A raíz de 'Maspalomas': ¿qué supone envejecer siendo una persona LGTBIQA+?
Paula Serna ArranzMiércoles 26 de noviembre de 2025
5 minutos
Miércoles 26 de noviembre de 2025
5 minutos
A finales de septiembre se estrenó la película Maspalomas, la cual muestra el proceso de rearmarización de Vicente, un hombre gay de 70 años que se ve en la necesidad de vivir en una residencia de personas mayores durante una temporada tras un ictus.
Las ficciones audiovisuales brindan la oportunidad de llevar al terreno de lo cotidiano conversaciones que de otra forma rara vez tendríamos. Por eso, es interesante aprovechar la ocasión para reflexionar en torno al sistema de cuidados en la vejez, pues lejos de pensar los conflictos de esta película como algo que tan solo ocurre a las personas LGTBIQA+, es interesante ver cómo los fallos del propio sistema hacia Vicente, también lo son hacia la gran mayoría de la población.
De hecho, el primer problema que se debe poner sobre la mesa es la carencia de representación de personas mayores en el audiovisual. El Observatorio de la Diversidad en los Medios Audiovisuales (ODA) ofrece datos anuales de cómo es la representación de distintas identidades en cine y series, incluyendo un análisis por edad. De esta forma, “se detecta una escasa, o incluso nula, presencia de personajes mayores de 50” –dice el Observatorio–-. “Por el contrario, la mayor proporción de personajes LGBTIQA+ se concentra en las edades comprendidas entre los 13 y los 18 años en el caso de la series y entre los 18 y los 30 en el de las películas. "Esta carencia de representación de este colectivo, en realidad, se extiende a la vejez en su conjunto, pues el informe muestra cómo la mayoría de personajes se concentran entre los 30 y los 50 años.
Es por esta baja representación por la que se hace todavía más interesante hablar de Maspalomas, por ser una de las pocas ficciones que tiene como punto central de su trama el envejecimiento de personas gays.
La película nos muestra cómo ante un ictus Vicente se ve obligado a pasar unos meses en una residencia, mostrando las diversas dificultades que allí le acontecen. Por un lado, una de sus dificultades centrales es la imposibilidad que encuentra de decir que no es heterosexual. Esta rearmarización en la vejez es una preocupación extendida. Prueba de ello son estas declaraciones a El Periódico de Catalunya de Laura Vilar, mujer trans de 68 años: "Me da miedo porque hay mucha gente que no nos comprende. Si te quieren herir, humillar... lo harán. A veces lo pienso, ¿y si no me puedo valer por mí misma y me tienen que cuidar?". Además, asegura que conoce casos de matrimonios 'trans' a quienes separaron de habitación cuando entraron en una residencia: "Esto es muy cruel. Y cuando eres mayor, frágil, débil... la gente calla, claudica, les cuesta más plantar cara y denunciar".
En este sentido, varias entidades han realizado guías prácticas para hacer los espacios sociosanitarios libres de LGTBIfobia, como es el caso de la Guía práctica para incorporar la perspectiva LGTBI+ en las residencias y otros centros y recursos para personas mayores de la Generalitat de Catalunya, la cual hace especial hincapié en la prevención y la creación de normas de convivencia, lo cual beneficia a todas las personas, no solo a las LGTBI.
Sin embargo, la homofobia no es el único problema que afronta Vicente. La falta de un espacio privado para abordar la sexualidad se muestra en la película a través de un hombre y una mujer que, cada vez que comienzan a tener relaciones sexuales en la residencia, se les impide. La película avanza y se generan en la residencia espacios para ello. De esta forma, se muestra que efectivamente la imposibilidad de mostrar la sexualidad es un problema común a todas las personas mayores que allí viven. La razón: el edadismo hace que las personas mayores sean concebidas como asexuadas, como si llegar a la vejez hiciera desaparecer la sexualidad.
Para terminar, otro de los problemas de Vicente es quién paga la residencia. En la actualidad, gran parte de los cuidados en la vejez se sustentan dadno por asumido que que será la familia quien los aportará, ya sea cuidando o aportando económicamente para externalizar ese cuidado. En el caso de Vicente, tiene una hija que se encarga de ello, pero, ¿qué ocurre con todas las personas sin esa red familiar? ¿Y con aquellas cuyas familias no cuentan con el dinero para hacerlo? Este problema no se pasa por alto en la ficción, sino que se verbaliza que si la hija, con quien lleva décadas sin hablar no hubiera querido hacerse cargo, Vicente hubiera acudido a una residencia pública. Sin embargo, esto no es tan sencillo, puesto que las listas de espera son extensas. De esta forma, aunque el problema de dónde ser cuidado se centra en que Vicente es una persona gay, en realidad es un problema que atraviesa a muchas personas mayores. De hecho, el Informe Envejecer con orgullo elaborado por el Gobierno de Navarra en 2023 recoge cómo “las familias –y especialmente las mujeres de las familias– cumplen una función de sostén para las personas mayores. Sin embargo, en las últimas décadas, las transformaciones que han afectado a los núcleos familiares producen nuevas necesidades y, en consecuencia, nuevas maneras de entender los recursos y servicios dirigidos a la población”. Es decir, que los cambios en el modelo familiar afectan a los cuidados de toda la población que llega a la vejez y, de esta forma, imaginar cuidados que no recaigan exclusivamente en las familias beneficia a todo el mundo.
Así, concluir, que las barreras que la población LGTBIQA+ tiene en la vejez son extensibles al sistema de envejecimiento en su conjunto, que afectan a gran parte de la sociedad sin importar su orientación sexual. Por eso, preocuparnos por el envejecimiento LGTBIQA+ es conseguir un envejecimiento más justo para toda la población.



