Salud

La convivencia y la soledad, una mezcla que castiga la salud de las cuidadoras mayores

Miriam Gómez Sanz

Domingo 23 de noviembre de 2025

4 minutos

Un estudio del ISCIII y RICAPPS revela peor salud, más depresión y menor calidad de vida

La convivencia y la soledad, una mezcla que castiga la salud de las cuidadoras mayores. Fuente: EuropaPress.
Miriam Gómez Sanz

Domingo 23 de noviembre de 2025

4 minutos

Cuidar es un acto de cariño, pero también un ejercicio de desgaste. Y cuando ese cuidado se realiza dentro del propio hogar, las consecuencias pueden ser especialmente duras. Así lo muestra un nuevo estudio del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) y la Red de Investigación en Cronicidad, Atención Primaria y Promoción de la Salud (RICAPPS), publicado en Scientific Reports, que analiza cómo viven esta realidad las personas mayores de 50 años que se encargan de manera informal de familiares o allegados.

Según la investigación, una de cada cinco personas mayores de 50 años en España realiza cuidados no remunerados, lo que confirma, una vez más, la enorme dependencia social hacia este apoyo invisible.

El peso recae en las mujeres

La primera autora del estudio, Amaya Bernal, de la Escuela Nacional de Sanidad del ISCIII, explica que este trabajo recae mayoritariamente en mujeres, tanto entre las cuidadoras que no viven con la persona dependiente (13%) como entre las que sí conviven (6%). Añade que estas mujeres presentan peor salud física y mental y menor calidad de vida, una llamada clara a reforzar los apoyos específicos y urgentes que necesitan.

El estudio distingue entre cuidadoras residentes (conviven con la persona cuidada) y no residentes (visitan o ayudan desde fuera). Las primeras suelen ser de mayor edad, tienen peor salud percibida, consumen más medicación y muestran mayores niveles de depresión, además de una calidad de vida claramente más baja.

La soledad agrava el panorama. Entre quienes se sienten solas, las cuidadoras residentes son quienes presentan los niveles más bajos de bienestar. En contraste, las no residentes suelen ser más jóvenes y disponen de mayor autonomía para decidir cuándo cuidar, lo que también les permite mantener actividades de ocio.

El perfil más habitual de cuidadora residente es el de una mujer que atiende a su pareja. Fuente:EuropaPress.
El perfil más habitual de cuidadora residente es el de una mujer que atiende a su pareja. Fuente:EuropaPress.

Un retrato de quienes cuidan

El estudio incluyó a 2.096 personas (904 hombres y 1.192 mujeres) con una edad media de 74,5 años. Del total, el 81% no era cuidador, el 13% ejercía como cuidador no residente y el 6% como residente.

El perfil más habitual de cuidadora es el de una mujer, con pareja y un promedio de dos hijos. Las no residentes cuidan sobre todo a sus padres (43%) y a otros familiares o amigos (46%). Las residentes atienden principalmente a sus parejas (56%) o a sus hijos (20%).

Las tareas también cambian según el tipo de cuidado: entre las no residentes, el 80% realiza labores domésticas o personales, mientras que solo el 20% asume gestiones burocráticas.

Una cuestión urgente de salud pública

Las autoras del estudio advierten de que las cuidadoras residentes, a menudo cónyuges, soportan una carga más intensa y con menos libertad para elegir, lo que limita su participación social y su acceso al ocio.

Por ello, subrayan que "es prioritario intervenir sobre las cuidadoras residentes, dado su peor estado de salud y su menor calidad de vida y abordar la soledad".

Apoyarlas no es solo una cuestión de bienestar individual, sino una necesidad de salud pública que afecta de manera directa al presente y futuro del cuidado en España.

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Miriam Gómez Sanz

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