Cada invierno, miles de navegantes deciden embarcarse en una de las mayores aventuras de su vida: cruzar el Atlántico en velero. Hablamos del océano más extenso de la Tierra después del Pacífico, del puente que separa el Viejo del Nuevo Mundo, cuyas temidas aguas atraen a los más valientes y apasionados del mundo de la náutica. Pero son pocos los que, con más de 60 años, ya han surcado esta colosal masa de agua dos veces. Francisco Vaño no solo puede colgarse la medalla, sino que no ha quedado aún satisfecho y, este año, volverá a adentrarse en el Atlántico por tercera vez subido en su Colomba VI en una travesía que durará casi seis meses.
“Estoy deseando volver”, asegura Paco, sentado en el bar del club náutico de San Pedro del Pinatar (Murcia), mientras da un sorbo a su gin-tonic. Paco es originario de Villena, municipio de Alicante, pero dejó su trabajo hace 25 años y se trasladó a la localidad murciana para montar su propia empresa de venta de barcos. Esta decisión fue una de las mejores de su vida y, de hecho, se niega a dejar su negocio. Está semijubilado porque “mi trabajo es mi hobby” y esa pasión por la mar no la abandona cuando acaba su jornada laboral.
Queda poco para que arranque la temporada de la travesía transoceánica y el armador ya lo tiene todo preparado para poner rumbo al Caribe desde Europa, alcanzando un auténtico hito para los aficionados de la vela una vez más, a la vez que desafía al paso del tiempo demostrando que la edad es solo un número.
En total, se embarcarán en la nueva travesía "tres o cuatro barcos, en el mío vamos dos. Un amigo que tiene 65 años y yo”. Eso sí, está cruzando los dedos para poder realizar el viaje que ya tuvieron que aplazar el año pasado por la pandemia. “Esperemos que no haya ningún problema y que podamos zarpar”, dice refiriéndose a las restricciones por coronavirus.
Según nos cuenta, Paco quiere aprovechar que en estos momentos su estado físico está bien para emprender esta travesía una vez más. “Lo que me motiva a hacer estos viajes es el amor que tengo a la náutica, eso de ir a la Perdiguera se me queda corto”, comenta entre risas.
La travesía
Desde España hasta República Dominicana y volver. Un trayecto que durará más de seis meses y que Paco lo hará con 69 años que cumplirá durante la travesía, junto con una nueva prótesis en el hombro que se une a las dos que ya tiene en la cadera.
En cuanto a los anteriores viajes, la primera vez que cruzó el charco fue en el año 2014, siendo el vencedor en la categoría solitario en el Gran Prix Atlántico, y la segunda, en 2017, lo hizo acompañado de dos navegantes hasta Martinica, después, continuó solo navegando por el Caribe.
En esta ocasión, “zarpamos desde aquí el último domingo de noviembre o primero de diciembre y paramos por todos los puertos hasta Gibraltar”, indica Paco. Estos meses son los idóneos para iniciar el viaje porque los alisios soplan de forma regular. Desde las míticas Columnas de Hércules, el límite del Atlántico con el Mediterráneo, deben esperar a tener una buena ventana para cruzar el estrecho y bajar hacia Marruecos, “porque son siete días y tenemos que estar pendientes del parte meteorológico para asegurarnos de que no vamos a tener problemas”.
Francisco Vaño junto a otros navegantes en Lanzarote, antes de zarpar. 2014-2015 (Foto: cedida)
Una vez que llegan a Marina Rubicón, en Lanzarote, los navegantes dejan el barco y vuelven a pasar las navidades a casa. El 2 de enero regresan en avión a la isla canaria y ponen rumbo a Cabo Verde, archipiélago que se encuentra en el extremo más occidental del continente africano. El recorrido son otros siete días, un momento en que “casi toda la flota llegamos tocados”, relata al recordar las anteriores travesías. “Es decir, uno ha roto una vela, otro un palo…”. De hecho, Paco aún se estremece al recordar cuando, en el primer viaje, se le rompió un obenque a las tres de la mañana mientras navegaba solo.
Después, zarpan a Martinica, una isla francesa perteneciente a las Antillas Menores, en aguas del mar Caribe y al norte de la isla Santa Lucía. “Cualquiera de esas islas es buena para parar, siempre y cuando no te arrimes a Venezuela”, advierte Paco. El armador alicantino señala que tanto Venezuela como Haití son países conflictivos, donde hay mucha necesidad y la gente pasa hambre, “no saben qué hacer para comer”, por lo que trata de esquivarlos.
A partir de ahí, cada uno toma un rumbo distinto. “Esta vez iremos a Guadalupe y después: Colombia, Panamá, Jamaica y República Dominicana”. Un paraíso de aguas cristalinas y arena blanca que Paco desea volver a disfrutar cuanto antes.
Desde allí, navegará hasta las Azores pasando por las Bermudas. La vuelta es más corta porque “los vientos son cortantes, de popa y de 25 a 30 nudos, por lo que siempre vas con las velas abiertas – las llamadas orejas de burro– que te van empujando. En mayo, ya nos juntamos todos los barcos y emprendemos rumbo de vuelta, que son 28 días”. Según sus cálculos, a mediados de junio estará pisando tierras españolas de nuevo.
