Yayoflautas Cartagena.
Opinión

La nueva realidad

Yayoflautas Cartagena

Viernes 29 de mayo de 2020

4 minutos

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Viernes 29 de mayo de 2020

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L@s Yay@flautas de Cartagena nunca hemos sido Mareas ni Plataformas de Pensionistas. Tampoco l@s de ninguna otra localidad, por lo que conocemos. Nuestras áreas de movilización, de reivindicación y de reclamación de derechos siempre han sido más amplias: residencias de personas dependientes y mayores, memoria histórica, sanidad pública, educación de adult@s y mayores, atención a jóvenes, a la inmigración y a los sectores más desfavorecidos, trabajador@s en precario, en contra de la violencia de género, etc; siempre en un segundo plano, aunque implicándonos de lleno y apoyando a quienes son l@s auténticos protagonistas en cada caso.

No obstante, durante los últimos meses, más de dos años ya, hemos dado un paso al frente y nos hemos movilizado en Cartagena, Murcia o Madrid, apoyando y formando parte del movimiento de COESPE (Coordinadora Estatal en Defensa del Sistema Público de Pensiones), un conjunto de unas 280 asociaciones dedicadas a defender los derechos del colectivo de pensionistas. En realidad, formamos un movimiento atomizado y no tenemos un vínculo muy estable, puesto que la problemática de las pensiones se encauza a través de asociaciones con estructuras y base sociales propias como la nuestra, pero sí nos hemos servido de este singular movimiento social para canalizar y coordinar las movilizaciones, alcanzando cierta relevancia y obteniendo mejoras económicas actuando como grupo de presión sobre los gobiernos de turno. Tod@s recordamos el periodo intenso del conflicto, en el que se daban las condiciones propicias para impulsar grandes (y pequeñas) movilizaciones.

Pero apareció la COVID-19, un desastre sanitario agravado por la contaminación que, a pesar de lo ¿aprendido?, seguimos agravando tirando en cualquier sitio guantes y mascarillas. Una pandemia que no guarda relación con ninguna otra a lo largo de la historia salvo la mal llamada gripe española o, mirando más atrás, la peste. El origen de esta nueva crisis no está, por tanto, relacionado con el sistema productivo ni el financiero, pero para combatirlo ha sido necesario paralizar el sistema económico y provocar un largo confinamiento para proteger a la población de la mortífera pandemia. La caída del PIB y el aumento de la deuda pública serán las consecuencias entre otras, no las causas. El desempleo puede alcanzar a finales de año un 20-22 %, afectando sobre todo a los sectores sociales más vulnerables, l@s jóvenes y las mujeres, de nuevo quienes ya sufrieron en mayor medida la crisis del 2008. 

Distribución y comercio, agricultura, limpieza, transporte, asistencia domiciliaria y geriátrica, y personal sanitario entre otros, lo que representa alrededor de un tercio de trabajador@s, precisamente los colectivos con más empleo precario, con salarios míseros y cubiertos en su mayor parte por mujeres, han sido los pilares sobre los que se ha mantenido el funcionamiento de los servicios sociales para que el resto de la población estuviésemos a resguardo: los empleos menos considerados han resultado imprescindibles y más expuestos al contagio. Al “volver a la normalidad” será necesario priorizar y potenciar, por parte del Gobierno, las políticas de defensa de los servicios públicos y la lucha por un mejor reparto de la riqueza. 

Si en 2008 se rescató a la banca a la fuerza y mediante engaños, ahora debemos proteger a millones de víctimas de una miseria económica y social que debemos evitar por todos los medios. Probablemente el colectivo menos afectado volverá a ser el pensionista y, de nuevo, la gente mayor tendremos que contribuir a salvar muchas economías familiares, auxiliando a hij@s y niet@s. 

Ante este horizonte en el que ya sobrevuelan “cuervos y buitres”, l@s pensionistas debemos reflexionar sobre la idoneidad y vigencia de nuestras demandas, porque los esquemas utilizados anteriormente quizá no sirvan. La situación que se avecina demandará otras formas de organización, de movilización y asociación de base con unos claros objetivos, como son la defensa de la salud pública y la revisión en profundidad del sistema de residencias, entre otros. Implicará que las reivindicaciones de las pensiones dejarán de ser el eje movilizador, pasando el testigo y el protagonismo de nuevo a las mareas blancas de la sanidad y a las de las residencias, aunque sin olvidar en ningún momento la vigilancia sobre el Sistema Público de Pensiones, como uno de los pilares del Estado de Bienestar. 

El conjunto de la población demandará un auténtico cambio social y económico que requerirá la participación de todas las organizaciones de base posibles y disponibles, incluidos sindicatos o AAVV, feministas y LGTBI, conservacionistas y jóvenes, mujeres y otr@s, para presionar a los gobiernos locales, regionales y nacional. Dentro de ese movimiento, que debe ser unitario, plural, interterritorial e intergeneracional, el colectivo de pensionistas y l@s yay@flautas seremos uno más sin perder la propia personalidad y el funcionamiento autónomo en ningún momento, porque no tenemos garantía de nuevas agresiones al SPP sino todo lo contrario.

Animamos a colectivos y asociaciones de nuestra ciudad a iniciar un proceso de contactos, colaboración y fortalecimiento mutuo de cara a la defensa de lo público y de l@s más desfavorecidos de la población.

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