Desafortunadamente, se espera que las enfermedades cardiovasculares aumenten a nivel mundial entre 2025 y 2060, tal y como documenta un trabajo de la 'Revista del Colegio Americano de Cardiología'. Al mismo tiempo, nos enfrentamos a un aumento global de los trastornos mentales. De hecho, debido al cambio climático y las perturbaciones sociales y ecológicas asociadas, las enfermedades cardiovasculares (ECV) y la salud mental están surgiendo como las principales cargas de salud, según ha determinado,el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el organismo de las Naciones Unidas encargado de evaluar la ciencia relacionada con el cambio climático.
La buena noticia es que dado que los factores conductuales y los psicológicos contribuyen a los resultados de una enfermedad cardiovascular, estos son potencialmente prevenibles o modificables.
Con esta introducción, se presenta una declaración publicada en la revista 'Journal of the American College of Cardiology', y desarrollada por un panel de expertos en Psicología, Neuropsicología, Psiquiatría, Medicina y Cardiología, a través de la cual ponen de relieve la estrecha asociación entre la conducta, los mecanismos psicológicos y las enfermedades cardiovasculares, destacando el rol esencial del psicólogo clínico en colaboración con otros especialistas para la atención a personas con este tipo de enfermedades, así como la importancia de la intervención psicológica en su abordaje.
El propósito de este documento es describir las funciones actuales del psicólogo clínico en el modelo de atención integrada de las ECV, definiendo las competencias y requisitos de formación necesarios para trabajar en este ámbito, y describiendo marcos para integrar la atención cardiovascular conductual/psicológica. Atendiendo a lo anterior, se propone una nueva 'subespecialidad’ denominada 'Psicología Cardiovascular', y se recoge una serie de recomendaciones sobre reformas de políticas para dicha atención integrada brindada por psicólogos.
Como recuerda un artículo del 'Journal of Health Psychology', la psicología de la salud se desarrolló en EEUU y en todo el mundo en un contexto de cambios sociales que llevaron a la disminución de las enfermedades infecciosas junto con un aumento de las enfermedades crónicas debido a cambios en el estilo de vida, el trabajo y las condiciones de vida. En el caso de las patologías cardiacas, el posible vínculo entre el cambio de estilo de vida y las condiciones de trabajo y las mismas se observó en la década de 1950, seguido por el trabajo sobre la personalidad tipo A, un término utilizado para describir un conjunto de rasgos de personalidad que incluyen alta competitividad, ambición, impaciencia, urgencia en el tiempo, sentido de urgencia y propensión al estrés.
Depresión tras el infarto
Sin embargo, este solo se realizó en hombres blancos y con el paso de los años, se consideró que no era reproducible. Ensayos posteriores demostraron una fuerte asociación entre una mayor prevalencia de trastorno depresivo mayor (16%) y un riesgo de mortalidad posterior de 4 veces más en los 6 meses posteriores al infarto agudo de miocardio. Este trabajo revitalizó el debate sobre la importancia de los factores psicosociales/conductuales en los resultados cardiovasculares y ofreció una explicación 'manejable' del vínculo mente-cuerpo en las ECV sin sesgo de género. También se lograron grandes avances en la comprensión de los mecanismos que vinculan los factores psicológicos, predominantemente el estrés, con la progresión de la aterosclerosis. Todo ello estimuló el campo de la 'Psicología Cardiovascular'. Por todo ello, los autores reconocen que los datos avalan la importancia de tener en cuenta los factores psicológicos y sociales/conductuales en la enfermedad cardiovascular y estimulan el surgimiento del término 'Psicología Cardiovascular'.
De acuerdo con los autores, si bien la declaración se centra principalmente en las ECV adquiridas en adultos, las recomendaciones expuestas pueden extenderse también a la atención de los subtipos hereditarios de ECV y a la cardiología pediátrica y reconocen que son diversos los estudios que ponen de manifiesto una fuerte asociación entre una mayor prevalencia de trastorno depresivo mayor (16%) y un riesgo de mortalidad posterior, 4 veces mayor a los 6 meses siguientes de un infarto agudo de miocardio. Estos datos, junto con los de otras investigaciones que vinculan los factores psicológicos (predominantemente el estrés) con la progresión de la arterioesclerosis, avalan la importancia de tener en cuenta los factores psicológicos y sociales/conductuales en la enfermedad cardiovascular y estimulan el surgimiento del término ‘Psicología Cardiovascular’.
El rol actual del psicólogo clínico y las ECV
Los psicólogos desempeñan una multitud de funciones dentro de los equipos cardiovasculares, que incluyen atención clínica, investigación, mejora de la calidad, educación interdisciplinaria, desarrollo de programas y liderazgo. No todos los psicólogos cardiovasculares desempeñan todas estas funciones; su ámbito de práctica puede limitarse además a ciertos grupos de edad o enfoque clínico. Es importante destacar que prevemos una mayor progresión en el desarrollo y la estandarización de la subespecialidad de 'Psicología Cardiovascular' con certificaciones basadas en competencias según la población a la que se atienda, documenta el trabajo.
