Lucía Garrido
Salud
Los 5 alimentos que combaten la inflamación
El paso de los años se asocia a un proceso inflamatorio crónico
La inflamación es una patología con la que gran parte de la sociedad convive, aunque no siempre se diga. Es además un claro ejemplo del paso de los años en el cuerpo, e incluso un factor de aceleración del envejecimiento, indicando un mal funcionamiento del mismo.
La doctora Montse Prados, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Hospital del Mar de Barcelona y doctora en Medicina por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha concedido una entrevista a Infosalus sobre la inflamación, el por qué y cómo podemos evitarlo, sobre todo, a través de la alimentación.
Alimentos antiinflamación
Lógicamente, hay que mantener alejados los ultraprocesados, ya que abusan de las grasas saturadas y de azúcares. Por otro lado, el consumo excesivo de sal también afecta a la salud y el envejecimiento. Muchas veces no somos conscientes de qué cantidad de sal consumimos, como afirma la doctora: "La sal, por ejemplo, desconocemos cuánta tomamos porque está camuflada en muchos productos, y está relacionada con el riesgo de hipertensión arterial, de enfermedad renal, o con la enfermedad cardiaca".
Dejando de lado lo malo, la fruta y la verdura hacen el efecto contrario, combatiendo la inflamación. Además, gracias al ejercicio físico y el control del estrés podemos recomponer la capacidad antiinflamatoria que perdemos con el paso de los años. Si lo combinamos con frutos secos sin sal (y sin freír), aceite de oliva virgen extra y legumbres, tendremos la dieta perfecta antiinflamación compuesta por alimentos vegetales.
Ultraprocesados y azúcares
Lo que ocurre es que, tal y como comenta, nuestro organismo se ve dañado por la alimentación no adecuada, de forma que el consumo de estos productos, el exceso de azúcares, o de grasas no saludables, por ejemplo, tiene un impacto negativo sobre nuestro metabolismo. "Es decir, nos va a provocar mayores aumentos de insulina, así como una resistencia a la insulina, que directamente tiene un papel inflamatorio y relacionado con los marcadores inflamatorios", remarca.
Esto ocurre debido a un mal funcionamiento de las mitocondrias, las estructuras celulares responsables de generar energía. Cuando las mitocondrias están sobrecargadas con demasiada energía de manera inapropiada, operan de forma defectuosa y no pueden procesar eficientemente todo lo que reciben, incluyendo la glucosa. Como resultado, las células muestran daños a través de la producción de radicales libres y la oxidación, lo cual está directamente vinculado al consumo de alimentos ultraprocesados, ricos en grasas no saludables y azúcares.
Una alimentación rica de ultraprocesados potencia el deterioro celular propio de la edad. La buena noticia es que pueden ententecer el proceso de envejecimiento y reducir el riesgo de desarrollar enfermedades adoptando unos hábitos adecuados", y es que "según los nutrientes que ingerimos, las mitocondrias pueden alterarse", comenta la doctora.
¿Por qué nos inflamamos?
Para poder ponerle solución al problema, es muy importante encontrar la raíz del mismo. Solemos notar la inflamación gracias a sus síntomas, y entre estos síntomas la experta apunta a articulares, digestivos, o dermatológicos (aparecen lesiones).
Hay muchos otros factores además de la edad favorecen la inflamación crónica: la disbiosis en nuestra microbiota, la obesidad, el sedentarismo, el estrés crónico, los tóxicos como el alcohol o el tabaco y un mal horario de sueño.
El envejecimiento y la inflamación crónica
Ya lo dice la doctora Monste Prados en su libro, el paso de los años se asocia a un proceso inflamatorio crónico, mediado por las citoquinas, y que facilita que la grasa se deposite en órganos que no son propiamente tejido adiposo o graso, como el hígado, el músculo, o el corazón.
"La edad es, por tanto, un estado creciente de inflamación por el deterioro de los mecanismos de defensa, como el sistema inmune, y la pérdida de capacidad antioxidante, que ayuda a reparar los daños en los tejidos. Esto supone un factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles, consideradas de base inflamatorias. Pero nuestra genética, en menor grado, y nuestro estilo de vida como un factor de mayor importancia determinan que desarrollemos unas enfermedades u otras", sostiene esta endocrinóloga del Hospital del Mar.
A su juicio, el problema está en muchas ocasiones en que creemos que tenemos que hacer grandes cambios en nuestra vida, o que necesitamos grandes tratamientos, cuando realmente es suficiente con modificar nuestro estilo de vida para poder encontrarnos mucho mejor.