Sociedad

Ana Julia Quezada: "Pido perdón por lo que yo hice y solo espero que Dios me perdone"

65ymás

Martes 17 de septiembre de 2019

ACTUALIZADO : Martes 17 de septiembre de 2019 a las 13:46 H

4 minutos

Ha hecho uso de su derecho a la última palabra

Ana Julia Quezada
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Martes 17 de septiembre de 2019

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La procesada por la muerte violenta del niño de ocho años Gabriel Cruz, Ana Julia Quezada, ha hecho uso de su derecho a la última palabra y ha dicho ante el jurado popular que debe decidir sobre su culpabilidad que pide "perdón" a "toda persona a la que haya podido hacer daño con mi acción".

"Pido perdón a todo el que se haya podido sentir mal por lo que yo hice y solo espero que Dios me perdone", ha trasladado entre lágrimas y sollozos, sentada en una silla ante la magistrada-presidenta del tribunal, Alejandra Dodero.

La acusación pide al jurado que "no le tiemble el pulso"

El abogado de la familia de Gabriel Cruz, el letrado Francisco Torres, ha pedido al jurado popular que "no le tiemble el pulso" a la hora de conformar su veredicto, ya que la encausada "es una sociópata auténtica" que "no tiene el mismo derecho a respirar el mismo aire que respiramos nosotros".

"Hay que apartarla de la sociedad", ha manifestado el letrado en su alegato final, en el que ha insistido en que la acusada actuó con premeditación, alevosía y ensañamiento a la hora de arrebatar al niño, por lo que pide para ella la prisión permanente revisable. "Va a matar a más niños, estoy convencido de que no es Gabriel el primer niño que mata", ha añadido.

Para la representación de los padres, Quezada es una "auténtica asesina" que "mató haciendo sufrir al niño", según ha defendido a diferencia de lo que sostiene la Fiscalía, que en base a los informes forenses no aprecia ensañamiento. Torres ha incidido en el informe aportado por los médicos especialistas y se ha centrado en los hematomas que presentaba el cadáver, especialmente detrás de la oreja que, según ha sostenido, fue propiciado con el hacha que se empleó en el crimen.

Según Torres, las lesiones encontradas en el cuerpo irían más allá de las propias derivadas de la muerte por asfixia mecánica del menor, ya que dieron lugar a una serie de heridas que provocaron un estado comatoso en el menor antes de que fuera asesinado, según ha insistido antes de reiterar que Quezada tuvo tiempo en la finca para "fregar y requetefregar" la estancia, en la que se halló una gota de sangre en el marco de la puerta así como un perfil genético en el interruptor.

La defensa modifica su alegato

La defensa de Ana Julia Quezada ha modificado este martes su escrito de defensa, por el que inicialmente solicita una pena de tres años de prisión por un delito de homicidio por imprudencia grave, de forma que, subsidiariamente, ha pedido que se tenga en cuenta una posible condena más gravosa, de entre diez y 15 años, por un delito de homicidio recogido en el artículo 138.1 y 138.2 del Código Penal.

 

El letrado Esteban Hernández Thiel ha hecho entrega de su escrito definitivo al resto de partes una vez que se ha practicado toda la prueba, que ha finalizado con la reproducción de una carta remitida por la acusada al padre de Gabriel Cruz el 17 de abril de 2018, cuando llevaba ya un mes en prisión provisional por esta causa.

La defensa considera que concurren dos circunstancias atenuantes en la actuación de Ana Julia Quezada que rebajarían la pena impuesta y apunta a la atenuante de confesión, o alternativamente, confesión tardía de los hechos, así como a la atenuante de arrebato, obcecación u otro estado pasional de entidad semejante.

Según el escrito de conclusiones definitivas presentado por la defensa, cuando la procesada dio muerte a Gabriel Cruz lo hizo bajo un "estado pasional que disminuía su capacidad de comprender y de controlar las consecuencias de sus actos, sin llegar a anularla".

Indica que le tapó la boca "para que no profiriera más insultos, apretándola con intención de que se callara" y que, después, se produjo un "intenso forcejeo, llegando a la pared Ana Julia, presa de la ira y sin medir las consecuencias de su acción". "Continuó tapándole la boca y nariz, presionándole contra la pared, a pesar de la resistencia del menor, hasta percatarse de que Gabriel había dejado de respirar", añade.

La defensa señala que, al "darse cuenta de ello", fue "presa del pánico" y "quedó bloqueada e incapaz de asumir lo ocurrido", tras lo que dio sepultura al cuerpo del niño en la finca de Rodalquilar (Níjar, Almería) en la que se produjo el crimen el 27 de febrero de 2018.

"Incapaz de afrontar lo acontecido y sin saber cómo explicarlos a su pareja ante la repercusión mediática y al estar bajo los efectos de medicación ansiolítica, movida por el ánimo de evitar las consecuencias de sus actos, continuó ocultando lo acontecido hasta su detención", concluye el escrito entregado este martes a las partes en el que insiste en que la convivencia entre la acusada y Ángel Cruz "no siempre era aceptada de buen grado" por el menor.

También insiste en que el niño "cogió un hacha para jugar", en que Ana Julia Quezada le dijo que la "soltara pues era peligroso y podía hacerse daño" y en que le "insultó, negándose a darle el hacha", por lo que "intento quitársela, llegando a taparle la boca para que no profiriera más insultos".

 

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