Atención clínica
Tanto la depresión como la ansiedad pueden contribuir a las ECV y ser consecuencia de ellas. Dada esta relación es esencial desarrollar vías efectivas para identificar y manejar la angustia psicológica de los pacientes.
El acto de detección en sí no conduce a un mayor beneficio (por ejemplo, reducción de los síntomas de depresión, mayores tasas de tratamiento, mejores resultados de ECV) a menos que existan vías de atención estructurales que puedan lograr una vinculación exitosa con el tratamiento de la depresión. En las ECV se estima que la depresión está presente en más del 20% de aquellos con insuficiencia cardíaca, en alrededor de una cuarta parte de los que reciben un desfibrilador implantable en el año siguiente, en el 15% al 20% de los que se someten a un injerto de derivación de la arteria coronaria, y en dos tercios de los individuos que experimentan un infarto de miocardio, por citar algunos ejemplos.
Hay evidencia sólida que demuestra los beneficios de la intervención clínica para los trastornos de depresión y ansiedad en las ECV. La psicoterapia es eficaz para la depresión en los afectados, y la terapia cognitivo-conductual y la terapia psicológica positiva se asociaron con mejores resultados psicológicos en ellos.
Enfermedades cardiovasculares y manejo general del estrés
Las experiencias de las personas con ECV no se limitan a los trastornos psiquiátricos tradicionales. “En nuestra experiencia clínica a menudo nos encontramos con pacientes que no cumplen con todos los criterios de diagnóstico para un trastorno del estado de ánimo o de ansiedad y, en cambio, tienen un malestar psicológico centrado en el corazón. La ansiedad cardíaca es multidimensional que incluye la preocupación, la evitación de actividades que podrían provocar síntomas cardíacos y la atención hipervigilante a las sensaciones que produce el corazón. "Existen múltiples fuentes potenciales de ansiedad para las personas que viven con una ECV: diagnóstico y tratamiento, deterioro del estado de salud (p. ej., empeoramiento de los síntomas cardíaco) y factores psicosociales (como los desafíos relacionados con el empleo y las relaciones, cambios en los roles y expectativas familiares). Las estrategias de reducción del estrés y la ansiedad basadas en la evidencia que se adaptan a cada individuo (por ejemplo, biorretroalimentación, intervenciones basadas en la atención plena u otras formas de entrenamiento de relajación) tienen cabida en el manejo de la ECV con el objetivo de controlar el estrés, reducir la ansiedad y el riesgo de depresión", documentan los investigadores.
Estas intervenciones también son relevantes tanto para el estrés diario crónico como para los principales factores estresantes de la vida, que pueden contribuir a las ECV.
Intervenciones de cambio de comportamiento
La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) identificó las '8 medidas esenciales de la vida' para la salud cardiovascular: mantener una dieta saludable, ser físicamente activo, abstenerse de fumar, dormir bien, mantener un peso saludable y controlar el colesterol, el azúcar en sangre y la presión arterial. Mediante el uso de técnicas como la entrevista motivacional y enfoques basados en la terapia cognitivo-conductual, los psicólogos están bien preparados para trabajar con personas que buscan hacer cambios de comportamiento dentro de estos 8 dominios. La psicoeducación, el apoyo y la intervención personalizados son importantes dados los desafíos del cambio de comportamiento. La atención psicológica integrada dentro de las trayectorias de rehabilitación cardiovascular puede servir tanto para las secuelas psicológicas de eventos cardíacos importantes como para la adopción y el mantenimiento de cambios de comportamiento de salud.
El manejo del dolor
Existe una gran superposición entre las personas que padecen ECV y dolor crónico. También existe una conexión entre éste y un mayor riesgo de resultados cardiovasculares adversos, así como una mayor susceptibilidad al uso crónico de opioides, especialmente en aquellos que se someten a procedimientos cariacos invasivos. El psicólogo puede brindar intervenciones que respalden el manejo del dolor, especialmente dado el fuerte vínculo con las emociones y las enfermedades mentales.
La declaración recuerda la evidencia existente entre la coexistencia de condiciones de salud mental comórbidas con las ECV. En este sentido, advierte, "las personas a las que se les diagnostican problemas de salud mental, incluidos trastornos mentales graves, tienen un riesgo de ECV especialmente alto". Sin embargo, destacan, "quienes corren mayor riesgo tanto de problema de salud mental como de ECV, son personas de origen minoritario y aquellas que están expuestas a factores estresantes más amplios relacionados con la vida social".
Por lo tanto, para comprender mejor los desafíos descritos y mejorar los resultados positivos, el panel de expertos considera necesario un enfoque integrado que aborde los factores biológicos, psicológicos, sociales y conductuales.
Sobre el autor:
Patricia Matey
Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.