Popularmente se dice que cada persona tenemos nuestro propio termostato. Si no, no se explica que algunas personas sean más frioleras y otras tengan siempre calor incluso compartiendo el mismo ambiente. La temperatura corporal media que tenemos los humanos es de unos 37ºC, aunque como es lógico puede variar de unas personas a otras. Incluso, a lo largo del día podemos tener una variación de esos grados: más bajos durante la noche y más altos por la tarde.
Es en la zona del hipotálamo de nuestro cerebro donde se regula la temperatura del cuerpo, como explican desde los laboratorios Pfizer (@pfizer_spain). Así, cuando sentimos frío, tenemos esa sensación en esta parte cerebral que se encarga de controlar que nuestra temperatura no baje ni suba de forma brusca ni que perdamos energía.
Es como la calefacción de casa. Cuando la temperatura de tu cuerpo es menor que aquella a la que se ha "programado", el termostato pone en marcha ese calor hasta que esos grados sean igual a lo deseado. Y, al contrario, hace que la "calefacción" no se encienda para que el cuerpo tenga una temperatura menor.
El frío es una sensación que experimentamos en el cerebro, pero a veces, puede engañarnos y realmente no tener esa temperatura corporal. Y es que no es lo mismo tener esa sensación que estar frío. Así, cuando tenemos fiebre sentimos frío, pero en el termómetro podemos ver cómo sube de los 37ºC normales.
A veces las diferencias entre unas personas y otras se pueden deber a varias causas como:
Siempre y cuando no sea un síntoma de una enfermedad más grave, con algunas sencillas recomendaciones las personas más frioleras pueden dejar de serlo: