Teresa Rey
Preguntas
¿Qué ocurre cuando una persona mayor tiene victimismo crónico?
Si una persona se queja de forma constante y culpa a los demás de todo, puede tener este trastorno
Cuando una persona se queja de forma constante y no hace más que culpar a los demás de todos los males que le acontecen, entonces probablemente te encuentres ante alguien que padece victimismo crónico. Una condición que puede darse tanto en adultos jóvenes como mayores.
Una personalidad
Desde la psicología, a estos individuos se les cataloga como de personalidad victimista y en sí no se considera una patología porque no está registrada como tal, aunque es una circunstancia que podría ser el inicio o vincularse a lo que desde esta especialidad se describe como trastorno paranoide de personalidad, indican los expertos. Esta última se caracteriza por un patrón generalizado de desconfianza sin justificación y recelo hacia los demás, que implica interpretar sus actuaciones como perjudiciales u hostiles.
Para poder llegar a este diagnóstico, antes hay que analizar bien el comportamiento de estas personas y si se tienen sospechas de que poseen un trastorno psicológico de importancia, es recomendable acudir a un profesional.
Una persona que “va de víctima” puede adoptar esta actitud porque ha comprobado que con ella puede manipular a otros y así conseguir sus objetivos. Por este motivo, es importante distinguir cuándo se usa de este modo o es algo más y, por tanto, está interfiriendo en la vida del afectado de modo que no se desarrolla con normalidad.
Cómo detectarlo
El victimismo crónico se instala en alguien cuando adopta una actitud evasiva y pasiva frente a la vida. Asimismo, los demás siempre van a ser los culpables de todo lo que les sucede. Como consecuencia, lo que les rodea y acontece adquiere unas dimensiones de negatividad extremas y se desenvuelven en la sociedad con esta sensación, lo que puede incrementar el riesgo de aislamiento.
En realidad, esta actitud esconde el miedo que se tiene a encarar las situaciones diarias a las que nos enfrentamos. Siempre resulta más cómodo echar la culpa a otros de lo que nos ocurre sin pararnos a meditar qué parte de responsabilidad podemos tener nosotros en esos acontecimientos que nos acompañan día a día. No hay aceptación al fracaso, son personas temerosas y por ello se escudan en la queja continua. Les cuesta, por tanto, tratar de solucionar las dificultades y los problemas.
De esta manera, logran a veces influir en quienes les rodean consiguiendo de ellos favores o una ayuda, que de no haberse presentado como una víctima probablemente no hubieran recibido.
Rasgos característicos
Los rasgos característicos del victimismo son principalmente los siguientes:
- Deformación de la realidad. Tienden a ver la realidad distorsionada porque consideran que son otras circunstancias o individuos los que originan sus males. Nunca se consideran como parte de las cosas malas que les suceden, que siempre se deben a causas externas.
- Procuran dar lástima. En este sentido son manipuladores, ya que con esta actitud pretenden llamar la atención de los demás y así que estos actúen en su lugar, o que les proporcionen consuelo. Pueden llegar a hacer culpables a quienes están junto a ellos si no les dan lo que quieren, apelando a su supuesta falta de sensibilidad al no ofrecer conmiseración hacia quien es una víctima de otros.
- Recelosos y desconfiados. Estos rasgos son característicos, ya que siempre están sospechando de que el mal les persigue y por ello desconfían de quienes les rodean. Siempre van a tratar de encontrar un culpable, para lo que elaborarán sus propios argumentos y una realidad de la que están totalmente convencidos.
- Sin sentimiento de culpabilidad o autocrítica. Ambas actitudes no forman parte de estas personalidades. Como lo que les acontece se debe a otros o a motivos ajenos, el sentimiento de culpa es nulo. Por este motivo también son incapaces de hacerse una autocrítica, ¿para qué, si ellos no tienen nada que ver con las adversidades de las que son objeto?
Qué hacer
Los expertos aconsejan ser cautelosos en el trato de una persona victimista. No es bueno enfadarse con ella, pues realmente no es consciente de lo que está haciendo. Ese mundo que se imagina es real en su mente, por lo que hay que intentar no juzgar y ser lo más respetuoso en la medida de lo posible.
Una actitud positiva en estos casos es escuchar activamente. Probablemente si convivimos a diario con esa persona sus quejas continuas nos acaben saturando, pero podemos intentar adoptar otra postura. Para el que se queja es importante encontrar a alguien que le escuche de verdad. Es una forma de expulsar sus miedos y más si encuentra asertividad en su interlocutor.
Después es cuando podemos intentar intervenir mostrándole otros puntos de vista, pero nunca atacando directamente. Se le puede invitar a reflexionar sobre qué puede hacer en un futuro para que no se encuentre en esa situación y qué alternativas tiene para ello. Lo fundamental es insuflarle ánimos para que actúe e indicarle que su esfuerzo nunca será en vano pese a que pueda fallar en el intento, pero que interferir en ciertas circunstancias siempre es algo positivo.
No es posible cambiar la personalidad de un victimista crónico de la noche a la mañana, es un trabajo lento en el que se requiere mucha paciencia y esfuerzo. Pero si lo trabajamos poco a poco y logramos que el otro se exprese sin culpabilizar a los demás, iremos por el buen camino.