Ramón Sánchez-Ocaña
Opinión

La compra como droga

Ramón Sánchez-Ocaña

Viernes 8 de enero de 2021

ACTUALIZADO : Lunes 25 de enero de 2021 a las 17:13 H

5 minutos

Estamos "deseando" volver a ir de compras pero con guantes y gel hidroalcohólico

Viernes 8 de enero de 2021

5 minutos

¿Es una droga la compra? Ya hemos hablado alguna vez en estas paginas sobre “el vicio de comprar”. Hoy vamos un punto más allá, al poder considerar que en determinados momentos y estados, la compra puede convertirse en ”droga”. El ya fallecido catedrático de psiquiatría Alonso Fernández incluía la compra patológica como una de las adicciones sin droga, junto al alimento, el trabajo, el sexo o el juego.

Estamos viviendo la época en que el consumo que habitualmente ya preside parte de nuestra vidas, se desborda.Todos compramos y nadie podría establecer claramente una línea para dividir la compra normal de la que podría llamarse  patológica. Para Alonso es sencillo: cuando se depende de ello, aunque no se reconozca.

Todas esas adicciones sin droga se manifiestan especialmente entre quienes se sienten solos, deprimidos o quienes son impulsivos y con dificultades de autocontrol. En otras palabras , cuando la compra se vuelve  demasiado disparatada y se dirige a la adquisición de objetos  repetidos sin tino, cosas  inútiles, inapropiadas y que no guardan una relación de congruencia con el gusto habitual del comprador. Eso es una  compra patológica. O como decía el ilustra psiquiatra: consumopatía.

Y se distribuye en dos series diferentes:

Compras excesivas, síntoma de otra alteración psíquica, en la que la compra se convierte en la compensación del sufrimiento que provoca la misma alteración; o ciclos de euforia anímica tras la etapa depresiva. En todo caso, es una alteración psíquica que lleva a considerar lo que se compra  como gratificación por el sufrimiento o recurso defensivo. (En este apartado cabrían muchas jóvenes alteradas por la línea que padecen un autentico trastorno del vestir, que compran ropa sin control)

Las adicciones de consumo que  se basan en otras adicciones gobernadas por la forma compulsiva de actuar. Dice Alonso que se refleja en esta secuencia:

Necesidad irresistible de poseer un objeto, acompañada de un sentimiento de excitación o estado de nerviosismo, cuya tensión  aumenta si no compra y que se calma al adquirir el objeto

- Reaparición de esa tensión al cabo de algunas  horas o algunos días; es decir, es un episodio que se repite.

- Y por último una respuesta favorable al tratamiento farmacológico o de terapia de comportamiento que frene esa impulsividad.    

Problema femenino (y masculino!)

El problema afecta más a la población femenina, quizá porque tienen mayor inclinación al consumo que se ve mediatizado por la moda o la preocupación por la imagen. Para el profesor Alonso Fernández la sensación de soledad, la acumulación de frustraciones y el nivel bajo de autoestima son factores que llevan a las compras adictivas.

Pero el hombre no anda muy lejos. Lo que ocurre es que  son distintos los objetivos de unos y otros. Si es varón no se le ocurrirá llenar la bolsa de cosméticos; pero es posible que compre discos que ya tiene o aparatos electrónicos que no entiende, pero que ya entenderá, o accesorios para el coche. Cada uno tiene “su” manía.

¿Y qué pasa si no se tiene dinero?.  La respuesta es contundente: entre los adictos se produce con mayor incidencia la cleptomanía, es decir que se lo llevan por las buenas. Y si no van a esas tiendas de todo a cien en donde los compradores compulsivos pueden , por poco dinero, adquirir  muchas cosas.

Para el catedrático de Ciencias de la Conducta de la Universidad de Oviedo, Flórez Lozano, la patología de la compra, el “síndrome de compras” se denota por un deseo irrefrenable de comprar durante todo el año, no sólo en determinadas épocas; y produce  desequilibrio económico familiar, enfrentamientos conyugales y una conducta alrededor de la compra que no hay duda de que se trata de una adicción que debe tratarse. Es  el extremo de la cultura del consumo, que como dice Flórez Lozano se aprende y se desarrolla en los templos y santuarios que son los grandes almacenes. Lo curioso es que el hecho de comprar  excita su sistema nervioso y le reporta un cierto placer, aunque tras ese placer efímero  surgen sentimientos de remordimiento, culpabilidad y desolación.

El propio individuo se siente incómodo, víctima o marioneta en manos de la publicidad y de los reclamos. Es un devorador del consumo.

En Estados Unidos ya hay grupos de apoyo, una especie de “compradores anónimos” grupos de compradores compulsivos  que se reunen constantemente para tratar de eliminar la angustia y los motivos que les llevan a la conducta compulsiva de comprar. Algunos efectúan compras sin freno únicamente cuando sufren un problema emotivo o afectivo. A veces compran por auténtica evasión, de manera que comprar puede convertirse en un antídoto contra la angustia personal que puede estar viviendo en soledad.

Su perfil de personalidad tiene rasgos depresivos, ansiedad, síntomas de angustia, baja autoestima y falta de autocontrol:

  • El retrato robot del adicto a la compra es : mujer, de 35 a 40 años, de cualquier nivel social. Puede tener problemas de integración en  la familia (cansancio, monotonía ,rutina, frustración,fatiga...)
  • Los síntomas más claros son :Deseo incontrolado  de adquisición de ropa y complementos  en cantidad y precio exagerado;compra objetos superfluos e innecesarios. Compra como si la compra fuera el consuelo;culto desmedido a marcas
  • La mujer compra sobre todo ropa interior y de vestir. El hombre gabardinas,material informático y accesorios de automóvil
  • No es raro que se produzca en personas tendentes a otras adicciones.
  • Tiene solución en manos de especialistas, sobre todo porque esta adicción no es más que el reflejo de  la debilidad en el control de los impulsos.

Sobre el autor:

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña

Ramón Sánchez-Ocaña (Oviedo, 1942) es miembro del Comité Editorial de 65Ymás. Estudió Filosofía y Letras y es licenciado en Ciencias de la Información. Fue jefe de las páginas de Sociedad y Cultura de El País, y profesor del máster de Periodismo que este periódico organiza con la Universidad Autónoma de Madrid. 

En 1971 ingresa en TVE. En una primera etapa se integra en los servicios informativos y presenta el programa 24 horas (1971-1972). Entre 1972 y 1975 continúa en informativos, presentando el Telediario. No obstante, su trayectoria periodística se inclina pronto hacia los espacios de divulgación científica y médica, primero en Horizontes (1977-1979)​ y desde 1979 en el famoso Más vale prevenir, el cual se mantiene ocho años en antena con una enorme aceptación del público.

Tras presentar en la cadena pública otros dos programas divulgativos, Diccionario de la Salud e Hijos del frío, fue fichado por Telecinco para colaborar primero en el espacio Las mañanas de Telecinco y posteriormente en Informativos Telecinco.

Es colaborador habitual de radio, periódicos y revistas, y autor de una veintena de libros, entre los que destacan Alimentación y nutrición, Francisco Grande Covián: la nutrición a su alcance, El cuerpo de tú a tú: guía del cuerpo humano, Guía de la alimentación y Enciclopedia de la nutrición

En 2019 entró en el Comité Editorial del diario digital 65Ymás, en el que colabora actualmente.

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