Salud

Descubren una molécula que mejora la adaptación al ejercicio de fuerza

Cerlesky Pérez

Sábado 23 de agosto de 2025

3 minutos

La investigación abre la puerta a mejorar el rendimiento y la salud

Descubren una molécula que mejora la adaptación al ejercicio de fuerza
Cerlesky Pérez

Sábado 23 de agosto de 2025

3 minutos

Un equipo de la Universidad de Oviedo, integrado en el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), ha liderado un estudio internacional que revela cómo el músculo esquelético envía señales al resto del organismo cuando entrenamos. La clave está en unas pequeñas moléculas llamadas microRNA, que viajan por la sangre y actúan como mensajeros entre tejidos.

La investigación destaca el papel del microRNA miR-29a-3p, que resulta esencial para que el cuerpo se adapte al ejercicio de fuerza y mantenga la potencia muscular. Según los autores, estos hallazgos ayudan a entender mejor cómo el entrenamiento –especialmente el de fuerza– influye en la salud y en el metabolismo energético.

Los microRNA no son nuevos para la ciencia: su descubrimiento fue reconocido con el Premio Nobel de Medicina en 2024. Estas moléculas tienen la capacidad de regular la expresión de los genes, no solo en las células que las producen, sino también en otras más alejadas a las que llegan a través de la sangre.

Descubren una molécula que mejora la adaptación al ejercicio de fuerza
Fuente: Europa Press

 

Para comprobar su función, los investigadores entrenaron durante un mes a dos grupos de ratones: unos practicaron resistencia, corriendo en cinta, y otros fuerza, subiendo una escalera con pequeños pesos. El análisis reveló once microRNA cuyos niveles en sangre variaban con el ejercicio de fuerza, siendo el miR-29a-3p el más determinante.

Los resultados indican que este mensajero molecular interviene en la comunicación entre músculo e hígado durante el ejercicio, influyendo en cómo ambos tejidos gestionan la energía.

“Confirmamos que el miR-29a-3p es clave en la adaptación al entrenamiento de fuerza, al menos en modelos animales y cultivos celulares. El siguiente paso es confirmar si estos resultados se cumplen en humanos”, explica el doctor Fernández Sanjurjo, profesor de Biología Funcional en la Universidad de Oviedo y primer firmante del estudio.

El estudio es fruto de una colaboración internacional entre la Universidad de Oviedo, que ha liderado este trabajo, el Instituto Karolinska (Suecia), la Universidad de Texas Southwestern (EE. UU.) y la Universidad de Barcelona.

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