Miriam Gómez Sanz
Practicopedia
Adiós al moho en las paredes: el método casero que recomiendan los pintores
Para manchas leves, la combinación de vinagre y bicarbonato es segura y efectiva
Cuando en una pared aparecen esas manchas oscuras de moho que afean techos y rincones, lo primero que muchos piensan es en recurrir a la lejía con agua, un clásico que, aunque eficaz, puede ser demasiado agresivo con la pintura y los acabados. Si no se va a repintar de inmediato, los profesionales recomiendan reservarla para casos muy extensos o difíciles, ya que puede decolorar y desgastar la superficie.
Por eso, muchos pintores prefieren apostar por una alternativa más suave y doméstica: la combinación de vinagre y bicarbonato. Este remedio casero, bien aplicado, elimina el moho superficial y devuelve a la pared su aspecto original, sin dañar el color ni los materiales. Pero antes de lanzarse a limpiar, conviene entender qué tipo de humedad tenemos, porque no todas se comportan igual ni se resuelven con la misma técnica.
Tres tipos de humedad y cómo reconocerlos
La humedad por condensación es la más común en las viviendas. Aparece cuando el aire caliente y húmedo —por ejemplo, al ducharse o cocinar— se enfría al chocar con superficies frías. Las gotitas que se forman dejan manchas de moho negras o verdosas, sobre todo en techos, esquinas o ventanas. Es superficial y, con buena ventilación y limpieza, se controla fácilmente.
La humedad por filtración, en cambio, llega desde fuera o por una avería interna. Puede deberse a una terraza mal impermeabilizada, una grieta o una fuga de agua. Suele dejar cercos amarillentos y pintura levantada, especialmente después de lluvias o fugas.
La más persistente es la humedad por capilaridad, que asciende desde el suelo por los poros del muro. Se nota en zócalos y sótanos, con salitre y desconchones que no desaparecen ni en días secos. En este caso, el problema está en la estructura: el muro absorbe la humedad del terreno y la arrastra hacia arriba.

El método del vinagre y el bicarbonato
Cuando se trata de moho leve por condensación, los pintores suelen confiar en productos caseros. Entre ellos, el vinagre blanco y el bicarbonato son los más populares y seguros. Sin embargo, no conviene mezclarlos previamente en el mismo recipiente, ya que se neutralizan entre sí. Lo ideal es que la reacción ocurra directamente sobre la pared, donde la efervescencia ayuda a soltar la suciedad.
Así se hace paso a paso:
- Espolvorea bicarbonato sobre la mancha o aplica una pasta suave con agua.
- Pulveriza vinagre blanco (de limpieza) encima y deja que haga efervescencia.
- Espera unos minutos, pasa un paño húmedo y seca bien.
- Ventila la habitación durante 10 o 15 minutos. Si el problema es frecuente, usa extractor o deshumidificador.
¿Por qué funciona? El vinagre desinfecta gracias a su acidez, y el bicarbonato limpia suavemente y neutraliza olores. Juntos, eliminan el moho superficial sin dañar la pintura.
Cuando la limpieza no basta
Si el moho reaparece o la pared sigue húmeda al tacto, el problema no es superficial. En casos de filtración, lo primero es reparar la causa (una grieta, tejado o tubería dañada), dejar secar el muro y solo después sanear y repintar. De poco sirve limpiar si el agua sigue entrando.
Para la capilaridad, la única solución duradera es crear una barrera impermeable que impida al agua subir desde el suelo. Existen inyecciones químicas, sistemas eléctricos de electroósmosis o soluciones pasivas como los higroconvectores, que ayudan a secar los muros. Después se recomienda usar morteros transpirables y pinturas adecuadas.

En cualquier caso, ningún tratamiento será eficaz si el ambiente sigue cargado de humedad. Por eso, los especialistas insisten en ventilar a diario, aunque solo sean unos minutos, usar extractores en baños y cocinas y colocar deshumidificadores en las zonas más problemáticas.
También conviene evitar secar la ropa dentro de casa y revisar periódicamente juntas, sellados y ventanas. Si cada invierno el moho vuelve a aparecer, existen pinturas con fungicida o anticondensación que añaden una protección extra. No sustituyen la ventilación, pero ayudan a mantener las paredes limpias por más tiempo.



