Pueden surgir en cualquier momento, sin motivo aparente, y desaparecer del mismo modo, pero cuando perduran en el tiempo o se repiten con frecuencia, los tics son realmente incómodos y desesperantes.
Ese temblor en el párpado, que los oftalmólogos denominan blefaroespasmos, son el resultado de una minúscula contracción involuntaria de los músculos de la zona, que hace que los párpados se muevan de forma repetida, con más o menos frecuencia, intensidad y velocidad. Hay tics, casi imperceptibles, porque son escasas las fibras musculares implicadas en el movimiento, mientras que otros son absolutamente apreciables y pueden ir acompañados de otros molestos síntomas como hipersensibilidad a la luz, dolores de cabeza o incluso visión borrosa
El “dichoso” tic puede tener orígenes muy diversos. Generalmente se asocia a estados generales de nerviosismo y estrés, aunque los especialistas indican otras posibles causas como:
Exceso en la ingesta de bebidas excitantes como el café, malos hábitos como el tabaco o reacción a algún medicamento.
En general, estos espasmos que se producen en los ojos no revisten mayor importancia, siempre que se trate de una situación puntual, que acaba corrigiéndose por sí misma, sin tratamiento alguno.
Si son persistentes o se prolongan en el tiempo, es conveniente consultar con el médico oftalmólogo para averiguar qué los provoca, porque hay casos en los que detrás de estos aparentemente inofensivos tics, puede esconderse un déficit nutricional (falta de vitaminas o minerales) o alguna alteración de tipo neurológico que se está manifestando con ese espasmo ocular.
Si el tic va asociado a otro tipo de patologías como puede ser inflamación de los párpados (blefaritis), enrojecimiento, tal vez síntoma de conjuntivitis, o el espasmo afecta a otros puntos del rostro, la consulta médica no debe esperar.