Qué es la tendencia viral 'fart walk' y por qué puede mejorar tu salud
Tiene base científica, pero con ciertos matices
Caminar entre 10 y 15 minutos después de comer, una práctica popularizada en redes sociales bajo el nombre de 'fart walk', podría aportar beneficios reales para la salud, según la doctora Cristina Petratti, especialista en Obesidad y Nutrición del Grupo de Ejercicio Físico y Obesidad de la SEEDO. Este sencillo hábito, explica la experta, favorece la digestión, ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y contribuye al bienestar cardiovascular y emocional. No obstante, aclara que los beneficios dependen de mantener un ritmo de paseo suave y constante, sin convertirlo en un ejercicio intenso.
En una entrevista con Europa Press Salud Infosalus, la doctora Petratti explicó que la práctica consiste en una caminata ligera inmediatamente después de las comidas. “Estimula la motilidad gastrointestinal, favoreciendo el vaciamiento gástrico y la peristalsis intestinal”, afirmó. “Además, tiene un impacto metabólico muy documentado: varios estudios clínicos demuestran que ayuda a reducir el pico de glucosa posprandial –es decir, el aumento de azúcar en sangre que ocurre tras una comida–, y con ello modera la respuesta insulínica”, añade.

La experta sostiene que, aunque pueda parecer un gesto mínimo, caminar tras la comida es una estrategia de prevención de bajo coste, sin efectos adversos y muy sostenible, particularmente útil en personas que no pueden realizar ejercicio vigoroso. La portavoz de la Sociedad Española de Obesidad indica que incorporar estas caminatas después de cada comida puede:
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Mejorar la tolerancia a la glucosa y el metabolismo lipídico.
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Reducir la presión arterial diastólica.
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Favorecer la digestión y el bienestar abdominal.
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Elevar el estado de ánimo y la sensación de energía.
Según Petratti, un ensayo de la University of George Washington (DiPietro et al., Diabetes Care, 2013) demostró que tres caminatas de 15 minutos después de cada comida reducían la glucemia promedio más que una caminata única de 45 minutos al día.
Ahora bien, esta especialista y miembro de la SEEDO destaca que “el beneficio más consistente” es metabólico, dado que la caminata post-comida mejora el manejo de la glucosa y la sensibilidad a la insulina; efectos que se suman si se mantienen de forma habitual. Metaanálisis recientes (Engeroff et al., Nutrients, 2023) confirman que la actividad física breve y repetida tras comer reduce la glucosa e insulina hasta 20-30% respecto a permanecer sentado.

Además, estudios de 2024 (Hashimoto et al., Sci Rep) demuestran que sólo 10 minutos de paseo inmediato disminuyen el pico glucémico en adultos jóvenes. Este efecto acumulativo, sostenido en el tiempo, se traduce en un mejor control metabólico global, y en menor riesgo de desarrollar resistencia a la insulina”, explica la experta en nutrición y obesidad.
A su vez, remarca Petratti que podría considerarse una herramienta preventiva frente a la resistencia a la insulina o la diabetes tipo 2, pero siempre que forme parte de un estilo de vida activo. “La repetición diaria de estos pequeños estímulos –movimiento tras cada comida– tiene un efecto acumulativo sobre la sensibilidad a la insulina. Diversas revisiones señalan que el control de los picos glucémicos posprandiales es tan importante como la reducción del promedio de glucosa. Por tanto, este hábito, integrado en un plan que incluya alimentación saludable, fuerza muscular, y sueño reparador, puede prevenir o retrasar la progresión hacia la diabetes tipo 2, especialmente en personas con síndrome metabólico, o con antecedentes familiares”, insiste a nuestras preguntas.
Beneficios a nivel cardiovascular y emocional
A nivel cardiovascular, dice que pequeñas dosis de movimiento tras comer contribuyen a mejorar la presión arterial diastólica y la función endotelial, al interrumpir periodos prolongados de sedentarismo (Bailey et al., Med Sci Sports Exerc, 2015).

Y en lo emocional, según prosigue, la evidencia muestra que incluso breves periodos de actividad física ligera incrementan la liberación de endorfinas y de dopamina, reduciendo la tensión y la ansiedad posprandial. “No es un efecto placebo, sino la respuesta fisiológica al movimiento”, precisa.
¿Funciona para aligerar la digestión?
Eso sí, pese a lo que se mueve por redes sociales, la doctora Cristina Petratti manifiesta que sí sirve el fart walk para aligerar la digestión, si bien matiza que todo depende de la intensidad: “El ejercicio suave tras la comida estimula la motilidad gástrica y puede aliviar sensaciones de pesadez, distensión o reflujo leve (Franke et al., Eur J Gastroenterol Hepatol, 2008). Sin embargo, si se realiza un esfuerzo intenso inmediatamente después de comer, se produce el efecto contrario: se enlentece el vaciamiento gástrico y aumenta el riesgo de reflujo gastroesofágico (Iovino et al., Neurogastroenterol Motil, 2021). Por eso se recomienda un paseo con ritmo cómodo, capaz de mantener una conversación sin dificultad”, agrega.
Aquí, aclara también la miembro de la SEEDO que la evidencia indica que de 10 a 15 minutos de caminata ligera dentro de los primeros 10–20 minutos tras comer son suficientes para generar beneficios. “También se pueden realizar micro-pases de 2–5 minutos cada 20–30 minutos de estar sentado (Dunstan et al., Diabetes Care, 2012). La clave es mantener una intensidad baja o moderada (2–3 en una escala de esfuerzo percibido de 10): ritmo conversacional, respiración fluida, y sin sensación de fatiga”, puntualiza.


