Preguntas

Los riesgos de la tanofobia o el miedo a exponerse al sol en mayores

Teresa Rey

Foto: Bigstock

Lunes 16 de septiembre de 2019

3 minutos

Se sabe que la exposición al sol ha de hacerse de forma segura, pero tampoco es bueno huir de él

Los riesgos de la tanofobia o el miedo a exponerse al sol en mayores
Teresa Rey

Foto: Bigstock

Lunes 16 de septiembre de 2019

3 minutos

La tanofobia es un miedo irracional al sol, de modo que los afectados huyen de él y tratan de adoptar todos los medios a su alcance para evitar el bronceado. Es todo lo contrario a otro de los trastornos relacionados con la estrella solar, la tanorexia o la necesidad de lucir una piel morena siempre y de recibir los rayos solares sin control. Ambas situaciones son perjudiciales, ya que se basan en comportamientos extremos que perjudican la salud.

El miedo a la enfermedad

Esta preocupación desmedida por los efectos del sol viene por el miedo a padecer algunas de las enfermedades a las que se vinculan las radiaciones ultravioleta. En concreto, el cáncer de piel, la posibilidad de incrementar el desarrollo de unas cataratas, la degeneración macular, las quemaduras o el fotoenvejecimiento, principalmente.

Es por ello que los tanofóbicos recurren siempre a todo aquello que les sirva de protección, por eso van cubiertos con gorros, gafas o incluso ropas especiales que filtran los rayos solares. En la calle pueden llegar a usar paraguas para que no les incidan los rayos y en la playa además de tratar de no exponerse se aplican fotoprotector una y otra vez sin que sea necesario.

Los peligros del sol para los ojos de las personas mayores

Vitamina D

El principal problema de esta fobia es que al no recibir la cantidad mínima de sol para poder sintetizar la vitamina D, se produce una carencia de esta. Por este motivo, la tanofobia es para los mayores que la padecen muy nociva, pues esta vitamina resulta crucial para fijar el calcio en los huesos, de modo que se pueden incrementar el riesgo de osteoporosis y por ende el de fracturas.

Para llegar a los mínimos recomendados de vitamina D basta con exponerse unos minutos varias veces a la semana, pero quienes padecen este problema no contemplan si quiera esta posibilidad.

De igual modo, estas personas presentan una piel demasiado pálida que les da en ocasiones una apariencia enfermiza. Además, pueden aislarse sobre todo en las épocas de más horas de luz al no querer salir de casa hasta que oscurezca, lo que puede perjudicar su vida social, que en algunas mayores ya de por sí no es tan activa y se encuentra deteriorada. A veces incluso surgen cuadros de ansiedad pues solo desean estar en casa a pesar de que saben que hay que salir para hacer la compra u otras cuestiones, y esto provoca intranquilidad.  Así pues, el abordaje psicológico es la mejor manera de tratar este trastorno en especial si quien lo padece no consigue solucionarlo y empieza a perjudicar su salud de forma notable.

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Teresa Rey

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