“El cuerpo se acostumbra a no dormir”
Si le preguntan cómo es la experiencia de viajar solo, Paco defiende que lo peor es cuando el clima te da la espalda. “Allí llueve mucho, tu vas navegando e igual en cinco días te llueve 20 veces, tanto de día como de noche, y las tormentas de allí no son las de aquí, entonces no puedes dormir”. Las tormentas nocturnas y los vientos fuertes son una auténtica amenaza para los navegantes, incluso, Paco se ha tenido que enfrentar a un temporal con vientos de más de 83 kilómetros por hora y olas gigantescas. Pero, además de estos factores, detalla que la falta de descanso en el recorrido desde España hasta Marruecos también se hace cuesta arriba, ya que apenas se permite conciliar el sueño por si vienen barcos de frente. “El cuerpo se acostumbra a no dormir y me pongo la alarma en el móvil cada 10 o 15 min”, así que, únicamente pega cabezadas durmiendo fuera: “No me meto en el camarote. Me paso 20 días durmiendo en la bañera”.
Por suerte, desde que sale de Lanzarote y pone rumbo al Caribe, el viento es tan fuerte que nadie viene de frente, “entonces me meto en el camarote y pongo el piloto automático”.
Lo más importante de los viajes transoceánicos es la preparación y, tanto si va solo como acompañado, Paco eso lo sigue a rajatabla. Lleva un detector de satélites y varios dispositivos de seguridad y de comunicación que le permiten hablar con su familia a diario, a pesar de estar en medio del océano, por lo que sus seres queridos están tranquilos al tenerlo localizado constantemente.
En esta línea, otro aspecto importante es la alimentación. El navegante se asegura de llevar la comida que más dura: mucha fruta, conservas y carne envasada al vacío, “todas las semanas cuando llega sábado o domingo me hago un filete de ternera”, señala mientras esboza una sonrisa.
Salta a la vista que para él no existe el miedo cuando atraviesa los mares y que, tanto dentro como fuera de la oficina, “disfruto con mi trabajo, además, gracias a él gano muchos amigos. El mundo náutico es un mundo muy bonito”, expresa con orgullo.
Intoxicación por ostras
Una de las anécdotas más delicadas y peligrosas que vivió Paco sucedió en su segunda travesía. Viajaba con dos amigos hasta Martinica y, después, navegó por todo el Caribe en solitario: Colombia, Panamá y República Dominicana, por ese orden. El 13 de mayo, cuando estaba ya de vuelta a España, quiso celebrar su 65 cumpleaños dándose un festín de ostras esa noche en el barco. A la mañana siguiente, saltaron las alarmas: su estómago le estaba avisando de que algo no iba bien. En este momento, Paco se incorpora de la silla y cuenta que, “al llegar al Canal de la Mora, entre República Dominicana y Puerto Rico, llamé a un médico colombiano amigo mío para contárselo”, hace una pausa, “y mi amigo me dijo: ‘Con que te hayas comido una mala, te mueres’”.
Le quedaban entre 28 y 30 días para llegar a las Azores y 6 para volver a Colombia, así que para sobrevivir tuvo que seguir las indicaciones del médico: “Da la vuelta y vuelve a Colombia porque no llegas”.
Así que Paco se volvió a recorrer todo el Caribe solo, de norte a sur, pero en unas condiciones malísimas: “Cuando llegué allí perdí 8 o 9 kilos. 6 días sin comer nada, solo estuve a base de zumo, agua y suero”, afortunadamente, al llegar a su destino le estaban esperando y le llevaron rápidamente al hospital para hacerle una limpieza. “Me curé y ya no me podía volver, así que dejé el barco allí, en Cartagena de Indias”, apunta.
“Decir que no puedes hacer algo por la edad es una equivocación”
Está claro que adentrarse en esta aventura requiere una preparación física y Paco, fuera de la náutica, es un deportista nato: actualmente, hace bicicleta tres veces por semana y máquinas en casa, pero en toda su vida ha estado federado en alpinismo y ha competido en triatlones, jugado al tenis, practicado judo... Para él, hacer deporte, no fumar y una buena alimentación son las claves para cumplir años y estar en plena forma. “Todos los días me tomo la pastilla del colesterol y ya está, pero no me privo de nada”.
Finalmente, sostiene que “decir que no puedes hacer algo porque eres mayor, es una equivocación”. “Mira, mi mujer y yo nos llevamos nueve años y ella estaba a punto de tirar la toalla. Yo tengo un dingui (bote inflable), y mi mujer decía que no subía en el bote porque ya está mayor. Yo le dije ‘rompe, rompe ese esquema que te dice que no puedes y hazlo’. Y lo rompió y subió conmigo. Si estás bien de salud, es todo mental”.
Sobre el autor:
Marta Vicente
Marta Vicente Carmona es Graduada en Periodismo por la Universidad Rey Juan Carlos y Máster de Marketing Digital y en Edición y Postproducción Digital. Es redactora especializada en temas de sociedad y salud y tiene experiencia como Community Manager.