Medicina preventiva

Qué desencadena la aparición de una cirrosis hepática

Teresa Rey

Foto: Bigstock

Sábado 13 de julio de 2019

3 minutos

Esta situación se produce, sobre todo, tras sufrir hepatitis o varias inflamaciones en el hígado

Qué desencadena la aparición de una cirrosis hepática
Teresa Rey

Foto: Bigstock

Sábado 13 de julio de 2019

3 minutos

La cirrosis es la consecuencia de sufrir hepatitis o varios episodios de inflamación en el hígado. Por este motivo, el tejido hepático comienza a inflamarse y, a continuación, se produce una fibrosis o cicatrización. Este empieza a presentar bandas de cicatrices, de modo que su estado natural liso y blando se sustituye por un tejido duro. Se considera, por tanto, la última fase de la enfermedad hepática crónica.

Hepatitis crónica y alcohol

Cuando se sufre hepatitis durante más de seis meses, ya se considera que su condición es crónica. Esta puede dar lugar a una cirrosis compensada, pero si la inflamación no evoluciona, se pueden desencadenar otros problemas de salud más graves, como puede ser un cáncer de hígado, según los expertos.

El alcohol es la causa más común para que el hígado acabe dañado y, finalmente, desarrolle una cirrosis. De hecho, es uno de los factores de riesgo para activarla. También la acumulación de grasa en el hígado. pero no por la ingesta de bebidas alcohólicas. Del mismo modo, la obesidad es otro de los posibles motivos de esta condición.

La cuestión es que la aparición de tejido cicatricial en el hígado hace que la circulación dentro del órgano no se desarrolle con normalidad, lo que implica que las venas del abdomen se estanquen y se produzcan complicaciones. Algunas de ellas pueden ser acumulación de líquido en las piernas y el abdomen, prurito en la piel, moratones, varices o encefalopatía hepática, que provoca confusión, aturdimiento o somnolencia, debido a una acumulación de toxinas en el cerebro.

Cirrosis hepática

Principales manifestaciones

Cuando finalmente el hígado presenta cirrosis, podemos sentirnos más cansados de lo normal. Son comunes la pérdida de apetito, las náuseas o una bajada de peso. A veces las palmas de las manos están enrojecidas y aparece una decoloración amarilla en la piel o los ojos, que es lo que se conoce como ictericia.

El tratamiento tiene que enfocarse en los orígenes. De modo que si se debe a una cuestión de alcoholismo, primero es necesario abordar este tema. En el caso de tener sobrepeso, hay que centrarse en este asunto; y si se debe al virus de la hepatitis B o C, será necesario administrar los fármacos que los controlen. También hay medicamentos específicos que pueden retrasar el avance de la cirrosis, sobre todo si se diagnostica a una edad temprana.

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Teresa Rey

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