Jubilarnos es solo algo que afecta a nivel laboral. Ese nuevo cambio en nuestra vida no tiene que significar el parón de otras muchas actividades que veníamos haciendo de forma rutinaria, entre ellas practicar algo de deporte cada semana.
O puede que sea darnos una tregua durante las vacaciones o por motivos de salud, estamos convalecientes de una operación por ejemplo. Lo cierto es que dejar de hacer deporte de forma más o menos indefinida no solo se nota en nuestro aspecto físico, sino también en nuestra salud y hasta en nuestra mente.
Lo más evidente cuando dejamos de practicar deporte es, al cabo de un par de meses, la pérdida de la fuerza muscular que habíamos logrado a base de ejercicios semanales. Y a esto se suma, a nivel estético, un aumento del peso si no nos cuidamos y solo comemos y permanecemos horas y horas sentados en el sofá.
Y esto es solo el principio, según la Federación Española de Actividades Dirigidas y Fitness (FEDA), las personas sedentarias tienen entre un 20% y un 30% más de posibilidades de morir de forma prematura.
A nivel de nuestro organismo interno, el envejecimiento hará sus estragos sobre todo en aquellas personas que, pasada la barrera de los 65 años, dejan de mover su cuerpo. Y esto se traduce en:
Siempre que sea posible, aunque sea a un ritmo más bajo por ciertas dolencias, es bueno practicar algo de ejercicio físico. Incluso una actividad moderada de caminar una hora todos los días resulta más que beneficioso.
Pero tampoco pretendas, tras un tiempo de parón, volver a un ritmo como el que hacías antes. Los músculos y tu cuerpo en general necesitan adaptarse poco a poco, por eso lo mejor es recuperar esos buenos hábitos de forma progresiva y gradual.