sino que también tienen pensiones menores que las que de sus compañeros –1.078 euros frente a 1.478–. Creo que en España hemos hecho una revolución silenciosa y efectiva de la incorporación de las mujeres al mundo laboral y educativo. Y hoy queda un largo camino por recorrer, pero indiscutiblemente hemos roto estigmas y la invisibilidad.
P.- ¿Cree que el mundo rural avanza más lentamente en materia de igualdad?
R.- Todavía hay desigualdad. He pedido, durante muchos años, un pacto entre lo urbano y lo rural. ¿Por qué? Porque, efectivamente, a las mujeres mayores del rural se les suma, al menor acceso a servicios e infraestructuras, el problema de la soledad no deseada. Les afecta mucho más y, se agudiza, al no tener jóvenes.
P.- ¿Cómo viven las mujeres sénior su transición a la jubilación en el medio rural?
R.- Depende. Por ejemplo, si ha sido cuidadora de servicios a domicilio y tiene una pensión pequeña, pues posiblemente siga trabajando en alguna actividad complementaria. Aunque creo que la mayoría pasa directamente a la jubilación. Se está dando también el fenómeno de la abuela canguro, que cuida a sus nietos, para que su hija o hijo pueda conciliar vida profesional y familiar. Y ocurre mucho, porque no hay servicios de conciliación. Por ejemplo, la ludoteca o la guardería no existen. Y las mujeres mayores de 65 años, que ya se han jubilado, suelen cuidar de sus nietos.
P.- ¿Cómo afecta la brecha de género en el mercado laboral a las mujeres sénior?
R.- Sabemos que si una mujer de 55 años en el medio urbano es despedida, no suele conseguir trabajo. En el rural, la situación es peor. Y existe una brecha salarial entre hombres y mujeres entre 55 y 64 años del 14%, aunque es cierto que la hemos rebajado muchísimo. Además, se da una discriminación laboral, porque las sénior sufren hasta seis brechas, incluyendo peores tasas de emprendimiento, trabajo autónomo, actividad, brecha salarial, brecha digital... Y a todo esto hay que añadir que los cuidados familiares en el medio rural recaen mayoritariamente en ellas, con la dificultad que supone para compaginar con el trabajo. De ahí, que quienes mayoritariamente desempeñan empleos a tiempo parcial sean ellas.

Foto: Carmen Quintanilla, presidenta de Afammer.
P.- ¿Cree que la despoblación afecta especialmente a la mujer mayor?
R.- Sí. En el medio rural, sufren una situación paradójica, por una parte, las mujeres mayores son el soporte de la fortaleza de nuestros pueblos, de su sabiduría, pero, por otra, también son aquellas que cuidan. Hay que pensar que hoy una mujer de 60 o 70 años posiblemente esté haciéndose cargo de su padre de 90 o 95. Y la despoblación les afecta mucho más. Son el 22,1% de la población rural, mientras que en las zonas urbanas este porcentaje baja un punto. Y viven más años, pero generalmente su nivel educativo es más bajo y son más propensas a sufrir ciertas enfermedades, con lo cual tienen peor salud. Además, les afecta especialmente la soledad no deseada. Esta situación se identifica mucho más en las mujeres mayores de 70 años. Afecta a tres por cada hombre en el medio rural.
P.- ¿Existe cierta brecha también en el acceso al envejecimiento activo y a una longevidad saludable? ¿Qué se hace desde Afammer en ese sentido?
R.- Sí. Tenemos programas maravillosos en los que trabajamos directamente con las mujeres mayores, en una alimentación saludable, en cuidarse, en quererse... Hacemos talleres creativos con estos temas de envejecimiento activo. Hoy una mujer de 70 años es igual que lo era una de 50 hace 20. A pesar de vivir en el medio rural, quieren participar, estar socialmente activas y formar parte de su pueblo. Y tienen mucho que aportar. También tenemos talleres digitales, otros para construir nuestra autoestima, contra la violencia, clubs de lectura... Ahora bien, el tener más de 65 años y ser una mujer que vive y disfruta de la vida también depende del pueblo en el que viva. Si el municipio es pequeño, indiscutiblemente su participación o liderazgo puede ser menor, si es en uno de 2.000, 3.000 o 5.000 habitantes, están participando y haciendo muchas cosas, aportando a la sociedad su sabiduría. Desgraciadamente, en algunos momentos, no tienen una infraestructura ni servicios públicos como en el medio urbano, pero indiscutiblemente se autoinventan todos los días y Afammer intenta por todos los medios promover ese liderazgo de esas mujeres mayores.
P.- ¿Ha cambiado el perfil de mujer sénior en el medio rural?
R.- Claro que lo ha hecho, y para bien. Quieren viajar, participar y aportar su sabiduría. Y son felices haciéndolo. Quieren vivir, y envejecer es vivir.